‘Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus’ lo convirtió en multimillonario. No en vano es el libro de autoayuda con más éxito de la historia. Ahora vuelve al ataque con otro trabajo en el que aborda el mundo laboral visto por ambos sexos. Hablamos con él en su mansión de California.

El autor de ‘Los hombres son de marte, las mujeres son de venus‘ está sentado en la descomunal sala de estar de su fabulosa casa, adquirida gracias a los montones de dinero que le reportó el libro de autoayuda más vendido del mundo.

Su villa se encuentra en las colinas al norte de San Francisco, en uno de esos distritos para ricos donde las viviendas son cada vez más lujosas a medida que se asciende por la ladera. Él reside en la misma cima. Más bien bajito, Gray hizo fortuna en los noventa con un mensaje simple. hombres y mujeres son distintos. Ellas no entienden que los hombres no hablen de sus sentimientos y ellos no comprenden que las mujeres no quieren que les resuelvan los problemas, sino ser escuchadas. Ideas poco novedosas, tildadas de palabrería pseudopsicológica, pero que propulsaron las ventas de Los hombres son de Marte.

Gray vuelve al ataque, para centrarse ahora en el mundo del trabajo. La tesis de su nuevo libro, Work with me, resulta familiar: las asunciones incorrectas que los hombres y las mujeres efectúan sobre el sexo opuesto, causan malentendidos en la oficina y limitan los dividendos. En otras palabras, «somos víctimas de una crisis cultural porque hemos obligado a las mujeres a comportarse de forma más masculina, al tiempo que reprendemos a los hombres que se comportan de forma masculina».

Para Gray, el hecho de que solo el 14 por ciento de las mujeres hayan accedido a la élite del mundo empresarial no se debe al machismo institucionalizado o a su deseo de retirarse para dedicarse a la familia. Según él, la explicación radica en las hormonas: los varones ambiciosos triunfan porque tienen mucha testosterona. «Yo tengo 61 años y mis niveles de testosterona son un 25 por ciento más altos que a los 30», indica. Por el contrario, según su tesis, la gran mayoría de las mujeres carentes de este mágico fluido se conforman con detenerse en los niveles medios de las jerarquías corporativas.

XLSemanal. ¿Cómo explica la existencia de mujeres con tanto éxito profesional como Sheryl Sandberg, la ejecutiva de Facebook?

John Gray. Mi suposición, y apostaría dinero a que es verdad, es que sus niveles de testosterona son muy superiores a los de la mujer promedio. Yo eso lo tengo muy claro. Gray ha vendido 50 millones de ejemplares en 50 idiomas y no se corta un pelo a la hora de hacer alarde de su riqueza. «Gané mucho dinero. Por eso vivo en esta casa; por eso tengo un rancho; por eso soy propietario de dos islas», afirma sin tapujos. Aunque se le conoce como reputado psicólogo y sexólogo, los críticos siempre han puesto en duda sus credenciales académicas. Él confiesa que el doctorado lo consiguió en un curso por correspondencia de una universidad californiana que ya no existe, pero ya nada impide que el torbellino de Marte-Venus centros de psicoterapia vinculados al libro, CD-Rom, seminarios, un programa televisivo que se emite por Internet, un monólogo interpretado por un actor en Broadway, la compra de los derechos por parte de Hollywood siga girando vertiginosamente. En el mundo de Gray, los hombres son personajes pensativos, melancólicos y de pocas palabras que se retiran a una cueva para relajarse tras una dura jornada en la oficina, mientras que las mujeres son seres que viajan por una permanente montaña rusa emocional. En su nuevo libro ahonda en el tema y defiende lo que llama la inteligencia de género; una capacidad para entender que hombres y mujeres no son iguales y que nos hace proclives a tolerar dichas diferencias.

XL. Han pasado ya 21 años desde la primera edición de ‘Los hombres son de Marte’ y la sociedad ya no es la misma. ¿Cambiaría algo del libro?

J.G. No. El libro es absolutamente fantástico. No tengo previsto cambiar una sola palabra. Siempre están preguntándome lo mismo. ‘¿Hay algo que quiera mejorar?’. Y yo siempre contesto. «No, el libro es estupendo así. Es un libro buenísimo».

XL. Se lo acusa de simplificar mucho cuestiones complejas. En ‘Work with me’, por ejemplo, sugiere que sería posible erradicar el infanticidio femenino en China y la India si en estos países, sencillamente, adoptaran la ‘inteligencia de género’. Un poco fuerte, ¿no?

J.G. No, no, nada de eso. Eso es precisamente lo genial de mi pensamiento. Es posible que le parezca un poco arrogante por mi parte, pero la gente siempre me está diciendo que la genialidad consiste, precisamente, en simplificar ideas complejas. Hay personas que se expresan mediante unas teorías supercomplicadas, imposibles de entender. Yo siempre me digo que esas personas, en realidad, no son inteligentes. Si lo fueran, se las arreglarían para expresarse de forma más simple, más fácil de entender.

Sus ideas pueden resultar simples, pero la historia personal de John Gray no lo es en absoluto. Su padre fue un próspero ejecutivo de la industria del petróleo en Texas, mientras que su madre regentaba una librería especializada en temas espirituales. De hecho, conocía personalmente al líder de la secta Heavens Gate, Marshall Applewhite, que pasó a la historia en 1997 por organizar el mayor suicidio en masa de la historia de los Estados Unidos, cuando Applewhite y otras 38 personas se quitaron la vida en Rancho Santa Fe, en California.

Sus padres esperaban de él que siguiera sus pasos y estudiara en la prestigiosa Universidad de Stanford. Pero, mientras estaba en el instituto, asistió en 1969 a un cursillo sobre meditación trascendental y llamó la atención del líder del movimiento, Maharishi Mahesh Yogi, el gurú de los Beatles e inventor del vuelo yóguico. Nacido en el seno de una familia cristiana, Gray se convirtió en el secretario personal del Maharishi y lo acompañó a su cuartel general en Suiza. Más tarde abandonó el monacato y volvió a California, pero el regreso no fue fácil. a los 28 años se encontró, sin techo, durmiendo en la playa de Santa Mónica. Su madre, entonces, le financió unos estudios de informática. También obtuvo un doctorado por correspondencia en psicología y sexualidad humana y se casó con Barbara de Angelis, también practicante de la meditación trascendental y autora de How to make love all the time (‘Cómo estar haciendo siempre el amor’). Juntos recorrieron el país, impartiendo unos cursillos titulados Para que el amor funcione.

A pesar de sus charlas, lo suyo no funcionó. En 1984, tras dos años de matrimonio, Gray y De Angelis se divorciaron y con la ruptura tuvieron que poner fin al negocio común. Gray, poco después, asistió a un cursillo sobre los géneros masculino y femenino impartido por un hombre llamado Joe Tannenbaum, quien defendía la idea de que los hombres y las mujeres eran distintos. Con este nuevo bagaje cultural, en 1986 hizo una propuesta de matrimonio a su actual esposa, Bonnie, quien le había dicho que no antes de que se casara con Barbara, pero que esta vez no le dio calabazas.

Los lectores de la serie de Marte-Venus, escrita por Gray (que incluye Marte y Venus juntos por siempre, Marte y Venus enamorados, Marte y Venus en el dormitorio, Marte y Venus en una cita y Los niños vienen del cielo), conocen bien a Bonnie. A Gray le gusta salpimentar sus guías de autoayuda con ejemplos extraídos de su vida personal, donde pueden ser mencionados cualquiera de sus tres hijas y sus cuatro nietos.

En anteriores entrevistas, Gray ha dado a entender que tras su época de ascetismo y monacato se tomó el desquite acostándose con muchas mujeres, y uno se da cuenta de que sigue considerándose todo un donjuán. En la preparación para la sesión de fotografía va a cambiarse de ropa; vuelve vestido con traje y al momento indica que los zapatos que calza están hechos en Inglaterra. «Las mujeres se fijan en estas cosas» , dice.

El autor asegura que nunca se siente fatigado, debido es de suponer a los óptimos niveles de testosterona alcanzados con la gestión del equilibrio entre su trabajo y su vida. «Nunca me canso ni me quedo sin ideas. Todos los días doy una charla distinta de hora y media en un canal televisivo por Internet. He publicado 23 libros. Me basta con un mes de trabajo para escribir uno. Yo escribo muy rápido», afirma.

Nuestro anfitrión agrega que se ha curado del párkinson por completo y por mi cuenta por mucho que esta enfermedad sea una dolencia incurable mediante la adopción de un régimen alimentario estrictamente orgánico y la ingesta habitual de suplementos vitamínicos. Según explica, este va a ser el tema de su próximo libro. «Me digo que una cosa es dar consejos sobre la mejor forma de escuchar a tu esposa y que otra muy distinta es dar falsas esperanzas a los lectores cuyos cónyuges sufren de una irreversible enfermedad degenerativa». Pero Gray no parece estar interesado en las matizaciones de este tipo. El suyo es un mundo de soluciones fáciles e inmediatas.

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