Para acelerar el proceso de lectura, en realidad, no leemos todo: solo ciertas raíces y terminaciones de las palabras.

Los textos nos persiguen: desde los carteles de las calles, los anuncios y las estaciones de Metro hasta los correos electrónicos, WhastApps, tuits, la prensa… Como abunda la información y escasea el tiempo, hay que hacer una selección y asimilar con rapidez la máxima información.

Se calcula que un adulto lee entre 200 y 300 palabras por minuto. Se consigue mayor rapidez con la práctica si se ha aprendido a leer sobre los ocho años, y se disfruta haciéndolo desde el principio y cuando se utilizan ciertos trucos, como seleccionar lo que se lee y saltarse ciertas palabras o frases.

Un lector medio puede leer entre 200 y 300 palabras por minuto. A este ritmo, hacen falta unas 100 horas para leerse la serie completa de Harry Potter

En realidad no leemos todo: absorbemos las raíces significativas de las palabras y ciertas terminaciones, y del encaje que hacemos con esa información proviene la comprensión. Por eso, la lectura silenciosa es más rápida que la que se hace en voz alta, porque permite omitir ciertos elementos. Es así para la mayoría de los lectores, pero luego hay campeones de lectura rápida, como John F. Kennedy, que leía 1200 palabras por minuto. Y hay nuevos inventos, como el software Spritz, disponible en ciertas apps y que muestra los vocablos de uno en uno y a gran velocidad. Pero tiene fallos: no permite volver atrás ni deleitarse con la buena literatura.

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