Asegura que no le preocupa nada su imagen y que no piensa jamás en el dinero. Sin embargo, a Ford le tiene ‘mosqueado’ que se diga de él que es un cascarrabias y está dispuesto a demostrar lo contrario: descubrimos a un tipo sencillo, afable y hasta gracioso. Por Ixone Díaz Landaluce

«No me encuentro bien: tengo catarro», dice Harrison Ford, frunciendo el ceño, mientras se toma una aspirina y da un trago a una botella de agua.

No es una buena noticia: a Ford no le gustan las entrevistas y arrastra una reputación de arisco y cascarrabias que hace ponerse en guardia a cualquier periodista. Si, además, está resfriado… pero no. Hoy, el actor está dispuesto a quitarse su dice inmerecida fama de gruñón. Intenta ser locuaz y prueba a sonreír, aunque el amago se queda en esa famosa mueca con el labio torcido que es su manera de hacer notar que algo le ha hecho gracia, pero tampoco mucha. Una vez que comienza la conversación, hasta se relaja y cuenta un chiste. Todo, con esa expresión de tipo duro que lo ha convertido en un mito vivo del cine. Ahora vuelve a ser carne de taquillazo en Cowboys and Aliens, donde interpreta a un coronel que gobierna un pueblo del salvaje Oeste con mano de hierro hasta que los extraterrestres deciden invadirlo.

Confiesa Ford que el papel le llegó de rebote cuando otro actor lo rechazó. Su carrera está construida sobre ese tipo de carambolas. Fue a clases de interpretación porque quería ligar y, cuando un pez gordo de Hollywood le dijo que no tenía futuro como actor, se hizo carpintero. Así conoció a George Lucas, para quien construyó los armarios de su cocina. También de rebote logró Harrison Ford el papel de Han Solo en La guerra de las galaxias mientras les daba la réplica a otros actores durante la audición. Y solo logró ser Indiana Jones porque Tom Selleck rechazó el papel. Pero a sus 69 años que nadie le echaría gracias a su aspecto de siempre y a ese pendiente que luce en la oreja izquierda ya no tiene que demostrarle nada a nadie. Hollywood le interesa más bien poco. Trabaja por dinero, no le importa admitirlo. Sobre todo ahora que tiene un hijo de 10 años, Liam, con su mujer, la actriz Calista Flockhart. Y aunque no puede evitar ser algo esquivo y habla en un somnoliento tono monocorde, ni el catarro merma su magnetismo y un atractivo que peina canas desde hace mucho tiempo.

XLSemanal. La primera pregunta es obligada. Aliens o vaqueros, ¿con qué se queda?

Harrison Ford. Crecí viendo las películas de vaqueros de Roy Rogers en las matinés de los sábados y siempre quise hacer un wéstern. Salvo por El rabino y el pistolero, que rodé hace más de 30 años, nunca había tenido esa oportunidad. Aunque, como dice Jon (Favreau, director del film), muchos de mis personajes están basados en arquetipos del género de vaqueros. Han Solo, Indiana Jones

XL. ¿Cree en extraterrestres o le suena a cuento chino?

H.F. Francamente, no pienso en eso muy a menudo, pero estoy seguro de que hay vida en otros lugares del universo. El concepto de que nosotros somos únicos y singulares solo es una forma de vanidad humana.

XL. Un guion con Cowboys and Aliens por título debe de poner en guardia a cualquier actor de cierta reputación. ¿Se resistió mucho?

H.F. La verdad es que leí 30 páginas, llamé a mi agente y le dije que no me interesaba. «¿Por qué no lo acabas?», me dijo. Y lo hice. Pensé que era original, pero no sentía nada que me identificara con el personaje. No soy fan de este tipo de películas. Para aceptar un papel, tengo que encontrar un elemento de credibilidad emocional que me deje conectar con el personaje. Y no vi eso en él. Quizá hice una lectura descuidada del guion. Llegué tarde al proyecto, porque otro actor dijo que no antes que yo No diré quién fue.

«Me persiguen a todos lados tíos con una cámara y me hablan. Nunca les contesto. Creo que así dejarán de seguirme, pero lo cierto es que aún no lo he conseguido»

XL. ¿Y qué le hizo cambiar de opinión?

H.F. Conocer a Jon y hablar con él sobre el potencial de la película y del personaje. Entonces empecé a estar intrigado. Siempre he tenido miedo de trabajar con directores que también son actores porque les gusta decirte cómo tienes que interpretar. Y eso nunca es bueno. Pero él fue muy generoso. Tienes que alcanzar un acuerdo sobre el objetivo de cada escena y no sobre cómo llegar a él. Un buen actor sabrá reconocer esa experiencia humana y será capaz de trasladarla a la pantalla.

XL. ¿Nunca siente la tentación de romper con su imagen y convertirla en algo completamente extravagante?

H.F. No, si no hay un buen motivo para ello. No tengo un respeto particular por mi propia imagen, no me interesa, no es algo que haya calculado para que resulte de una manera u otra. Pero hay una leyenda sobre mí que dice que soy un gruñón y que no tengo paciencia y creo que no me merezco esa reputación.

XL. Después de tantos años en esta profesión, ¿le sigue gustando su trabajo?

H.F. Me gusta contar historias, resolver los problemas que implica hacer una película y colaborar con gente talentosa y el hecho de no tener un trabajo de verdad.

XL. ¿Nunca se aburre?

H.F. No, porque nunca siento que el trabajo se haya terminado. Antes de ser actor, trabajaba construyendo casas con una arquitecta rusa. Un día le dije: «Sé que la semana pasada dije que estaba bien, pero he visto el plano y he tenido una idea mejor». Ella me contestó: «No hay límites para mejorar» [imita el acento ruso]. Y ese es mi lema. Por eso, te esfuerzas hasta alcanzar la mejor versión posible de una escena o de una película. Y eso hace que este trabajo siga siendo un desafío para mí.

XL. Antes de actor fue carpintero. ¿Sigue trabajando la madera?

H.F. Sí, ayer mismo estuve trabajando. Estoy terminando una nueva casa que Calista [Flockhart] y yo hemos nos hemos comprado.

«Estoy seguro de que hay vida en otros lugares del universo. La idea de que nosotros somos únicos y singulares es tan solo una forma de vanidad humana»

XL. ¿Le gusta remangarse la camisa y ensuciarse las manos?

H.F. Me encanta, lo disfruto muchísimo. Cuando era joven, no me gustaban los deportes de equipo, era un niño poco social y siempre estaba solo. Una de las cosas que me gusta de actuar es que me proporciona un sentimiento de pertenencia a un grupo, y por esa misma razón me encanta trabajar con los obreros que están construyendo mi casa. Estampar mi firma en el producto final me da igual, lo importante es hacer un buen trabajo.

XL. ¿Qué sabe ahora sobre la industria de Hollywood que le hubiera gustado saber cuando era un recién llegado?

H.F. Este negocio ha cambiado mucho en los 40 años que llevo formando parte de él. Las lecciones que me servían entonces no me sirven ahora. Al principio de mi carrera, lo único que tenía sentido para mí era evitar replicar el éxito de nadie o tratar de ser igual que otro actor. El objetivo era encontrar el modo de hacerlo yo solo. Recuerdo que tuve un contrato con Columbia Pictures que me obligaba a ir a clases de interpretación todos los días. Y yo no entendía nada de lo que allí me explicaban. Tuve que aprender a reconocer cuáles eran los obstáculos y a hablar con la gente sobre ellos. Es diferente en cada etapa del proceso…

XL. ¿Y cuál es la meta a estas alturas de la película?

H.F. El objetivo ahora es conseguir un trabajo. Tengo 69 años y no hay tantos papeles ahí fuera No pierdo el tiempo intentando lograr un personaje, pero el objetivo es seguir trabajando porque me mantiene activo e interesado.

XL. ¿Cuánto tiempo puede estar en el paro sin ponerse nervioso?

H.F. Un año, un año y medio Durante mucho tiempo estuve rodando dos películas al año, pero ya no puedo hacer eso. No leo ningún guion que no me ofrezcan. Tengo otras cosas en mi vida que me interesan más. No quiero estar dedicado al negocio todo el rato. Soy suficientemente feliz como para alimentarme solo cuando hay algo interesante a mi alcance.

XL. ¿Sabe que sus películas han recaudado la friolera de 6700 millones de dólares en todo el mundo?

H.F. Eso no significa absolutamente nada para mí, nada. Jamás pienso en el dinero. El objetivo del éxito es que te permita tener más y mejores opciones la próxima vez.

XL. La celebridad ya no es lo que era. ¿Qué piensa sobre la fábrica de fama en la que se ha convertido este negocio?

H.F. Nunca he entendido que la gente quiera ser una estrella de cine o famoso a secas. Solo entiendo querer tener trabajo. Yo no estoy al servicio de ser famoso. Me persiguen tíos a todos los lados con una cámara y me hablan. Para mí está claro que, si nunca les contesto, tarde o temprano dejarán de seguirme.

XL. ¿Funciona?

H.F. Todavía no [hace una mueca], pero nunca hablo con ellos porque no formo parte de ese circo. Ellos son los que están en el negocio de asaltar a las estrellas. ¿Qué le tengo que decir a este tío para que lo entienda? Yo soy un asistente de contador de historias. Ese es mi trabajo.

XL. ¿Y cuenta buenas historias en la intimidad?

H.F. Cuento muy buenos chistes, pero no voy a contar uno. Suelen ser muy largos y, generalmente, bastante groseros [hace un pausa larga y cuenta un chiste de traducción imposible]. Me gusta la forma en la que se construyen los chistes. Es lo mismo que me interesa de hacer películas. La manera en la que pones un ladrillo encima de otro y creas un personaje.

XL. Acaba de cumplir 69 años. ¿Es más difícil envejecer en Hollywood que en cualquier otro lugar?

H.F. No pienso en ello. Tengo un hijo de 10 años en casa, así que ¡estoy planeando vivir para siempre!

XL. ¿Se siente más joven gracias a él?

H.F. No me hace sentir ni más viejo ni más joven, pero me gusta formar parte del crecimiento y aprendizaje de una persona. Siempre es un placer presenciar y participar en ese proceso.

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