Ha cumplido sesenta años. Un buen momento para mirar atrás y repasar una vida y una carrera nada convencionales. Por Celia Walden 

Marcada por tremendos dramas personales y polémicas sexuales y religiosas, su trayectoria vital ha sufrido tantos altibajos como la profesional. Travolta nos lo explica en esta entrevista.

Cuando John Travolta está en un bar y ponen la canción Night fever, de los Bee Gees, sufre un pequeño ataque de ansiedad. «Naturalmente, me alegro de oírla -dice-. Pero me aterroriza que la gente espere que salga a la pista a echarme unos bailes. No es que no me guste bailar; pero, si antes estaba empeñado en ser el rey de la pista, tengo claro que esos días ya han pasado para mí».

Sexagenario ya, el protagonista de Fiebre del sábado noche, Grease y Pulp fiction prefiere que sea su hijo pequeño, Ben, de cuatro años, el que protagonice el espectáculo. Ha nacido para ello… Te lo pasas en grande con él. Lo mismo canta que baila , cuenta orgulloso. Travolta nació hace sesenta años en Englewood, a las afueras de Nueva York.

Era el menor de seis hermanos, hijos de un vendedor de neumáticos italoestadounidense y de una actriz de origen irlandés reconvertida en profesora de inglés. Es fácil imaginarse al pequeño Travolta -con su hoyuelo en la barbilla- como el niño mimado de la familia. «Me bastaba con sacar la basura a la calle para hacerme oír entre mis hermanos mayores -dice riendo-. Nunca tuve que esforzarme mucho para llamar la atención… Mis payasadas eran espontáneas, pura alegría de vivir». Cuando cumplió 12 años, su madre le consiguió un papel en una obra teatral y lo animó a convertirse en actor profesional.

A los 17, después de haber pasado dos veranos trabajando en grupos teatrales de aficionados, consiguió su primer papel en un grupo profesional. «El director me dijo: ‘Para que lo sepas, hemos hecho pruebas a muchos otros que querían entrar en el grupo, pero ninguno tenía esa alegría que tú tienes a la hora de actuar. Esa felicidad resulta contagiosa. Así que, vamos a contratarte'». Y dicho y hecho: armado de esa cualidad contagiosa, Travolta empezó a trabajar como actor de comedia. Hasta que, con 24 años, Fiebre del sábado noche dio un vuelco a su vida y lo convirtió en un sex symbol mundial.

EL ÉXITO: «TRAS ÉL LLEGARON LOS PEORES AÑOS DE MI VIDA»

«Siempre fui consciente de la enorme suerte que había tenido con esa película», responde al ser preguntado si se le subió a la cabeza la nominación al Óscar por aquel papel de Tony Manero. «Así que, sobre todo, me sentía agradecido por disfrutar de tanto éxito». Sin embargo, no todo fue tan brillante. Los diez años siguientes se destaparon como los más duros de su vida.

No entiendo los ‘reality shows’. Yo me avergonzaría de ser famoso sin tener ningún talento, por no hacer nada en absoluto»

«El momento más complicado fue entre los 25 y los 35 años», reconoce. Pero incluso durante esta época dura y oscura, Travolta siempre trató de ver la botella medio llena.

«Soy optimista por naturaleza», reconoce. Siempre tuvo buen cuidado de no perder su alegría natural, una alegría que en buena lógica tendría que haberse esfumado, a juzgar por los incontables escollos con los que ha tenido que enfrentarse a lo largo de su carrera profesional: pleitos judiciales, intentos de extorsión, incesante especulación mediática sobre su sexualidad… Por no hablar de la sucesión de trágicas pérdidas de seres queridos.

LA MUERTE Y LA CIENCIOLOGÍA: YO ESTABA PASANDO POR UN MAL MOMENTO

La primera en morir fue Diana Hyland, su pareja desde hacía muchísimos años. Travolta la cuidó durante su larga batalla contra un cáncer de mama hasta que falleció, en 1977. Treinta y dos años más tarde, Travolta y su esposa desde hace 25 años, la actriz Kelly Preston, perdieron a su hijo con autismo, Jett, de 16 años.

«Tras la muerte de mi hijo no sé qué habría hecho sin la cienciología. Me acompañaron y apoyaron dos años seguidos. Todos los días»

El muchacho sufrió un ataque y se golpeó fatalmente la cabeza contra la bañera de su residencia en las Bahamas. «A estas alturas, seguramente le tengo menos terror a la muerte que un tipo normal y corriente. Es normal, seres muy queridos por mí sufrieron de forma prematura -explica-. Cuando pienso en la muerte, no siento ese pánico invencible que experimenta la mayoría de la gente. Me digo que dejarse llevar por el pánico casi supone una falta de respeto para quienes en su momento tuvieron el valor de plantarle cara a la muerte». Él y Preston hacen lo posible por mantener vivo el recuerdo de su hijo. Y lo hacen tanto por ellos mismos como por su hija de 13 años, Ella Bleu.

John Travolta: "Mis días de bailar en el centro de la pista han pasado" 1

John Travolta y su esposa Kelly Preston

Travolta se aferra a la creencia católica de que el alma de una persona sigue viva para siempre. Y lo hace, a pesar de que en 1975 se convirtió a la cienciología animado por la actriz Joan Prather durante el rodaje en México de la película La lluvia del diablo.

«A estas alturas, no le tengo miedo a la muerte. Me parecería faltarles al respeto a tantos seres queridos que le plantaron cara»

«Yo por entonces estaba pasando por un mal momento de ánimo, y Joan me proporcionó lo que los cienciólogos llamamos ‘una ayudita’. Y el hecho es que me recuperé muy rápidamente: en media hora o así». Travolta se sintió lo bastante intrigado por el asunto como para matricularse en un cursillo nada más regresar a Los Ángeles. Allí descubrió que la cienciología hacía uso de todo cuanto yo siempre había considerado auténtico y proporcionaba unas soluciones efectivas.

«Él -prosigue, refiriéndose al escritor de ciencia ficción L. Ron Hubbard, creador de la cienciologí- se encargó de hacer todo el trabajo sucio en nuestro beneficio. Logró que todo cuanto buscas en una religión lo pudieses conseguir aplicando una técnica y una tecnología precisas. Travolta tiene claro que, si no hubiese sido por sus creencias, habría sido incapaz de superar la muerte de su hijo: «¡Oh, por Dios!» -suspira… y parece que la voz se le va a quebrar en este mismo instante-. «No sé qué habría hecho sin el apoyo de la cienciología. No creo que hubiese podido superarlo. Estuvieron a mi lado todos los días después de la muerte de Jett. Incluso viajaron conmigo cuando tuve que hacerlo. Así, durante dos años seguidos, todos los días. Tan solo durante el segundo año empecé a separarme un día o dos de su compañía, para ver qué tal podía sobrellevarlo por mí mismo».

LA FAMA: MI BAILE MÁGICO CON DIANA DE GALES

Recuperado de la muerte de su hijo, o al menos asumida la pérdida, Travolta volvió a trabajar. Y con ello regresaron los paparazis. Él se muestra sarcástico sobre ese «moderno culto del voyerismo» en el que se incluye el actual auge de los reality shows televisivos. «Siempre pienso que la gente me tomará por un petulante por decir estas cosas -explica entre risas-, pero yo me avergonzaría de ser famoso por no hacer nada en absoluto. La fama ya es complicada de por sí, pero ser famoso cuando uno no tiene ningún talento resulta muy pero que muy raro».

Uno de sus grandes momentos estelares de atención mediática fue su baile con la princesa Diana de Gales, también víctima de la persecución de la prensa rosa. Fue durante una cena de gala en la Casa Blanca hace 29 años. Mientras se dejaba llevar por la música, el actor tuvo la sensación de que él y Diana formaban «una pareja de baile compuesta por dos víctimas de la fama. El carácter de Diana le daba cierta maravillosa faceta de muchachita joven -recuerda- y pensé que seguramente mientras danzaba se acordaba de cuando era niña, de Grease, de que en ese momento creía estar bailando con su príncipe azul». Travolta no estaba nervioso: «Tenía claro que el mundo entero estaba mirándonos y me dije que debía dejarle claro a Diana que sabía lo que estaba haciendo. Puse mi mano en su espalda e hice que bajara un poco la suya. «Le aporté la confianza de que íbamos a hacerlo perfectamente». Sonríe.

SU SUEÑO: HACER DE VILLANO EN UNA PELÍCULA DE 007

«No me hace mucha gracia la idea de haber cumplido sesenta años», reconoce el actor, pero tampoco se queja del momento actual que está atravesando. Tras la muerte de su hijo Jett tuvo miedo de no ser capaz de actuar nunca más, pero hoy le esperan varios papeles de tipos duros; entre ellos, el año que viene, el de John Gotti en una cinta biográfica en la que interpretará al conocido mafioso estadounidense. A Travolta no le preocupa demasiado encasillarse. «No pienso dejar de hacer de malo de la película hasta que me contraten para interpretar al genio del mal en una de James Bond. Eso sí que me gustaría».

Las polémicas

-Su sexualidad. Una de las leyendas urbanas más extendidas y que más titulares ocupan en la prensa sensacionalista desde hace años es la orientación sexual de John Travolta. Aunque está felizmente casado con la actriz Kelly Preston desde hace 25 años, hay varios testimonios de hombres que aseguran haber mantenido relaciones sexuales con él.

-La muerte de su hijo. En 2009, la muerte de su hijo Jett, a los 16 años, fue un terrible mazazo para la familia, pero no estuvo exenta de polémica. El niño padecía un trastorno del espectro autista, pero sus padres se negaban a que siguiese un tratamiento psicológico específico porque la psicología está proscrita por la cienciología. El chico se golpeó la cabeza al sufrir un ataque para el que los críticos dicen que no estaba siendo tratado.

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