Una historia de España (XLII)
PATENTE DE CORSO
La escabechina de la Independencia, que en Cataluña llamaron del Francés, fue una carnicería, atroz, larga y densa, españolísima de maneras, con …
Firmas
Una casa en la costa
La amistad con Garci me ha contagiado su devoción por la edad dorada de Hollywood. Cuando los directores y sus guionistas, contratados por los estudi…
¿Estamos locos, o qué?
No sé si es reconfortante -o tal vez todo lo contrario- darse cuenta de que no solo en España somos víctimas de lo políticamente correcto y de la imb…
El político y el limpiabotas
Leí hace unos días el librito España, república de trabajadores que el ruso y muy estalinista Ilia Ehrenburg escribió tras hacer un corto viaje por n…
Traidores
Pocas figuras nos resultan tan repelentes y siniestras como la del traidor. Y, sin embargo, la historia está llena de traidores (a una amistad, a un …
Sebastian Seung. El nuevo Leonardo Da Vinci
Hace no mucho, para estar formado, se requería saber de una sola cosa pero en profundidad. Si salía de por medio una nueva disciplina, era mejor olvida…
Fabricando nuestra propia ratonera
Ninguna ratonera funciona sin la complicidad del ratón. Por lo menos, ésas clásicas de madera y alambre con un trocito de queso, que, cuando la beste…
Superhéroes
Me he preguntado muchas veces por qué no me gustan los superhéroes. Y no con la suficiencia de quien se alegra por no cultivar entretenimientos plebe…
Una historia de España (XLI)
PATENTE DE CORSO
Y ahora, la tragedia. Porque para algunos aquello debió de ser desgarrador y terrible. Pónganse ustedes en los zapatos de un español con inteligencia y…
Cada vez más cultos y cada vez más papanatas
Esta historia empieza en Disneylandia, pero no es un cuento de hadas. Claro que, para que se produjera, tuvieron que conjurarse antes ciertos actores…
