Lo suyo es hacer Historia. Hispanista francés, de padres valencianos, lleva 50 años estudiando el origen del Estado español moderno. Isabel, Cisneros, Carlos V son como de su familia. Gracias a él, algunas páginas de nuestro pasado ya no son tan oscuras.

XLSemanal. Dicen de usted que ha revolucionado la Historia de España

Joseph Pérez. Hombre, no soy quién No me atrevería a soltar semejante disparate.

XL. Es lo que dicen los expertos.

J.P. A ver, si al leer uno de mis libros, alguien descubre que las cosas eran más complejas de lo que creía, me doy por satisfecho.

XL. Según el acta del jurado, gracias a usted han caído muchos prejuicios sobre España. ¿Cuál le agrada más haber echado abajo?

J.P. El tema de la leyenda negra, con la Inquisición, la expulsión de los judíos Son cuestiones sobre las que algunos extranjeros cargaron las tintas. ¡Como si fuera algo particular de España!

XL. Es decir, no niega la leyenda negra, pero matiza que no fue algo exclusivo de aquí

J.P. Bueno, hay diferencias entre España, Francia o Inglaterra, pero la política religiosa de los Reyes Católicos y los Habsburgos no difirió mucho de la de otras naciones. En el siglo XVI, todos los soberanos exigían a sus súbditos practicar su religión. En Francia e Inglaterra se persiguió y castigó la herejía. En Inglaterra, hasta el XIX, no se reconocen derechos a los católicos

XL. España era la potencia dominante, como hoy los EE.UU.

J.P. Esa es la cuestión. La leyenda negra empieza en el XVII, el Siglo de Oro, en que España alcanza su máxima expansión territorial y un impresionante esplendor cultural. España, como los EE.UU. hoy, era una nación admirada, pero que mantenía una actitud arrogante por su dominio del mundo. Es decir, si hoy hablamos del imperialismo de los EE.UU., los europeos del XVI y del XVII hacían lo mismo con respecto a España.

XL. Dice que España despertaba admiración. ¿Se refiere a Cervantes, Lope de Vega ?

J.P. Sí, claro, fueron los dos grandes nombres, pero es que parte de la literatura francesa de la época no se entiende sin el influjo de la narrativa española.

XL. ¿En qué sentido?

J.P. Por ejemplo, la novela de caballería y la pastoril, ese modo de narrar, era algo muy leído en todos los salones de Francia. Pascal, nada menos que Pascal, admiró a santa Teresa, san Juan de la Cruz y a los místicos españoles, que estaban traducidos al francés. Baltasar Gracián era muy conocido

XL. Gracias por los ánimos. Vienen bien con la autoestima tan baja que hay en España por la crisis

J.P. Pues no debería ser así. En España se cree que no, pero la percepción de la cultura española en el exterior es muy buena, de verdad. En el suplemento literario de Le Monde es frecuente encontrar críticas y análisis sobre literatura contemporánea, cine Hace 20 o 30 años no interesaba mucho, pero esto se ha superado.

XL. Hablando de actualidad, en España, la Historia es hoy parte de la política. De un mismo episodio, por ejemplo, se dan versiones divergentes

J.P. Sí, es verdad, y se remarcan las versiones que separan. Nadie habla, por ejemplo, de que en la Guerra de la Independencia los catalanes reaccionaron como unos españoles más contra Napoleón, quien de hecho había promovido el nacionalismo separatista. Fue una guerra de la nación española, un momento patriótico compartido por todos.

XL. ¿Y cuánto duró?

J.P. No mucho, la verdad [se ríe]. Enseguida llegó la pérdida de las colonias, el empuje liberal hacia el centralismo, ignorando a las regiones, la identificación de España con el catolicismo Muchos españoles se alejaron entonces de esa nación que ya no les parecía tan suya. Pero bueno, en un país, como en una familia, siempre hay divergencias. También es cierto que hubo un tiempo en que los portugueses se tenían por españoles, el gran poeta Luís de Camões dijo, sin ir más lejos, todos somos españoles hasta que se independizaron.

XL. Sostiene que, de haber triunfado los comuneros, sofocados por Carlos V en 1520, España estaría más integrada

J.P. Sí, porque en Castilla había una idea más nacional de España. Se habría ido a un país de regiones y señoríos políticamente diversos, pero culturalmente unidos. Así había sido en el siglo XV, cuando, a pesar de las diferencias políticas, existía una idea de solidaridad incuestionable entre Castilla, Navarra, Aragón y Portugal.

XL. En su último libro considera al cardenal Cisneros como el mejor político de la Historia de España. Teniendo en cuenta que murió hace 500 años, es como para deprimirse, ¿no cree?

J.P. Sí, lo sé [se ríe], pero es que no ha habido otro con su altura de miras ni su sentido del Estado. Cisneros es el gran hombre de la Historia de España. La pena es que llegó tarde al poder y apenas lo ejerció. Con él como primer ministro de Carlos V, España sería un país distinto. Además, fue incorruptible y, pese a ser inquisidor general, era muy abierto. Fue muy superior a cualquier ministro de Carlos V.

XL. ¿Y qué me dice de Felipe VI?

J.P. ¿Aparte de que será un honor conocerlo en Oviedo? [se ríe]. Pues que estar a la altura de su padre no será fácil. Me parece, eso sí, que está muy preparado y que conoce la responsabilidad que le corresponde asumir.

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