Las esculpieron en cera con expresión extasiada y vísceras a la vista. Un  libro analiza estas ‘venus’ de cera utilizadas para estudiar anatomía en el siglo XVIII. Por Fátima Uribarri.

Cuerpo voluptuoso, expresión de éxtasis, pelo humano y ojos de cristal. Así es la Venus de Médici, la estrella del Museo de Ciencias Naturales La Specola de Florencia. Esta figura, que se conserva en una urna con cristal de Venecia, representa el espíritu de la Ilustración. La esculpió en cera el maestro Clemente Susini entre 1780 y 1782. Es una de las inquietantes protagonistas de The anatomical Venus (Thames and Hudson), libro en el que Joanna Ebenstein fotografía y cuenta las vicisitudes de las figuras femeninas de cera que se utilizaron para estudiar la anatomía humana durante los siglos XVIII y XIX.

Las mejores mujeres de cera para estudiar anatomía se crearon en Italia en el siglo XVIII.

El arte de esculpirlas nació en Italia, donde había tradición en ceroplástica heredada de la católica afición por los exvotos. Las muñecas de cera evitaban las dificultades de las disecciones sobre cadáveres (no se pudren), no hay con ellas connotaciones éticas y eran modelos de un realismo sorprendente, sobre todo por fuera: se moldeaba a mujeres que cumplían el canon de belleza del momento. Figuras de cera ha habido desde la antigüedad (el material es barato y reutilizable). Como herramienta médica se utilizan desde el siglo XV, pero las venus de cuerpo entero se empezaron a esculpir en el XVIII.

En 1719, por ejemplo, el cirujano francés Guillaume Desnoues exhibió públicamente por primera vez a una mujer de cera embarazada. La obstetricia es una de las especialidades que más ha utilizado a estas ‘venus’ , a menudo desmontables por capas. Hay figuras muy truculentas. Su realismo despierta «una peculiar desazón», dijo Ortega y Gasset. Provocan repulsión y atracción.

Fátima Uribarri
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