Convertida en fenómeno mundial tras el éxito con sus tres novelas anteriores, María Dueñas lanza una nueva apuesta editorial ‘Las hijas del capitán’. Por Virginia Drake/ Fotos Carlos Luján y Getty Images

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Mujercitas, Lo que el viento se llevó y Pretty woman se dan cita en Las hijas del capitán (Editorial Planeta), la nueva novela de María Dueñas que llega a las librerías el 12 de abril. Tras El tiempo entre costuras, Misión olvido y La templanza -seis millones de ejemplares entre las tres-, la última obra de María Dueñas, nacida en Puertollano hace 54 años, cuenta tres historias de amor en el Nueva York de la emigración española en los años treinta.

Nueva York

Recorremos con ella sus calles para ofrecerle en exclusiva detalles de un libro que dará mucho que hablar.

XLSemanal. ¿Sabe cuántos libros ha vendido con sus tres títulos anteriores?

María Dueñas. No tengo ni idea, no sé los números; muchos.

XL. ¿Qué críticas ha recibido de ‘Las hijas del capitán’?

M.D. Solo la han leído gente de mi editorial y un puñado de personas muy cercanas, pero noto que los lectores la esperan con interés. Mi ritmo de publicación no es muy rápido: publico una novela cada tres años.

XL. Amores y desamores, desarraigo y emigración, pobreza y riqueza, miseria y glamour, abuso y acoso, intrigas y asesinatos. ¡No le falta de nada!

M.D. Al final son las circunstancias de la condición humana. ¿Cuántas familias emigraron de España y se encontraron con calamidades aún mayores que las que dejaron en su país? Son historias muy cercanas.

XL. Otra vez en una novela suya la necesidad de reconstruir vidas femeninas rotas…

M.D. Porque prefiero dar el protagonismo a mujeres echadas para adelante y con coraje antes que a las timoratas, amedrentadas y cohibidas. Son mujeres que se van haciendo fuertes poco a poco, que seducen a los hombres, pero que no solo los convierten en sus amantes, sino también en sus cómplices y amigos. Es un libro de mujeres de otra época en el que, a la vez, hay hombres con protagonismo evidente.

Maria Dueñas

‘Las hijas del capitán’ nos traslada al Nueva York de la emigración española de los años 30. Concentrados en lo que vino a llamarse Little Spain

XL. Nueva York acogió a muchos emigrantes con los brazos abiertos…

M.D. Es que Nueva York se hizo de emigrantes. Y no solo eran bien aceptados, sino que se hacían llamamientos para atraerlos. En el siglo XIX y hasta mediados del XX entraban en la ciudad barcos enteros de indocumentados a los que no se les pedía un papel. Varias décadas después empezaron a imponerse las cuotas de entrada y las restricciones, hasta llegar a la terrorífica situación actual.

XL. Describe la solidaridad entre los españoles…

M.D. Era lógico, estaban solos en tierra extraña sin conocer el idioma y con otra cultura. Fueron muchos los españoles que emigraron a Nueva York, cerca de treinta mil, pero pocos en comparación con otros grupos.

Don Alfonso de Borbon

Alfonso, príncipe de Asturias, y su esposa Edelmira son dos de los personajes que vivieron aquel Nueva York español de los 30

XL. Las protagonistas de su novela se relacionan con Xavier Cugat o don Alfonso de Borbón y Battenberg, entonces príncipe de Asturias.

M.D. Para don Alfonso, conde de Covadonga, pensaba una novela aparte; pero uní ambas historias porque coincidían en tiempo y lugar. Su vida fue apasionante. El hijo mayor de Alfonso XIII fue víctima de su hemofilia, de la situación de su familia, del contexto histórico y político… Valía la pena recuperarlo.

XL. ¿Todo lo que cuenta de él es real?

M.D. Todo está documentado, le he seguido los pasos de cerca: libros, la prensa neoyorquina de la época… Además, conseguí las memorias de su exmujer, la cubana Edelmira Sampedro, a la que la familia real española llamaba la Puchunga. Solo me tomo alguna licencia para hacer coincidir momentos.

Xavier Cugat

El músico catalán Xavier Cugat y su esposa la diva Abbe Lane fueron protagonistas el Nueva York de aquellos años

XL. ¿Por qué Nueva York?

M.D. Quería escribir de mujeres emigrantes y valoré distintos escenarios hasta decidirme por Nueva York. Quería mantener vivo el legado que dejaron allí los españoles. Otros países se matan por mantener sus legados, los valoran y los miman, pero nosotros somos muy dados a entrar con la piqueta en todo. Quería mostrar un poco más esa parte de nuestra historia.

XL. ¿Su marido es catedrático de Latín, es pieza clave en su periodo creativo?

M.D. Es pieza clave, pero no me asesora, al revés: me da alas, no es nada invasivo. En cuestiones de creación literaria no acudo a nadie.

XL. ¿Quién es la persona que lee primero su libro?

M.D. Mis editoras y, como mucho, le enseño a mi marido alguna parte. Prefiero que me llegue el consejo o la orientación de forma más profesional. Con El tiempo entre costuras sí que di partes a algunas personas; pero ya no.

XL. Después de tres éxitos editoriales, ¿sabe bien lo que el lector demanda?

M.D. Bueno, cuando escribí el primer libro, no sabía qué había detrás y ahora ya lo sé. Aun así, no escribo para vender muchos libros. Si no, hubiera escrito cuatro como aquel y no lo he hecho.

XL. A lo mejor es muy difícil escribir cuatro libros como ese.

M.D. No, todo lo contrario. Hubiera sido muy fácil escribir una segunda parte de El tiempo entre costuras y no quise hacerlo. Que tampoco digo que tuviera garantizado el éxito con una segunda parte… Pero prefiero que cada proyecto sea un reto que me ilusione y apasione, dejarme en él la vida.

XL. Eso suena un poco a chulada…

M.D. No, no, por favor. Claro que quiero vender muchos libros y que la gente me lea, pero prefiero tener éxito con un proyecto nuevo que me apasione y me ilusione otra vez.

XL. No hay nada malo en hacer sagas con los mismos personajes…

M.D. Es que paso tres años dedicada a cada libro y quiero que sean gozosos, satisfactorios, ilusionantes e inspiradores. Por eso, en cada novela empiezo de cero y me hago una cápsula en la que vivo hasta que sale la novela.

XL. El sexo más o menos explícito es un recurso en boga últimamente; sus novelas en ese sentido, sin embargo, son bastante puritanas.

M.D. En esta hay sexo, pero es más una tensión sexual evidente. No es que me niegue al sexo explícito, pero no lo necesito para atraer a más lectores.

«Me gusta dar el protagonismo a mujeres echadas para adelante y con coraje antes que a las timoratas, amedrentadas y cohibidas»

XL. ¿El abuso y el acoso a las actrices están presentes en esta novela porque es un tema muy actual?

M.D. Todo lo que le ocurre a la pequeña de las hermanas lo tenía escrito antes de que salieran a la luz las denuncias en Hollywood. Me puse un poco en guardia al conocerlas, no quería que pareciera una oportunista trayendo a la historia este tipo de escándalos. La monja de la novela se lo dice al principio a las tres hermanas. «Sois las más vulnerables de la sociedad porque sois emigrantes, pobres y mujeres, y con esos mimbres estáis expuestas a todo».

XL. Cien años después sigue igual…

M.D. Pero ahora tenemos otra voz y la conciencia de que no nos tenemos que dejar avasallar. Dicho lo cual sigue habiendo abusos y acoso; por desgracia es algo global y transversal.

XL. El papel de madre que quiere la seguridad de sus hijas a través del matrimonio tampoco es agua pasada.

M.D. La madre es una viuda que está sola, con pocos recursos, pocas luces y un mundo muy limitado; por eso tiene la sensación de que sus hijas van a estar más protegidas con un hombre maduro al lado con capacidad económica. Pero, al final, todos los padres queremos que las parejas de nuestros hijos sean las más acertadas posibles.

XL. ¿Es usted una madre protectora?

M.D. Lo normal: mis hijos llevan sus caminos, pero ahí estoy yo atenta.

XL. ¿Les ha afectado su éxito?

M.D. Se han mantenido bastante al margen. Para mí es importante que mi familia no esté expuesta a todo esto. Tienen claro dónde empieza la madre profesional y dónde está la familiar.

XL. ¿Ha notado recelo o envidia por parte de algún escritor consagrado que, posiblemente, venda mucho menos que usted?

M.D. No lo he notado ni tampoco tengo mucha curiosidad por saber si esto ocurre. Yo no hago mucha vida literaria ni participo en capillas de ningún tipo, y tengo una relación muy cordial con los autores con los que he coincidido en algún momento. Estamos todos muy liados de tiempo para preocuparnos por lo que hacen los demás.

XL. ¡Ya, ya!

M.D. Bueno, bueno [risas], puede haber algo de eso; pero yo voy muy por libre y tengo una relación fantástica con hombres y mujeres escritores. No tengo ningún problema, en absoluto.

XL. ¿Cómo organiza su tiempo los tres años entre un libro y otro?

M.D. Los seis u ocho meses siguientes a la publicación son de promoción y todavía tengo la última en la cabeza. Después invierto un año largo en investigación; y en los últimos diez meses, aproximadamente, escribo la novela y la corrijo.

XL. ¿Cuenta con ayuda a la hora de buscar documentación?

M.D. No, lo hago sola. Además, esa parte es la que más me gusta.

XL. ¿Sigue pensando que escribir una novela es muy fácil?

M.D. [Se ríe]. Sí, tengo la suerte de escribir a mi aire y sin presión, yo me marco mi camino y la editorial no me fija ningún plazo, elijo sobré qué quiero escribir y cuándo quiero publicar… Cuando trabajaba en la vida académica no podía elegir tanto, porque estaba sometida a plazos y calendarios cerrados, y eso resulta mucho más estresante, máxime si tienes niños pequeños y una carrera por hacer. Ahora vivo mucho menos agobiada que cuando daba clases.

Maria Duenas escritora

XL. Siempre dice que su vida sigue siendo igual que antes, pero ha cambiado su actividad profesional, su situación económica; la reconocen por la calle en muchos países, requieren su presencia en cantidad de eventos…

M.D. Evidentemente, todo eso ha cambiado y fue un proceso brusco al principio. Pero han pasado ocho años desde El tiempo entre costuras y sigo cerca de mis familiares y de los amigos de siempre: no he roto con nada ni con nadie. Hay temporadas que estoy muy expuesta, pero tampoco soy de los que después se encierran a escribir y nadie los ve. Cuando no estoy promocionando los libros, hago una vida como la de cualquiera que trabaja.

XL. ¿Realmente es una mujer tan lógica, controlada y equilibrada como aparenta o tiene días en los que se tiraría por el puente de Brooklyn?

M.D. ¡Hombre, claro que los tengo! Pregunta en mi casa cómo me levanto algunos días [se ríe]. No soy fría, en absoluto. Pero me he convertido en una persona bastante estructurada e intento que mi vida tenga siempre un orden.

XL. ¿Cómo es pasada de vueltas?

M.D. ¡Puf! Juro en arameo. Puedo ser muy heavy, pero no voy a contar detalles. Me cuido de que ningún periodista me desquicie y me vea en esa faceta.

XL. Mientras escribió ‘La templanza’ murieron en un corto espacio de tiempo su madre y uno de sus hermanos, ¿una situación así afecta a su ánimo y se refleja en la escritura?

M.D. Afecta a tu estado de ánimo, claro, y ahora he tenido más pérdidas, pero eso no se refleja en mi trabajo. Como le pasa a cualquier persona a la que le dan tres o cuatro días libres cuando fallece un familiar tan cercano, tienes que volver a trabajar y aparcar ese problema.

XL. Pero escribir ¿no es una labor íntima que refleja un estado de ánimo?

M.D. Para mí, no; al final es trabajo y debes separar una cosa de la otra. A veces incluso escribir es un refugio ilusionante en momentos de niveles anímicos más bajos. Yo afronto bien las crisis e intento que lo exterior me afecte lo menos posible al escribir. Aunque siempre hay días mejores y peores, días más productivos y menos productivos, yo siempre trabajo con un ritmo y una estructura pautados.

Maria Duenas

XL. ¡Todo programado y bajo control!

M.D. [Se ríe]. Eso me lo dan veinte años de vida académica a mis espaldas. No soy prusiana ni tan inflexible, no pienso que cada día tengo que escribir un número de páginas, pero procuro llevar un ritmo constante. Si un día me levanto sin ganas, no me voy de compras, me aguanto y trabajo igual.

XL. ¿Mantiene contacto estrecho con sus lectores?

M.D. Suelo tener un contacto muy fluido, pero solo durante la promoción de los libros y cara a cara, no a través de las redes sociales, que nos las llevo yo porque no tengo tiempo y porque sería crearme una responsabilidad mayor. Si estuviera activa en redes, me vería en la obligación de responder a lo que me dijeran y de opinar sobre todo. Prefiero mantenerme al margen y no abrir esa puerta. Cuando termina la promoción, pliego. Y eso los lectores lo entienden. No quiero tener un canal constantemente abierto.

XL. Si no le hubieran ido tan bien las cosas, ¿hubiese recurrido a las redes?

M.D. No tengo ni idea, por fortuna no me hacen falta; aunque reconozco que son una estrategia estupenda de promoción.

XL. Cuando dedica un libro a un lector, ¿qué le pone?

M.D. Pues le pongo su nombre y luego «con cariño», «con mucho cariño», «con muchísimo cariño»…, depende de la cola que tenga para firmar [se ríe].

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