Presentaciones de empresa, exámenes orales Hablar en público cada vez es más importante. Sin embargo, muy pocos están preparados para superar la prueba con éxito

El temor al propio fracaso y la timidez pueden conducir a auténticos ataques de pánico. ¿La buena noticia? El gran orador no nace. se hace. Sepa cómo convertirse en uno.

El tema no es menor: puede uno sufrir taquicardia, hiperventilación, rigidez muscular, molestia estomacal incluso ataques de pánico en toda regla. Casi todos los que me contratan son estudiantes que deben presentar su doctorado, opositores o empleados que deben hacer presentaciones en su trabajo, porque la necesidad de hablar en público está a la orden del día , explica Natalia Gómez del Pozuelo, experta en comunicación y oratoria, además de autora de libros como Libérate del miedo a hablar en público o Hablar en público con éxito. No se trata, por tanto, de dar conferencias ni nada parecido. Al igual que asumimos que es necesario redactar correctamente, aunque no seamos novelistas, la necesidad de hablar en público se multiplica en el mundo de hoy. En otras culturas, en particular la estadounidense, la capacidad de comunicación ante un auditorio más o menos amplio forma parte del bagaje de cualquier profesional de éxito. La última plasmación de ello es el éxito de las charlas TED (tecnología, entretenimiento, diseño), que se han convertido en un fenómeno gracias a su difusión gratuita a través de YouTube. Escritores, artistas, emprendedores de nuevo cuño o científicos difunden sus experiencias y conocimientos en breves intervenciones con un tono desenfadado.

Jeremey Donovan, uno de los organizadores de TED Talk, ha explicado los aprendizajes obtenidos en el libro Método TED para hablar en público (Ariel), recién traducido al español. Aunque no todas sus enseñanzas sean trasladables al ámbito cotidiano empresarial o educativo, muchas de ellas sí pueden tener alguna aplicación. Por ejemplo, la necesidad de seleccionar para los oyentes una sola idea central, que cambie su forma de concebir el mundo o le convenza de pasar a la acción. «Tus relatos pueden inspirar a los demás; lo único que necesitas es aprender a compartirlos con todo tu ímpetu emocional», señala igualmente.

Hay dos territorios que conquistar para hablar en público de forma satisfactoria, según explica el psicólogo José María Buceta, autor de Hablar en público (Editorial Dykinson) entre casi una veintena de libros divulgativos. Por un lado está el miedo a ser evaluado negativamente por los demás, lo que se plasma en el temor a hablar en público, entre otras cosas. Cuanto más se vaya evitando, ese miedo crece. Y por otro están las personas que carecen de habilidades apropiadas para impactar en la audiencia. «Fracasan en transmitir una emoción que los conecte con los oyentes y les deje huella».

Quien sufre glosofobia, el término médico para el temor a manifestarse en público, en primer lugar debe reconocer el problema para buscarle una solución. El tema no es menor. la sintomatología incluye incremento de la frecuencia cardiaca, hiperventilación, rigidez muscular, molestias estomacales, sudoración Pueden producirse ataques de pánico en toda regla. Además, aunque la glosofobia es una consecuencia de la inseguridad personal, también puede convertirse en un desencadenante de problemas posteriores. si las situaciones de tensión se multiplican, afectarán a la autoestima, extendiendo ese mismo temor al fracaso a distintos ámbitos que podían marchar con seguridad previamente. Buceta insiste, por tanto, en que el primer paso es dejar de evitar las situaciones de este tipo, a fin de no hacer crecer la fobia. Cuanto más nos sometamos a situaciones que nos provocan temor, aunque su resolución no sea del todo positiva, menos temor nos causarán. El segundo paso puede ser, en caso de necesidad y de imposibilidad de superar el miedo con ejercicios de exposición pública, ponerse en manos de un profesional. Un psicólogo nos aleccionará para enviarnos mensajes internos positivos, detectar los pensamientos negativos o realizar ejercicios de relajación básicos, sean respiratorios o paradas de pensamiento con técnicas conductistas.

Pero también existen recetas caseras que pueden servir para casos leves o para personas que solo excepcionalmente tengan que ponerse ante un auditorio. La primera es, por supuesto, hacer el esfuerzo de dominar a fondo el tema. No aprenderse de memoria el texto, sino tener claro en la cabeza un esquema sobre el que, a partir de nuestros conocimientos, podamos desenvolvernos. Incluyendo, por supuesto, la información necesaria para responder posibles preguntas. Un buen orador no necesita material adicional, Power Points o papeles. Solo conocer el tema , explica Buceta. Es fundamental que en ese esquema destaque cuál es el mensaje básico que queremos transmitir. Donovan insiste en que para las charlas de TED recomiendan que cada conferenciante tenga claro un lema inolvidable, «de tres a doce palabras, que se repita al menos tres veces».

Con la seguridad de pisar terreno firme en lo que vamos a explicar, hay que ponerse a prueba, aunque sea en un ambiente controlado. Gómez del Pozuelo recomienda ensayar con alguien que sepa del tema que vamos a tratar. «Y si no es posible, al menos grabarnos, aunque sea con el móvil, y ver con ojos críticos el resultado». Buceta añade que, en caso de que no haya otra opción, puede ser interesante practicar delante de familiares y amigos, como un apropiado primer eslabón en el caso de personas con mucho miedo. «La confianza crece cuando se comprueba que se es capaz de hacerlo, y un entorno cómodo facilita el éxito del ensayo».

Dentro de la necesaria mentalización para la gran cita, un elemento clave es la comprensión del público. Como señala Gómez del Pozuelo, dejamos de «temer lo que aprendemos a conocer». Hay una idea fundamental al respecto repetida por todos los expertos. nuestros oyentes no desean nuestro fracaso y tardan bastante en advertir nuestros nervios. Además, en la mayor parte de los casos estarán interesados por lo que queremos explicar, con lo que esble que contemos incluso con su simpatía de entrada. El interviniente debe aceptar a sus interlocutores como personas cercanas. al menos lo serán en lo que se refiere a intereses personales o profesionales. Una vez comenzado el discurso, es importante mantener el nivel de atención de la audiencia, lo que supone un problema para las personas con dificultades para conectar emocionalmente con los demás, pero tiene un perfil sencillo de resolver según este psicólogo. En pocas sesiones de trabajo se pueden aprender pautas útiles, que dependerán de las fortalezas y debilidades de cada uno. «Desarrollar tanto habilidades emocionales como organizativas, no verbales (ubicación, expresiones, gestos ), paralingüísticas (tono, volumen y velocidad de la voz), verbales y de contenido».

Natalia Gómez del Pozuelo insiste igualmente en que el índice de resolución de estos problemas entre quienes acuden a un profesional es muy alto; y en que los beneficios de solventarlos se extienden más allá de la necesidad profesional, porque hablar en público fomenta herramientas tan útiles como «el pensamiento crítico, la capacidad de síntesis o el trabajo en grupo creativo». Y debe de ser cierto que se consigue salir del problema, puesto que los dos oradores más famosos de la Antigüedad, Demóstenes y Cicerón, reconocieron haber sido glosófobos en su juventud.

Nuevo XL Semanal
El nuevo XLSemanal

A partir de ahora consulta los nuevos contenidos en la web de tu periódico

Descúbrelos