Su rostro fue la imagen de la inocencia. Un filón que productores y publicistas convirtieron en escándalo al hacerle protagonizar desnudos y campañas subidas de tono con menos de 14 años. Detrás de la novia de América había una madre alcohólica, soledad y muchos hombres famosos: George Michael, Michael Jackson, John Travolta, Andy Warhol. Por Will Pavia 

Acomodado en el asiento trasero de un monovolumen negro, charlo con Brooke Shields sobre sus antiguos novios. El listado es impresionante: John Travolta, George Michael, Liam Neeson, Andre Agassi

«Mi madre siempre estaba bebiendo. Desde que nací. No es que me pegara y esas cosas. Simplemente desaparecía»

Hoy cuesta imaginar lo famosa que llegó a ser Brooke Shields a finales de los setenta y principios de los ochenta. A los 12 años encarnó a una niña prostituta en la película de Louis Malle La pequeña, y a los 14 apareció semidesnuda en la historia de amor iniciático El lago azul. Por si el escándalo no fuese suficiente, ese mismo año Shields se convirtió en la supermodelo adolescente tras aparecer en una serie de provocativos anuncios para Calvin Klein, en los que decía: «¿Quieres saber lo que hay entre mis pantalones CK y yo? Nada de nada». Brooke estaba en todas partes.

LA VIRGINIDAD DE BROOKE SHIELDS

«Mi madre siempre estaba bebiendo, desde el día en que nací» comenta la actriz, que ahora tiene 49 años, sentada en el coche. «Nunca perdía los estribos, ni me pegaba ni cosas así. Simplemente se iba a la habitación de al lado y desaparecía. Y tú te preguntabas: ‘Pero ¿dónde se ha ido?'».

Por entonces, todo el mundo creía que la madre de Brooke, Teri, la había vendido a los mejores postores sin el menor escrúpulo. Shields protagonizó su primer anuncio publicitario cuando aún era un bebé. A los 11 años rodó La pequeña. Cuando todavía estaba en el colegio, por las noches iba al Studio 54, donde se relacionaba con Andy Warhol y Grace Jones.

Su vida amorosa durante la adolescencia era conocida por medio mundo, y la gente hablaba de su virginidad en los términos en que hoy se habla de la deuda pública: como un baremo de la ‘salud’ del país. Aunque la impresión general era que su madre, fallecida en 2012, actuaba como una arribista empeñada en ganar dinero con su hija como fuera, en su autobiografía -titulada There was a little girl- Brooke deja claro que la gente se preocupaba por las razones equivocadas. La chica que sonreía de forma adorable en los anuncios y retozaba en El lago azul en realidad tenía un problema mayor que el de protagonizar secuencias de sexo.

LA PESADILLA AL SALIR DEL COLEGIO

La actriz cuenta que volvía del colegio y se ponía a buscar a su madre por los bares de Nueva York. Vivía borracha, conducía borracha, y Shields vivía angustiada ante la idea de encontrarla un día tirada en el suelo, muerta y borracha. Los sets de rodaje eran el único sitio en el que la niña se sentía a gusto. «Allí, mi madre podía beber sin que le pasara nada malo. Allí no la perdían de vista, por si acaso, y eso me tranquilizaba».

En el libro, Shields habla del nacimiento de su primera hija: Rowan. Su madre se presentó ebria y el bebé casi se le cayó de los brazos. «Por la noche miré a la pequeña desconocida y la envidié», escribe, poco antes de comentar su depresión posparto. «Esa niña podía permitirse el lujo de no tener que preocuparse por alguien. Un lujo que yo nunca había tenido».

DINERO PARA ABORTAR

La madre de Shields era de una zona proletaria de Nueva Jersey. Soltaba palabrotas y bebía como una tripulación de marineros. Su padre, Frank, era hijo de una familia de banqueros y príncipes italianos. Se conocieron en un bar en 1964. Cuando Teri se quedó embarazada, el padre de Frank le dio dinero para abortar, pero ella se lo gastó en una mesita para la sala de estar. Se casaron sin muchas alharacas, pero al año ya estaban divorciados.

La pequeña Brooke creció a caballo entre dos mundos: vivía en Manhattan con su madre, tan caótica como bebedora, y de vez en cuando visitaba a su padre en los Hamptons. Para él, Hollywood era un lugar cutre. «Le agobiaba mi fama y hacía lo posible para que mi vida fuera más anónima». Sin éxito. Su hija estaba hasta en la sopa cuando apenas tenía 14 años. «Se negaba a ver mis películas y, si aparecía en una revista, se negaba a leerla».

LAS ESCENAS DE SEXO Y UNA MENOR

La pequeña, la película que la lanzó a la fama, estaba ambientada en un burdel de Nueva Orleans. Shields escribe que la escena del desnudo que suscitó tanto escándalo era «muy muy breve» y que «me fastidiaba un poco que aún no tuviera unos pechos de verdad».

«Se habló mucho de mi desnudo con 14 años, pero lo que a mí me preocupaba era que tenía el pecho demasiado pequeño»

En su descripción del rodaje de El lago azul insinúa una y otra vez que los productores querían que con 14 años se quitara toda la ropa ante la cámara, no solo unas cuantas prendas. En el rodaje estuvo presente una asistente social que «se aseguraba de que el director no tratara de persuadirme para aparecer desnuda de espaldas a mi madre», escribe.

¿De verdad habría hecho una cosa así? «Lo que querían era que nos enamorásemos de verdad», responde. «Querían convertir la ficción en realidad». ¿Una suerte de reality show televisivo de la época? «Justamente. Era lo que estaban empeñados en conseguir». Pero en eso, por lo menos, no se salieron con la suya.

TRES CABALLEROS PARA UNA NIÑA

Al parecer, su madre fue quien tuvo la idea de que saliera con George Michael. Michael era uno de esos hombres ‘caballerosos’ que ella quería para su hija inocente. Los otros dos fueron John Travolta y Michael Jackson. «Cuando conocí a Michael, yo tenía 13 años. Éramos unos críos. Desde el principio vimos algo el uno en el otro. Juntos nos sentíamos seguros, impermeables a la locura que había a nuestro alrededor. Veíamos pelis y comíamos chuches. Por supuesto que nos queríamos, pero nunca hubo nada romántico».

Como es de esperar, George Michael, que por entonces tenía 18 años, no quiso nunca llevarse a la cama a Brooke. «No creo que haya habido un hombre que fuese más despacio en una relación en el mundo», escribe. Bromea sobre que a él le gustaba ir de compras tanto como a ella: «Yo era una virgen conocida. Así que resultaba perfecta para él. Estábamos los dos en medio de la locura de la fama. Estar juntos tenía sentido».

¿Su madre no se daba cuenta de que era gay? Brooke cree que no. Explica, como prueba de ello, que una vez cuando acudieron juntos a una fiesta de Grace Jones, Boy George salió corriendo hacia ellos, gritándoles que se alegraba mucho de que estuvieran juntos. ¿Boy George tampoco se daba cuenta? Shields dice que no.

«Los productores de ‘El lago azul’ querían que nos enamorásemos de verdad. Convertir la ficción en realidad, una especie de ‘reality show'»

Mucho después, la actriz habló con Boy George y llegaron a la conclusión de que, a su modo, un poco raro, todos ellos se ajustaban con fidelidad a los papeles que habían asumido en los años ochenta. Todos iban al Studio 54, donde Shields se relacionaba mucho con Andy Warhol. «Todo el mundo era más o menos amable conmigo… hasta que fui a la universidad», cuenta.

En la universidad todo fue diferente. «Había alumnos que se divertían colgando las muñecas (hechas y comercializadas con la imagen de Brooke) de pequeñas horcas hechas con cordeles de los zapatos». Eso sucedió en los dormitorios estudiantiles de la prestigiosa universidad de Princeton, cuando Shields aparcó temporalmente su carrera como modelo y actriz para licenciarse en Literatura Francesa. «Tampoco es que los alumnos lo hicieran con verdadera mala intención. Era una especie de broma que venía a decir. ‘Esta es una institución académica, y tú eres una pepona que aquí no está por encima de nadie’. La idea era bajarme un poco los humos, hacer que me soltara el pelo y fuera yo misma».

LA PRIMERA VEZ QUE ESTUVO CON UN HOMBRE

Brooke Shields acabó por soltarse la melena. Perdió la virginidad a los 22 años. Fue con un compañero de la universidad de Princeton, Dean Cain, que acabaría siendo el actor protagonista de la serie Superman y con quien llevaba saliendo dos años. «Después de hacerlo, estaba tan sobrecogida que salté de la cama, empecé como a tambalearme y a correr medio desnuda. Tenía miedo de convertirme en demasiado vulnerable y no ser la misma de siempre después de haberme acostado con él. Tenía miedo de haberle fallado a mi madre».

Tras la universidad vino un periodo deprimente, marcado por productores cinematográficos con pocos escrúpulos, películas horrorosas y anuncios de café para las televisiones japonesas. Mientras su carrera declinaba, el comportamiento de su madre cada vez se volvía más problemático.

Su madre había montado un pequeño negocio en torno a su hija: Brooke Shields and Co. Incorporated, que contaba con tres empleados por mucho que el dinero ya no llegara como antes. Shields estaba empeñada en interpretar papeles serios, pero Hollywood no quería saber nada de ella mientras su madre continuara llevando las riendas.

AGASSI Y SU ADICCIÓN A LAS METANFETAMINAS

Andre Agassi acudió al rescate. En ese momento era un tenista muy famoso, campeón en Wimbledon, secretamente enganchado a la metanfetamina. Él mismo se había quitado de encima a un padre opresivo y estaba ascendiendo de forma espectacular en los rankings mundiales. Después de que una amiga mutua los pusiera en contacto, empezaron a escribirse a diario, por fax. La adicción de Agassi a la metanfetamina no fue conocida hasta mucho después, y quizá su comportamiento extraordinariamente atento tuviera algo que ver con la química. El tenista fue a verla actuar en Grease 27 veces. ¿Qué hombre en su sano juicio haría una cosa así? Shields ríe. «No lo sé» , responde. Su actitud era «el producto de un amor desprendido. Todos los demás hombres de mi vida que trataron de librarme de la sombra de mi madre lo intentaron por pura conveniencia personal. Pero Andre fue el primero que me dijo. ‘Ya sé que es tu madre y que siempre va a seguir siendo la misma, pero tendrías que repensarlo todo un poco mejor’. Esas palabras fueron una revelación».

LA RUPTURA DEFINITIVA CON SU MADRE

Brooke anunció a su madre que quería buscar un nuevo representante. Como Teri no se tomó en serio su actitud, Shields llamó a una empresa de mudanzas. Durante el fin de semana, los operarios llegaron y lo metieron todo en un camión. Cuando su madre se presentó a trabajar el lunes, la oficina estaba vacía. La actriz no está segura de que su madre le llegara a perdonar alguna vez aquello. «Tuve remordimientos y voy a seguir teniéndolos, pero había llegado el momento de plantarme», indica.

«Agassi me ayudó a librarme de mi madre. Y lo hizo por amor. Los demás hombres de mi vida lo intentaron por pura conveniencia personal»

Desde ese momento, su carrera profesional empezó a mejorar. Interpretó Grease en Broadway durante seis meses en 1994 y apareció en el episodio de Friends rebosante de famosos que fue emitido después de la Superbowl de 1996. El papel era pequeño, pero lo interpretó con brillantez, lo que le valió su propio programa televisivo, Suddenly Susan.

En el episodio de Friends encarnó a una admiradora locamente enamorada de un personaje de culebrón televisivo e incapaz de distinguir entre la realidad y la ficción. Parece que Agassi tuvo problemas similares durante el rodaje de este capítulo. Según escribe Brooke, tras verla chupar los dedos del actor Matt LeBlanc, el tenista volvió a su casa en Las Vegas y, ciego de celos, hizo trizas «todos y cada uno de los trofeos que había ganado, incluyendo el de Wimbledon y el del Open de Estados Unidos». Shields se encoge de hombros al recordar aquel incidente. «Evidentemente, una cosa así es el síntoma de otra cosa distinta», dice.

Pese a ese episodio, en 1997 Shields contrajo matrimonio con el deportista, aunque un día después de dar el «sí» ya sabía que había cometido un error. Tras el divorcio, dos años después, Agassi comenzó a salir con la tenista Steffi Graf, mientras que Shields inició una relación con su actual esposo, Chris Henchy, con quien tiene dos hijas.

«No tenía ni idea de que George Michael era gay. Pensaba que era muy respetuoso conmigo y mi virginidad»

En la última etapa de su vida, la madre de Brooke sufría alzhéimer y tenía problemas para recordar el nombre de su hija. Al mirar las revistas en las que salía la hija a la que había ayudado a convertirse en superestrella, «los ojos se le iluminaban, porque aquello formaba parte de su pasado». Un pasado borrado en la nebulosa de su cerebro. Brooke tenía que preguntarle. ¿Cómo me llamo, mamá, sabes quién soy? .

LOS HOMBRES DE MI VIDA

George Michael, el primer amor

La idea de que saliese con George Michael fue de su madre, pero a ella le pareció estupendo. Al final resultó que George Michael era gay. «Yo sencillamente me decía que era muy respetuoso conmigo y con mi virginidad», explica con una risa traviesa. De hecho, ella reconoce que estaba por la labor de avanzar en su relación sexual, pero no encontraba respuesta.

John Travolta, el primer novio

Justo después de Fiebre del sábado noche -cuando Travolta tenía 27 años y ella, 10 menos- empezaron a salir. Él iba a buscarla al colegio, «John siempre quedaba conmigo una esquina más allá. Porque se le hubieran echado las fans encima». Ambos vivían con sus respectivas madres en Nueva Jersey. Su amor se deterioró, dice ella, por la mala relación de John con su madre. Solo bailaron una vez. «Me agarró por la cintura y me llevó por todo el local. Me sentí en el séptimo cielo».

Andre Agassi, el primer marido

Al día siguiente de haberme casado con Agassi, ya sabía que se había equivocado. No podía ni formar una frase. Movía mi cabeza como si tuviese una cinta adhesiva en mi boca. De repente, me di cuenta. No debía haberme casado aún , asegura. Pese a ello, estuvieron casados dos años. Para el tenista tiene buenas y malas palabras. Hombre celoso y posesivo, la ayudó sin embargo a librarse de la sombra de su madre.

Dean Cain, el primer sexo

La virginidad de Brooke se convirtió en tema de debate nacional, así que contar cómo fue su pérdida también ha sido noticia. Fue con el actor Dean Cain (el Superman de la serie) cuando ambos estudiaban en la universidad. Fue amor a primera vista. Ella dice que él fue muy paciente con ella respecto al sexo. Él ha comentado: «Ella fue una parte muy importante de mi vida y me alegro de haber tenido alguna relevancia en la suya».

Liam Neeson, el primer desengaño

Liam Neeson la sedujo con poesía y vino peleón, según dice. Le propuso matrimonio y una noche desapareció de su vida. «Estaba conmigo… y un minuto después ya no estaba. Me quedé de piedra. No podía creerlo. El hecho era que ya estaba con otra». Tiempo después la llamó para «arreglar lo nuestro», dijo. «Pero yo lo tenía claro. ‘¡Ni hablar!’ -contesté-. ‘Amárgale la existencia a otra mujer'».

Chris Henchy, su actual marido

Desde 2001, Shields está casada con el guionista y productor de televisión Chris Henchy. Se casaron en México tras ocho meses de noviazgo. Tienen dos hijas. Ella asegura que Henchy le ha dado la seguridad y confianza que necesitaba. Viven en Nueva York.

SUS HIJAS Y LA DEPRESIÓN

Brooke Shields se quedó embarazada de su primera hija a los 37 años, tras siete intentos de fecundación in vitro y un aborto. El nacimiento de su hija Rowan debería haberla hecho inmensamente feliz, pero no fue así al principio. La actriz contó con detalle en 2005 la fuerte depresión posparto que sufrió tras tener a sus hijas, especialmente a la primera. No ocultó que incluso había tenido tendencias suicidas y que necesitó la ayuda de un psiquiatra y fármacos para superarlo. La radical sinceridad de sus declaraciones le granjeó la simpatía de muchas mujeres, pero también un público enfrentamiento con Tom Cruise, que la criticó duramente en televisión. Superaron sus diferencias, el actor incluso la invitó un año después a su boda con Katie Holmes.

[publicado el 4/01/2015]

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