Es todo un fenómeno social. Millones de seguidores aplican las reglas de esta japonesa para tener la casa limpia y en orden. Incluso la revista ‘Time’ ya la considera una de las personas más influyentes del mundo. Le contamos las claves del método KonMari. Por Daniel Méndez

«Si algún día me hago un tatuaje, dirá. ¡La chispa de la alegría!». La frase es de la actriz Jamie Lee Curtis y apareció en uno de los números de la revista Time más esperados del año. aquel en el que eligen a las cien personas más influyentes del mundo. Entre ellas se encontraba, en la pasada edición, la japonesa Marie Kondo.

Con apenas 30 años, esta gurú del orden ha llegado lejos. Más de 5 millones de lectores en más de 30 países han caído rendidos ante su peculiar amalgama de filosofía oriental, fengshui y coaching con un único y fundamental objetivo: enseñarnos a mantener nuestras casas ordenadas y, por extensión, nuestras propias cabezas. Aunque para los no iniciados pueda resultar sorprendente, la frase que Jamie Lee Curtis quiere grabar en su piel se encuentra en el meollo del método KonMari, como lo denomina la propia autora y su creciente séquito de seguidores.

¿Inspira alegría? Esa es la gran pregunta que debemos hacernos con cada uno de los objetos que tenemos en casa. Si la respuesta es afirmativa y surge la chispa de la alegría al sujetarlo entre las manos, nos lo quedamos. Si es negativa, fuera. Queda descartado.

Desechar es, pues, el primer paso y la clave para evitar el temido efecto rebote: ese que echa a perder meses de esfuerzo en una dieta, al hacer que la balanza vuelva al lugar de partida. Lo mismo que ocurre al tratar de perder peso puede suceder en casa o en el armario. ¿Cómo evitarlo? Desechando. «En cierto momento de mi vida, prácticamente me convertí en una máquina de desechar», escribe Marie en su libro. Y por ahí empieza siempre la tarea de ordenar.

Selección natural 

¿Cómo se llega hasta ahí? La clave reside en reunir todos los objetos de una misma categoría. Nada de ir por zonas de la casa o por habitaciones. Si estamos con el armario, por ejemplo, reunamos toda nuestra ropa en un mismo sitio, en el suelo o sobre la cama. Hagamos un gran montón con todas y cada una de nuestras prendas. Ojo, el criterio es estricto: según el método de Marie Kondo, si algo ha quedado olvidado, ya no hay opción. Lo descartamos, salvo -apunta en su libro- La magia del orden aquello que se encuentre en la tintorería. Una vez que tengamos una buena pila con toda nuestra ropa, llega el momento de decidir con qué nos quedamos.

Pero, antes de continuar, otra clave que indica la autora japonesa: limpiar es un momento especial. Dediquémosle atención plena y hagámoslo en privado, a solas y lejos de las miradas y los juicios de valor de nuestra pareja, padres o hijos. El objetivo, evitar esa frase que puede dar al traste con todo. «Pero ¿vas a tirar esto?». Y, además, subraya Marie Kondo, evitemos dar aquello que tiramos. «Lo que a ti no te hace falta, tampoco a tu hermana». Por supuesto, quien dice tirar dice reciclar, llevar a un punto limpio o donar. Pero no andemos regalando a nuestros amigos o familiares lo que ya no nos sirve. Como mucho, sugiere, preguntemos antes de empezar nuestro proceso de limpieza, si necesitan algo. Si no, nada. Es muy estricta en este sentido.

Ropa que no has de usar déjala marchar

¿Cómo decidimos si realmente nos hace falta esa camisa, pantalón o falda? Hay que ir cogiendo del montón de ropa acumulada cada prenda una a una. Sujetarla con ambas manos y preguntarse muy seriamente. «¿Esto me hace feliz?» Si al sentirlo dispara esa chispa de la alegría que mencionaba Jamie Lee Curtis, quiere decir que merece la pena conservarlo. Si no, la prenda en cuestión ya ha cumplido su función. Démosle las gracias y dejémosla ir. Este último aspecto es también importante en el método KonMari. se debe agradecer a los objetos la función que han desempeñado para nosotros. Hay que cuidarlos como se cuida a las personas. Guardarlos en un cajón es mucho más que almacenar, según su visión: es permitirles descansar. En un armario, la ropa está dormida. Tenemos que despertarla para poder ordenarla. Y en un orden concreto: camisas, blusas y jerséis; pantalones y faldas; ropa para colgar (chaquetas, abrigos, trajes ); calcetines y ropa interior; bolsos de mano; accesorios como bufandas, cinturones, sombreros ; ropa para actividades específicas, como trajes de baño o uniformes y zapatos.

Ordenar para cambiar la mente. Según la filosofía de Marie Kondo, cuando uno pone orden en su casa, está haciendo lo mismo con sus asuntos personales y con su propio pasado.

Eso sí, se deben respetar todavía dos criterios más. La autora desmonta el mito de que hay que separar la ropa por temporadas. «Nada de tener un armario de verano y uno de invierno. La costumbre de empaquetar la ropa de temporada está obsoleta afirma ella con rotundidad. Con la introducción del aire acondicionado y la calefacción central, nuestros hogares están menos expuestos al clima exterior». Mejor tener poca ropa, solo la que de verdad nos pongamos, y siempre a mano. También es contraria a tener ropa de andar por casa y ropa de calle: «solo servirá de excusa, opina, para almacenar aquello que nos dé pena tirar». «Y es tan importante reforzar una imagen positiva de nosotros mismos en casa como en el exterior. Lo que usas en tu casa tiene un impacto en tu propia imagen».

Almacenaje vertical

Tras la selección, que debería llevarnos a conservar tan solo una tercera o una cuarta parte de lo que teníamos, llega el momento de guardar la ropa. Ya lo hemos dicho: de dejarla descansar. Hay una parte que debe ir colgada, pero la gran mayoría de nuestras prendas se pueden y se deben doblar correctamente. ¿Cómo? «El acto de doblar [la ropa] -escribe- implica mucho más que aplastarla para guardarla. Es un acto de cariño, una expresión de amor y aprecio por la manera en la que esa ropa contribuye a tu estilo de vida». Y es un modo de cuidarla. te-ate, la palabra japonesa para curación significa literalmente poner las manos.

¿Y cómo doblarla? Como se dobla un kimono: buscando un rectángulo que doblaremos sobre sí mismo hasta dar con una pieza que se sostiene erguida. Esto nos permitirá guardar la ropa verticalmente en los cajones y baldas, de manera que, de un solo vistazo, podamos contemplar cada prenda. Y nada de andar comprando productos de almacenaje, como grandes cajas de plástico. Como mucho, nos hará falta una caja de zapatos para mantener la ropa interior en orden. El resto simplemente se guarda en vertical, sin apilar. ¿Dudas? «Solo te llevará diez minutos reorganizar tu armario, inténtaló», concluye Marie Kondo. Y afirma que su método puede transformar nuestras vidas. Ordenando la casa ordenamos también nuestra mente y nuestras vidas. Y muchos millones de lectores le han dado la razón. ¿Te animas a practicar el método KonMari?

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