Hay cosas que solo están al alcance de Brad Pitt. A saber: una boda con Angelina Jolie, ser el padre más atractivo del planeta o convertirse en el primer hombre en ser imagen el perfume más mítico y femenino del mundo, Chanel N. 5. Por Victor de Azevedo.

Dominar el arte de ser una superestrellaA esto se dedica Brad Pitt. Y lo hace mejor que nadie. Nunca ha ganado un Óscar y su nombre ni siquiera figuró este año entre los diez mejor pagados de Hollywood. No importa. DiCaprio, Tom Cruise, Johnny Depp, Robert Pattinson… ¡Olvídese!, el mundo prefiere a Brad Pitt. Sus películas son siempre rentables, su rostro acapara más portadas que nadie -40 en un año, que se dice pronto- y no es osado afirmar que sin las tribulaciones de Pitt y su prometida la prensa del corazón pronto iría a la quiebra.

Pitt lo tiene todo: su carrera es sólida como el cemento; su pareja, la mujer más deseada; y su familia, que presume de unidad, la más variopinta. El actor, además, armoniza como nadie solidaridad, naturalidad y elegancia; lidera desde hace dos décadas las listas de sex symbols y ahora también las de papás atractivos. Sin exagerar, podría decirse que despierta más interés su boda con Angelina Jolie que la batalla por la Casa Blanca.

Con semejantes credenciales, no hay marca que no desee identificar su nombre a Pitt. Incluso Chanel está dispuesta a jugársela entregándole la imagen de su producto más emblemático, su N. 5, el perfume a cuya leyenda contribuyeron divas como Marilyn Monroe, Catherine Deneuve o Nicole Kidman. Por primera vez, pues, un hombre promocionará la fragancia más famosa del mundo. Y el elegido solo podía ser Brad Pitt. «Es un icono masculino -subraya Andrea d’Avack, presidente de Chanel Perfumes y Belleza-. Asociarlo a otro icono universal como el N. 5 nos pareció una evidencia» .

Más que nada porque nadie lleva en la cresta de la ola, sin grandes altibajos profesionales, tanto tiempo como él. A sus 48 años, de hecho, vive su apogeo, en buena medida gracias a su relación con Angelina Jolie, pero también porque, emulando a Paul Newman y Robert Redford, Pitt y sus amigos George Clooney y Edward Norton han recuperado el paradigma de la estrella de cine que deja a un lado la autoindulgencia para producir y protagonizar películas más allá del puro entretenimiento y los salarios astronómicos.

«Dijimos que no nos casaríamos hata que todo el mundo pudiera ser libre de hacerlo. Pero me temo que ya no podemos esperar más»

Con 50 películas en su haber, cinco nominaciones al Óscar -tres como actor, dos como productor-, un Globo de Oro y unos ingresos de 20 millones de dólares al año, es esa aura suya de sex symbol que, a la vez, es un tipo interesante, comprometido y buen padre la que conforma esa imagen de marca que da tanto valor a Pitt. Ese valor se ha multiplicado de forma exponencial en los siete años que lleva con Jolie. Más todavía en los últimos diez meses, cuando anunciaron que tenían el firme propósito de formalizar su relación. Desde entonces, nada ha despertado tanta agitación en el mercado del cotilleo. El culebrón arrancó en enero, cuando Pitt reveló al Hollywood Reporter que sus seis hijos no dejaban de presionarlo: «Me preguntan todo el rato: ‘¿Cuándo le vas a dar un anillo a mamá?’ -confesó a principios de año-. ‘Todo llegará, todo llegará’, les digo». La insistencia de Maddox, Pax, Zahara, Shiloh, Knox y Vivienne, sin embargo, no fue la única razón esgrimida por su padre para hablar de matrimonio. «Significa mucho para mí. Cuando estás enamorado y formas una familia, es ridículo no dar ese paso en tu compromiso».

Brad y Angelina solían afirmar que no se casarían hasta que se legalizara el matrimonio homosexual, una de sus causas más significadas en los últimos años. La pareja ha flexibilizado considerablemente su posición. «Sí, dijimos eso hace un tiempo, pero no podemos esperar más» . Pitt afirma incluso que podrían llegar más bebés. «No hemos cerrado ese libro», confirma. Ser padre, confiesa, lo ha convertido en un hombre nuevo. En la paternidad, por ejemplo, halló la motivación para dejar el tabaco tras dos décadas de vicio. «Los niños te hacen poner los pies sobre la tierr» , subraya. Pitt cultiva, además, un aura de padre adorable que hace babear a sus fans relatando tiernos episodios domésticos. No hace mucho apareció en público apoyado en un bastón. «Salí al patio con Vivienne en brazos y resbalé -explicó-. Sentí el instinto paterno. mi hija o yo. Ella está bien».

Así las cosas, en abril, vía e-mail, la mánager de Pitt anunció que el compromiso de la pareja «es una promesa para el futuro». Para certificarlo, se presentó en sociedad el anillo que el futuro marido había encargado un año antes al joyero Robert Procop. Un comunicado lo describía como «un largo diamante entre una galaxia de pequeñas piedras». Según estimaciones, Pitt se ha gastado más de diez millones -su boda con Jennifer Aniston costó ‘apenas’ uno- en preparativos. El dispendio lo justificarían la rehabilitación de la mansión escenario de la ceremonia y la pista de aterrizaje necesaria para que los invitados aterricen con sus jets.

A tenor de los antecedentes -la boda con Jennifer Aniston hace 12 años- es factible sospechar que la pareja estaría jugando al despiste. En aquel entonces, ni siquiera los más de 300 invitados ante quienes Pitt dio el ‘sí, quiero’, y a los que se les exigió, firma mediante, la mayor discreción posible, conocían el lugar del enlace hasta días antes de la boda.

Dadas las circunstancias, la prensa rosa no deja de darle vueltas al asunto, entregada a todo tipo de rumores, al borde de un ataque de ansiedad. Primero se propagó que se casarían en secreto en agosto, en el Chateau Miraval, cerca de Cannes. Después, que ya habían seleccionado los caldos que regarían el gran día; entre ellos, un rosado de nombre Pink Floyd. Así hasta que hace unas semanas el actor, más tranquilo que una pera, zanjó la cuestión: «No hay planes todavía. Solo puedo deciros, eso sí, que nos casaremos». El mundo se enterará, vino a decir, cuando ellos lo decidan.

«A finales de los noventa no podía con la fama; me pasaba el día ‘colocado’ y tirado en el sofá»

Mientras, el mundo se pregunta ¿por qué tanto misterio?, ¿por qué no se casan ya?, ¿estarán buscando sacar réditos publicitarios? Más que nada porque ningún famoso maneja como Pitt y Jolie el mundo de las relaciones públicas. Tanto que entre su amplio equipo de empleados no cuentan, toda una anomalía en Hollywood, con asesores de comunicación. «Un publicista nunca sabrá tan bien como yo lo que quiero de verdad -explica Pitt-. No es más que otra persona con la que reunirse y, mira, tenemos seis hijos, no hay tiempo para eso. Tomo mis propias decisiones. Nunca he conocido un publicista capaz de protegerme mejor que yo».

Reflexivo y autoanalítico al extremo, Pitt es de hecho una de las pocas estrellas que suele afrontar las entrevistas -las contadas que concede, claro- a pecho descubierto, con la confianza de alguien orgulloso de sí mismo. No le importa reconocer, por ejemplo, que en los noventa, mientras su estrella ascendía gracias a El río de la vida, Leyendas de pasión o Seven, él se sumergía en un infierno particular. «No soportaba ese rollo de la fama. Solo quería irme a casa, fumar marihuana y sentarme en el sofá. Entonces hice un viaje a Marruecos y vi la pobreza extrema. Mi depresión, de pronto, me pareció ridícula. Aquella gente tenía problemas de verdad. Cambió mi vida. Dejé la marihuana y me levanté del sofá. Aquello me ayudó a conocerme mejor».

Vencido el enemigo interior, sin embargo, los admiradores sobreexcitados y los fotógrafos agresivos continuaban ahí. La solución: el blindaje. Proteger a la mayor estrella del planeta es complicado. Antes de su llegada a un lugar, su jefe de seguridad estudia la ruta idónea e instruye al personal de cada local. Para sortear el cerco, Pitt puede acudir a una cita a lomos de su Confederate F131 Hellcat, oculto su rostro bajo un casco de moto y gafas de aviador, y enfilar como un motero cualquiera el garaje del local. «Esta es mi identidad secreta -confiesa Pitt-. Así no soy más que otro don nadie rondando la ciudad».

Claro que un don nadie no se codea con personas como Barack Obama, a quien Pitt apoya de forma incuestionable. En su presencia, sin embargo, se sintió un poco incómodo. «·Cuando estás ante un hombre como él, piensas en importunarle lo menos posible», concede el actor.


PRIVADÍSIMO

  • El mayor de tres hermanos, Pitt nació en Oklahoma y se crio en Springfield, Misuri.
  • Su padre trabajaba en una empresa de camiones; su madre era profesora. Ambos están jubilados.
  • Estudió periodismo, pero dos semanas antes de graduarse comprendió que aquello no era lo suyo y se fue a California.
  • Con 20 años consiguió su primer trabajo en Hollywood como actor. Por 9 dólares la hora se apostaba a la puerta del restaurante El Pollo Loco vestido de pollo.
  • Entre sus primeros papeles figuran cuatro episodios de la mítica Dallas, en 1987 (foto de arriba).
  • Tras el desastre del Katrina en Nueva Orleans organizó a 21 firmas de arquitectos para construir viviendas unifamiliares para los damnificados.
  • Algunas fuentes estiman que sus donaciones anuales a causas benéficas rondan los diez millones de dólares.

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