Ochenta y seis de los doce mil ciudadanos que vivían en Pompeya en el año 79 han pasado por quirófano. Los expertos tras analizar y escanear sus restos  han hecho descubrimientos sorprendentes: sus dientes son perfectos, y muchos murieron golpeados por las piedras lanzadas por el Vesubio en la erupción que sepultó la ciudad. Por Fátima Uribarri

Un esclavo avanza el primero, lleva un saco de provisiones. Lo siguen dos niños cogidos de la mano. Sujetan una teja a la altura de la cara para protegerse de la lluvia de ceniza, piedras pómez y lapilli; tras ellos va una pareja con una niña pequeña. La mujer muerde un trozo de tela para protegerse de los gases. Cae de rodillas. El grupo lo cierra un hombre. También cae. Intenta levantarse haciendo un esfuerzo titánico, se arquea sobre los brazos y mira a los suyos derrumbados. Muere.

Los restos de las víctimas de Pompeya son un tesoro para la ciencia. Su estudio ha permitido averiguar detalles de su alimentación y sobre el estilo de vida en el siglo I de esta ciudad del sur de Italia.

Así fulminó el Vesubio a dos familias de Pompeya que se unieron para intentar escapar de la erupción del volcán. Murieron el 24 de agosto del año 79, este verano hará 1.938 años de aquello y, sin embargo, cada vez sabemos más detalles de esa terrible tragedia y de sus víctimas. Conocemos más datos, incluso tenemos información médica de los muertos en Pompeya gracias al trabajo de un grupo internacional del que forman parte arqueólogos y antropólogos, pero también radiólogos, expertos en técnicas de escáner e impresoras 3D y también odontólogos que han estado estudiando los restos de 86 fallecidos entonces en Pompeya. Ya hay algunas conclusiones sorprendentes, como la maravillosa salud dental de estos romanos del siglo I. Las dentaduras analizadas son perfectas, de anuncio. Deducen los expertos que se debe a su alimentación, sana y poco azucarada. Otro descubrimiento es que muchos de ellos recibieron fuertes impactos, por lo que las piedras lanzadas por el volcán fueron más pesadas y voluminosas de lo que se creía hasta ahora.

Estos dientes tienen 1938 años y son perfectos, de anuncio. Los odontólogos del grupo de expertos se han quedado sorprendidos. Creen que la alimentación (poco azucarada) ha sido decisiva.

No escaparon

También los análisis confirman que en Pompeya murieron ciudadanos de toda edad y condición: ha habido quienes sostenían que en la ciudad solo habían quedado ancianos y enfermos y que los más fuertes habían logrado escapar.

Lo que vemos son esqueletos cubiertos de escayola. La ceniza petrificó los cuerpos, que se descompusieron. El hueco que crearon se rellenó en el siglo XIX.

Es asombroso poder contemplar con tanto detalle restos milenarios y reales. Los cuerpos retorcidos, los rostros de angustia, las bocanadas desesperadas de los ciudadanos de Pompeya se aprecian con nitidez gracias a su excepcional conservación y a una gran idea de un arqueólogo italiano del siglo XIX.

La tomografía axial computarizada permite ver con detalle la osamenta de los fallecidos en el año 79 dentro de los moldes de escayola. Los recientes análisis desvelan que muchos pompeyanos recibieron fuertes golpes en la cabeza.

Nube ardiente

En solo 18 horas, el Vesubio vomitó 10 millardos de toneladas de piedras pómez, rocas y cenizas. Exhaló una nube tóxica de dióxido de carbono y azufre. Y provocó una temperatura de unos 300 grados en Pompeya y de unos 500 en Herculano. Los ciudadanos que cayeron fulminados por los gases fueron inmediatamente cubiertos por toneladas de ceniza. Esta manta se petrificó y protegió sus cuerpos y los de las dos ciudades durante 17 siglos. Los restos de Pompeya y Herculano se encontraron en el siglo XVIII: Carlos III de España, entonces rey de Nápoles, impulsó las excavaciones. En 1875, el arqueólogo Giuseppe Fiorelli tuvo la genial idea de rellenar con escayola el hueco que dejaron los cuerpos al descomponerse tras ser cubiertos por la ceniza. Por eso podemos apreciar el milagro de ver muecas y gestos milenarios y reales: cuesta creer que no son estatuas.

Debido a su mala conservación, la Unesco amenzó con retirar el título de Patrimonio de la Humanidad a Pompeya

Ochenta y seis de estos cuerpos rellenos de escayola han sido analizados por primera vez con absoluto rigor científico en las mismas ruinas de Pompeya. Como si fuera un hospital de campaña, los expertos utilizan jeringuillas, mascarillas y escalpelos para restaurar la escayola dañada. Durante el préstamo para una exposición en Japón sufrieron golpes e incluso amputaciones de brazos y piernas. Este descalabro supuso el detonante de un tirón de orejas de Europa a los responsables italianos de la conservación de Pompeya. Europa les ha dado, primero, un ultimátum (la Unesco ha amenazado con retirar a las ruinas el calificativo de Patrimonio de la Humanidad) y, después, una generosa subvención de cien millones de euros para restaurar varias dependencias -entre ellas, la maravillosa Villa de los Misterios y sus coloridos mosaicos- y que estos ochenta y seis pompeyanos fueran reparados y estudiados a fondo.

Copias en 3D

Estos pacientes pétreos han pasando por una TAC de última generación y por un escáner dotado con láser con el propósito de averiguar su edad, enfermedades, alimentación, estilo de vida y las causas de su muerte. También se está buscando solución a los desperfectos provocados por el préstamo de estas valiosísimas piezas y se están fabricando réplicas en 3D.

«Es la primera vez que hacemos un trabajo que engloba la restauración de los moldes, su conservación y su copia en 3D. Este estudio nos ha proporcionado datos nuevos. Por ejemplo, gracias al análisis de los huesos de la caja craneal y de las fontanelas, los dientes y las fibras de ADN, podemos conocer mejor los perfiles de los habitantes de Pompeya», explica Stefano Vanacore, director del laboratorio de restauración del Gran Proyecto Pompeya, la iniciativa aupada por Europa para dar nueva vida a Pompeya.

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