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Gonzalo Suárez "Cada vez tengo menos verdades de vendedor"

Director de cine y escritor, Gonzalo Suárez es uno de los creadores más originales de nuestro país. A los 86 años recibe el premio Luis Buñuel por su larga y brillante trayectoria profesional, en la que siempre estuvo dispuesto a asumir riesgos. Hablamos con él de miedos, sabiduría, política... y cómo no, de Buñuel.

Miércoles, 23 de Junio 2021

Tiempo de lectura: 8 min

Mantener una conversación con Gonzalo Suárez (Oviedo, 1934) es verte abocada a participar en un juego, siempre divertido, en el que el escritor y cineasta te pasea por su personalísimo mundo; ese en el que la realidad, la imaginación, la ironía, la filosofía y la genialidad confluyen a partes iguales.

Nos citamos en su casa de Madrid para hablar del Premio Luis Buñuel -que el Festival Internacional de Cine de Huesca le entregaría días después en su inauguración el 16 de junio-, pero terminamos nuestra conversación frente a varias copas de vino en la Taberna del Alabardero, donde se respira el cariño que le profesan: «Don Gonzalo, su presencia siempre engrandece nuestra terraza», le dicen.

XLSemanal. ¿A estas alturas pasa un poco de premios o le siguen haciendo ilusión?

Gonzalo Suárez. Aunque sean premios póstumos, me hacen ilusión. Y en este caso especialmente, porque me lo han concedido también por Alas de tiniebla, película basada en un cuento escrito por mi hija Anne-Hélène con dibujos de Pablo Auladell, una nueva forma de hacer cine.

XL. ¿Su hija es escritora?

G.S. No, está doctorada en chino, pero yo quiero que, además de sus clases y traducciones, escriba literatura. Tiene una facilidad grande para los idiomas. Sabe inglés, francés, ruso, chino... Yo solo hablo francés y chapurreo el inglés. Eso sí, el francés es mi segunda lengua (su padre era catedrático de Francés).

XL. En este corto cuenta con las voces de José Sacristán, Charo López, Ana Álvarez...

G.S. Sí, pero no lo llames 'corto', llámalo 'película'. Me resisto a que el metraje condicione una obra. Como en la pintura, el tamaño del lienzo no debe limitar el valor de un cuadro.

"Si a la edad le sumas una pandemia, entonces vislumbras el abismo"

XL. ¿Siente que la profesión es agradecida con usted?

G.S. Yo con ella, y no le pido más que poder escribir otros libros y hacer otras películas. Escribir depende solo de mí, pero las películas resultan más complejas. Ya no dependen solamente, como antaño, del productor.

XL. ¡Quéjese!

G.S. No voy a quejarme, voy a hacer un reproche: escribí con Peckinpah los guiones de mi libro Doble dos en Hollywood. Pero Antena 3 no ha querido que sea yo el director. Así que la película se hará sin mí, aunque seré el autor del guion definitivo. Ahora son las televisiones las que imponen el criterio. Ahí quedan EpílogoLos pazos de Ulloa o Remando al  viento y tantas otras películas hechas y las que me queden por hacer.

XL. ¿Qué diferencia hay entre reproche y queja?

G.S. Es un irónico matiz. Queja implica que han conseguido joderte; y reproche significa que allá ellos con su conciencia. Sobrevivirás. En definitiva, tengo que estar agradecido porque me dejan tiempo para hacer otras cosas.

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Todo un caballero.Súarez, director de Ditirambo, Remando al viento, El detective y la muerte y Oviedo Express, entre otras muchas películas, posa en su casa. En su palmarés, ocho premios Goya, el Premio Nacional de Cinematografía y la Medalla de Oro de Bellas Artes. Además, es Caballero de las Artes y las Letras de Francia y de la Orden de Alfonso X el Sabio.Carlos Luján

XL. ¿Sigue teniendo un baúl de guiones sin rodar?

G.S. No sé si está lleno el baúl, pero no pienso abrirlo. Prefiero inventar a recuperar del pasado la memoria o rehacer lo hecho porque todo está por hacer.

XL. ¿Qué tiene entre manos?

G.S. Tengo que terminar un libro para Random House y quiero seguir indagando en una alternativa al cine que me apasiona. Siempre he sido 'el explorador en la selva africana en busca de las fuentes del Nilo', mi metáfora preferida.

XL. ¿Qué tal pasó el confinamiento?

G.S. Mal, como todos. Afecta a un nivel subliminal que no conocíamos. Todavía dura.

XL. ¿Por ejemplo?

G.S. Con respecto al tiempo, que si bien parecía eterno porque no íbamos a salir nunca de esto, a la vez desaparecía la noción de su paso. Todo es un flash continuo que impide, por ejemplo, ordenar la mente. La cabeza se llena de pensamientos flotantes a la deriva. Supongo que así debe quedar el cerebro de un boxeador sonado, como el mío.

XL. ¿Le preocupa y ocupa especialmente el paso tiempo?

G.S. Probablemente con la edad vas teniendo más vértigo y consciencia. Y si a la edad le añades una pandemia, entonces vislumbras el abismo.

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Una pareja incombustible.Suárez, junto con Hélène, su esposa. Tienen cuatro hijos y cinco nietos. Cortesía de 'El periódico de Villena'.@ El periódico de Villena

XL. ¿Ha sentido miedo?

G.S. Sí. Pero el valor consiste en superar el miedo. Soy hijo de la guerra y de la posguerra, que han sido tiempos peores, pero existía un enemigo tangible. El virus ha puesto de manifiesto nuestra vulnerabilidad.

XL. ¿Le interesan las teorías conspiratorias?

G.S. Me preocupan la conspiración de los necios y la estupidez insensata de los negacionistas.

XL. ¿Es de los que miran más hacia atrás y piensan en lo vivido o de los que miran hacia delante y quieren aprovechar el tiempo que les quede?

G.S. Las dos cosas simultáneamente. Es como si todo ahora sucediera de repente. No hay ni un antes ni un después. En cuanto te descuidas, hoy ya es ayer. Apenas pronunciadas estas palabras ya las estoy leyendo publicadas. Hablar del tiempo es perder el tiempo.

XL. Como en sus películas, mezcla la realidad con la imaginación.

G.S. Puede ser. La vida me parece un asunto raro y yo cada vez tengo menos verdades de vendedor. No me gusta dirigirme a un público en general como si se tratara de un rebaño de adeptos en una manifestación. Me dirijo a las personas, persona a persona, para compartir intuiciones y sensaciones, y así aparecen, de vez en cuando, personas como Mary Shelley o Emilia Pardo Bazán con las que me encontré casualmente en Remando al viento o Los pazos de Ulloa.

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Su último reto.Fotograma de 'Alas de tiniebla', película de Suárez basada en un cuento de su hija Anne- Hélène con dibujos de Pablo Auladell.

XL. Dice que la vejez no aporta sabiduría.

G.S. La vejez es una mierda [ríe]. Solo, si acaso, aporta experiencia. Pero lamentablemente tampoco la juventud aporta valores perdurables. Solo, si acaso, la niñez. Es entonces y no antes ni después cuando, para bien o para mal, descubrimos el mundo. Lo inventamos antes de que nos lo den digerido.

XL. Entonces, ¿es una pena crecer y hacerse adulto?

G.S. Mira, el niño percibe un mundo mágico de juegos e imaginación, y ese mundo mágico es lo único que todavía cabe recuperar para poder sobrevivir a eso que llamamos 'la realidad'.

"Yo soy bipartidista. Prefiero que haya dos partidos: los buenos y los malos"

XL. En esta entrevista, ya no sé qué es real y qué no [risas].

G.S. ¡Yo tampoco!

XL. Asegura que no ha hecho nunca planes, que ha vivido a la deriva. ¿Le ha ido bien?

G.S. Los primeros 86 han sido difíciles, ya veremos a partir de ahora [ríe]; porque si solo buscas lo que buscas, solo encontrarás lo que has buscado.

XL. ¿Quiere liarme la entrevista?

G.S. Claro, claro [ríe]; encontrar lo que no buscas es más excitante, como cuando has perdido algo y acabas descubriendo otra cosa. Aunque no sepas para qué puede servir.

XL. Pero hemos descubierto cosas útiles, ¿no?

G.S. ¿Como Fleming o Cristóbal Colón?

XL. ¡Pues muy bien!

G.S. ¡Ahhh! El científico tiene la obligación de seguir sus investigaciones hasta donde le conduzcan y la sociedad debería, a veces, detenerlo a tiempo, si supiera o pudiera. Pero vamos a enderezar esta entrevista porque va a salir tan pedante como confusa, ¿no?

"Quejarte implica que han conseguido joderte. Un reproche significa que allá ellos con su conciencia"

XL. Lo intentamos: ¿le interesa la política?

G.S. Soy demócrata, porque es el sistema menos malo que existe. Pero soy bipartidista. No confío en las sutilezas en un mundo en el que vale más la promoción de las ideas que la cultura que requiere el no confundir convicciones con reflexión y opinión con verdades. Prefiero que haya dos partidos: los buenos y los malos. Prefiero este burdo maniqueísmo antes de ver una izquierda siempre dividida o una derecha casi siempre unida ante decisivas cuestiones y dudosos resultados.

XL. ¿Qué lo irrita especialmente?

G.S. Algunas cosas. Por ejemplo, que no se haya renovado el Consejo General del Poder Judicial. Asunto altamente delator y sospechoso. Pero yo esperaba una entrevista sobre literatura, cine y pintura o incluso Dios y el diablo, o viceversa, antes de meterme en togas y sotanas.

"Hélène y yo nos casamos hace sesenta y tantos años, pero lo celebramos todos los días"

XL. Pues ya estamos acabando, pero cuénteme una curiosidad antes de terminar: ¿cómo celebró las bodas de oro con su mujer?

G.S. ¿Ehhh? ¡Jajaja! Hélène y yo nos casamos hace sesenta y tantos años, aprovechando una misa normal. Yo iba con una gabardina llena de manchas y Hélène con lo de todos los días. Fue una boda muy precaria. Pero celebramos esa boda todos los días y todavía dura.

XL. Tiene cinco nietos, ¿ejerce de abuelo?

G.S. No, eso se lo dejo a mi mujer. Las mujeres, en general, ejercen mejor. Yo los veo crecer y jugar al tenis. Uno de los pocos deportes que nunca llegué a practicar. Todavía me asombra comprender de repente que ya soy mayor que ellos. Y sin remedio.

Conocí a Luis Buñuel durante una noche entera. Él estaba en Madrid para ver si le permitían rodar 'Viridiana' y pasar la censura, algo que no consiguió en esa tentativa. Joaquim Jordà y yo vinimos de Barcelona para proponerle a Serena Vergano (que era la mujer de Ricardo Bofill) como protagonista de la película, algo que nosotros tampoco logramos; pero nos quedamos a cenar con él y prolongamos la cena hasta las tantas de la madrugada.

No fue una noche de juerga. Sino de vino con sardinas y mucho humor. Buñuel tenía una sordera importante y le costaba mucho reunirse con más de tres personas a la vez. En esa ocasión hablaba sobre todo él. Fue una noche apasionante porque contó cosas de sus rodajes en México y sobre las actrices y actores con los que había trabajado. Y yo, que por entonces estaba en la etapa de periodista, al día siguiente redacté una entrevista. Pero antes de publicarla -porque no habíamos hablado de ello- fui a visitarlo para pedirle permiso. Se enfadó muchísimo. Lo que consideraba un abuso de confianza y, ante su reacción, le propuse romper la entrevista, pero me lo impidió: «Me gusta -concedió- porque si hablara de mi portero también interesaría». Al final la publiqué, pero antes ejerció de censor y retiró alguna que otra cosa que podría molestar a los actores de turno. Era una entrevista muy buena y la única que le hicieron porque él odiaba a los periodistas. Decía que ponían de relieve lo más superficial de la vida. Volví a verlo unas dos veces comiendo en restaurantes, siempre solo. Lamento no haber hablado más con él. Me caía muy bien y me alegra que el Premio de Huesca lleve su nombre.

Etiquetas: Directores de cine