Ni llevaban cascos con cuernos ni eran heroicos ni mucho menos guerreros invencibles. Nuevas investigaciones derrumban el mito de los ‘berserker’, el cuerpo de élite vikingo que ha inspirado libros, películas y series de éxito. Por Frank Thadeusza / Fotos: Getty Images y Album

Vikingos, ¡quiénes cuernos eran!

Llevaban nombres como Snækollr o Sörkvir. Mataban y robaban lo que se les pusiera por delante. A menudo, bajo los efectos del alcohol. Descuartizaban a sus víctimas a hachazos, o las ensartaban con lanzas, sin importarles que estuvieran indefensas. Así eran los vikingos.

Durante muchos siglos, a ningún erudito en su sano juicio se le pasó por la cabeza describir como héroes a los integrantes de estas bandas de saqueadores. No fue hasta la Europa del XIX, imbuida por el espíritu del Romanticismo, cuando un puñado de estudiosos convirtió a estos matones en un linaje de guerreros orgullosos y amantes de la libertad. Desde entonces, los vikingos son figuras de culto.

Entre los siglos VIII y XI, sus incursiones llegaron a América y a los mares Negro y Caspio

La serie de acción Vikingos ya va por la sexta temporada. Incluso científicos respetables se han dejado inspirar por estos matones escandinavos: el profesor estadounidense James Kakalios ha explorado ‘la física de los superhéroes’ en uno de sus libros, donde afirma que los más fuertes de entre los vikingos eran poco menos que invencibles. «No notaban las heridas, simplemente seguían adelante arrastrados por su furia berserker».

SAQUEADORES

¿Qué hay de verdad en estas leyendas? Recientes investigaciones están dejando al descubierto la falta de fundamentos reales de este mito. Por ejemplo, muchos de sus admiradores ignoran que los vikingos no eran un pueblo como tal, solo una minoría de aventureros que se hacían a la mar para saquear las costas.

Viking expedition returning to Scandinavia 9th-10th century AD. (Photo by: Universal History Archive/UIG via Getty Images)

Sus drakkars tenían poco calado y podían surcar también ríos. Con ellos llegaron a Rusia, América o Italia.

La mayoría de los escandinavos se ganaba el sustento como pacíficos agricultores o vivía de la pesca. Los guerreros nórdicos tampoco se lanzaban a la batalla con cascos adornados con cuernos. Este tipo de decoración, además de molesta, los habría convertido en un objetivo fácil para sus contrincantes.

Pero sobre todo hay que dudar del mito central de la leyenda de los vikingos: la fuerza y el arrojo sobrehumanos con los que se lanzaban al combate. El hecho de que hayan pasado a la historia como berserker -el cuerpo de élite de estos guerreros- que blandían sus hachas sin saber lo que era el miedo, es el resultado de «confundir realidad y ficción», según asegura el arqueólogo noruego Are Skarstein Kolberg. En un trabajo publicado en la revista especializada Journal of Military History, este investigador llega a la conclusión de que lo más probable es que nunca haya habido un heroico pueblo guerrero de titanes rubios.

ESPLENDOR Y LEYENDA

Los vikingos vivieron su esplendor entre finales del siglo VIII y mediados del siglo XI. El radio de acción de sus incursiones llegó a extenderse desde Terranova, al oeste, hasta los mares Negro y Caspio, en el este. El mayor problema para los historiadores es que apenas dejaron testimonios escritos. Los relatos sobre la actividad de estos navegantes recogidos en las sagas se escribieron cientos de años más tarde.

Una de las figuras más impactantes de este mundo legendario es la de los berserker. En la actualidad, este término es sinónimo de tipo violento que se lía a golpes cegado por la furia. Según la opinión dominante en el mundo académico tradicional, eran precisamente estos locos rabiosos los que, en su condición de guerreros de élite, decidían la victoria o la derrota en las batallas de la era vikinga. Sin embargo, expertos como Kolberg o el arqueólogo británico Roderick Dale, de la Universidad de Nottingham, tienen serias dudas sobre esta asunción de la historia clásica. Incluso la traducción correcta de ‘berserkr’, término del nórdico antiguo, trae de cabeza a los lingüistas.

La segunda sílaba, ‘serkr’, es relativamente fácil de traducir: significa ‘camisa’ o, en un sentido más amplio, ‘armadura’. Por el contrario, ‘ber’ se puede traducir tanto por ‘oso’ como por la preposición ‘sin’.

La mayoría de los escandinavos se ganaba el sustento como pacíficos agricultores o vivía de la pesca

Para el bardo Snorri Sturluson, el autor de las sagas islandesas que vivió entre 1179 y 1241, los berserker eran guerreros vestidos con ropas ligeras que aprovechaban los huecos en las filas de los enemigos. En un diccionario islandés de 1814 se los definía como saqueadores que entraban en combate en ropa interior.

¿LUCHABAN DROGADOS?

A mediados del siglo XIX, 800 años después de la desaparición de los guerreros del norte, los eruditos empezaron a reinterpretar estas fuentes literarias de una forma totalmente nueva. De un día para otro, aquellos tipos se convirtieron en hombres invulnerables que se lanzaban contra sus enemigos envueltos en pieles de oso, una estampa que hoy sigue siendo la dominante. «Nuestra imagen de la era vikinga es un constructo elaborado por los estudiosos del siglo XIX», sentencia Roderick Dale.

En las sagas antiguas se hablaba de que a los temidos berserker se los golpeaba en la cabeza con garrotes o estacas para dejarlos inconscientes. La explicación que se le dio en el XIX a estos pasajes es que las espadas no podían hacerles nada a estos guerreros. De ahí a que los vikingos fueran invencibles y solo fuera posible dejarlos fuera de combate con astucia y artimañas hay un único paso… el de la fantasía.

Casco vikingo. Bronce. Procedente de una tumba en Vendel, provincia de Uppland (Suecia). Siglos VII-VIII. Museo Histórico (Swedish History Museum). Estocolmo. Suecia. Credit: Album / Prisma

No llevaban cascos adornados con cuernos, los habrían entorpecido y convertido en un objetivo fácil.

Por otro lado, en los relatos antiguos se afirma que estos guerreros se sumían antes de la batalla en un estado de euforia especialmente intimidante para sus adversarios: se cuenta que los guerreros agitaban todo el cuerpo, lanzaban aullidos y espumarajos por la boca y mordían los escudos como si fueran perros.

En 1784, el teólogo sueco Samuel Ödmann desarrolló la teoría de que este comportamiento se debía a los efectos del consumo de una droga psicoactiva: el hongo Amanita muscaria. Bien pensado, esta teoría, que no cuenta con ninguna validación científica, debería haber disfrutado de una vida muy corta, ya que desafía las leyes de la lógica: «Tener soldados drogados corriendo a su aire por el campo de batalla no ayuda a ganar una guerra», razona el arqueólogo Are Skarstein Kolberg. Además, en las antiguas sagas este tema no aparece mencionado por ningún sitio.

Muchos guerreros volvían a casa destrozados y vivían marginados

El arqueólogo británico Roderik Dale afirma que, «tal y como se combatía en aquella época, un estado alterado por drogas alucinógenas no habría sido el más útil, puesto que de lo que se trataba era de que los guerreros mantuvieran la línea». Para este científico es mucho más probable que ese comportamiento fuera resultado de un ritual de motivación para infundirse ánimos antes del combate.

IGUAL QUE EN VIETNAM

En todo caso, no parece que los guerreros nórdicos necesitaran mucha ayuda para ponerse violentos. Kolberg sospecha que muchos de los berserker debieron de ser veteranos de guerra, marcados por las secuelas psicológicas de años de combates, como les ocurre a los soldados en nuestros días. «Diez siglos separan la era de los vikingos de la guerra de Vietnam -dice el arqueólogo noruego-, pero el proceso que da pie al trauma es el mismo».

Al igual que sucede en la actualidad, muchos guerreros volvían a casa mental y físicamente destrozados y vivían marginados por la sociedad. Poco parece quedar en pie del mito heroico de los vikingos.

The Lewis Chessmen, (Norwegian?), c1150-c1200. Wild-eyed berserkers biting their shields from a collection of ninety-three pieces found at Uig on the Isle of Lewis, Outer Hebrides, Scotland. Taking the form of seated kings and queens, mitred bishops, knights on their mounts, standing warders and pawns in the shape of obelisks, most of them are made from Walrus ivory, and a few from whale teeth. From the British Museum's collection. (Photo by CM Dixon/Print Collector/Getty Images)

Las figuras del ajedrez del siglo XII encontradas en Lewis (Escocia) están talladas en dientes de morsa y ballena con una expresión tranquila, salvo las de los furiosos ‘berserker’

No resulta extraño comprobar que en las sagas no aparezca ningún detalle que lleve a pensar que los berserker eran honrados como héroes a su regreso. Al contrario: para muchos de sus contemporáneos, no eran más que un incordio. Estos personajes, con serios daños físicos, víctimas del trastorno por estrés postraumático y que no sabían qué hacer con su vida, pululaban borrachos por los pueblos de Escandinavia dispuestos a meterse en cualquier pelea. Probablemente, a aquellos alborotadores con problemas mentales les habría hecho mucha gracia ver que las descripciones históricas posteriores los presentarían como guerreros míticos.

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