Irritado por el modo en que Europa trata a los refugiados sirios, el Papa tiene un plan para traerlos saltándose el acuerdo firmado por la UE con Turquía. Por Daniel Méndez

Primero se llevó, en su propio avión, a Roma a varias familias; ahora ha puesto en marcha corredores humanitarios directos a Italia. Y espera que el resto de Europa haga lo mismo.

«¿Estáis preparados para volar a Italia mañana? Iréis en el mismo avión que el Papa. Pero necesito una respuesta ahora». Son las nueve de la noche del pasado 15 de abril; y Daniela Pompei, miembro de la Comunidad de San Egidio, se dirige a tres familias sirias refugiadas en la isla griega de Lesbos.

Les está ofreciendo un futuro; y ellos, que han dejado atrás su trabajo, su casa bombardeada y su vida, tardan poco en dar el sí. Apenas 18 horas más tarde se embarcarán en el vuelo conocido con el nombre en clave de Pastor 1, el avión del Papa Francisco, decidido a pasar de las palabras a la acción. Esa noche apenas pudieron dormir -rememora Daniela Pompei-. Cuando el avión despegó, una de las pequeñas sirias empezó a reír. No podía contener su alegría .

Fue así como los tres matrimonios formados por Nour y Hasan, Osama y Wafa, Ramy y Suhila, y sus hijos, pisaron Italia el 16 de abril. El Papa nos ha salvado -declararían tras su aterrizaje-. Ha sido como un padre para nosotros . Con este gesto, Bergoglio quiso asestar una bofetada simbólica a esa Europa que, ante el drama de los refugiados, opta por cerrar fronteras. Esperamos que el mundo preste atención a estas situaciones de necesidad trágica y verdaderamente desesperadas y responda de un modo digno de nuestra humanidad común , dijo el Pontífice en la isla griega.

Los días previos al viaje del Papa fueron intensos en la Comunidad de San Egidio, fundada en Roma en 1968. Apenas tres días antes de la visita de Francisco, nos comunicaron que el Pontífice tenía la idea de volver acompañado con alguna familia de refugiados. Así que un pequeño equipo de la comunidad se desplazó hasta allí para realizar entrevistas, todo en el máximo secreto. no podíamos decir nada ante el riesgo de que el deseo del Papa no se pudiese materializar finalmente -explica Pompei-. Buscábamos familias en situación de vulnerabilidad. Todos los seleccionados han perdido sus casas. Todos habían cruzado el mar, en condiciones peligrosísimas, con sus hijos pequeños .

Hoy, los afortunados que se subieron al avión papal se adaptan a su nueva vida en el barrio romano de Trastevere, donde se encuentran alojados en apartamentos de un edificio gestionado por la Comunidad de San Egidio. Allí viven 80 personas; la mayoría, procedentes del Líbano. El Papa nos ha dado una nueva oportunidad con esperanzas de un futuro seguro , explica Hasan, de 31 años, antes de acudir a sus clases de italiano.

Olvidar cosas horribles

Hasan y su esposa, Nour, vivían en Damasco, la capital de Siria. Ella, bióloga, habla un francés perfecto. ha pasado temporadas en Francia, estudiando en la universidad. Ahora, esta pareja se adapta a Italia y trata de que su pequeño Riad, de dos años, olvide el miedo acumulado en su corta existencia. Sigue despertándose por la noche, llorando y asustado. Tengo la esperanza de que olvide las cosas horribles que nos han pasado , asegura su padre, que trabajaba como paisajista antes de que empezara su odisea.

Tres mil dólares le costó a esta familia llegar a la frontera turca a bordo de diversos camiones y autobuses. Partieron de Damasco el 18 de diciembre y no llegaron a Lesbos hasta el 18 de marzo. Cruzamos el desierto en autobús , explica Hasan. Quince horas hasta Alepo, en el norte de Siria, y un nuevo desembolso. 150 dólares por cabeza. No sería el último. los hombres de Daesh los retuvieron y solo un pago de 300 dólares a su carcelero les permitió continuar el camino. Antes a ella, que en su nueva vida romana viste al modo occidental y lleva el pelo suelto, la obligaron a cubrirse de la cabeza a los pies. Un precio bajo por salvar la vida.

Al otro lado de la frontera, en Turquía, las mafias kurdas exigieron un nuevo pago. Todavía les quedaba la última pesadilla. la travesía en barco hasta Lesbos, a través de ese mar Mediterráneo que se ha convertido en un inmenso cementerio gracias a la globalización de la indiferencia , en palabras de Bergoglio. Tras cuatro intentos, partieron el 18 de marzo en una barca hinchable. Una fecha límite. los que llegaron después del 20 de marzo, fecha en que se firma el pacto entre la Unión Europea y Turquía, serán devueltos a este último país.

Experiencias similares han vivido las otras dos familias que subieron a bordo del avión papal Y los casi cinco millones de refugiados que han abandonado el país. Ramy y Suhila, que hoy viven también en Italia gracias a la iniciativa del Papa, abandonaron la ciudad de Deir el-Zour, cerca de Irak, cuando el Estado Islámico se hizo con el poder. Tienen 50 años y tres hijos. Y el padre luce, orgulloso, una camiseta de la Roma. Un nuevo tifoso para el equipo de fútbol romano.

Avalados por el papa

Él era profesor; ella, sastre. En febrero llegaron a Grecia. Hoy todos ellos, como el resto de las familias, se encuentran tramitando la petición de asilo. El pasado 6 de mayo tuvo lugar la entrevista con las autoridades italianas y ahora tendrán que esperar unas semanas. El Papa les ha avalado personalmente y se ha comprometido a ayudarlos a encontrar trabajo. Entretanto, realizan labores de voluntariado en la Comunidad de San Egidio.

Pese al impacto que ha tenido el gesto de Jorge Bergoglio con estas tres familias, la aspiración del Papa va mucho más allá. La Comunidad de San Egidio, junto con la Federación de Iglesias Evangélicas de Italia y las iglesias valdense y metodista, ha puesto en marcha los llamados ‘corredores humanitarios’, un proyecto piloto que nace con la idea de frenar las muertes en el Mediterráneo y de impedir que las mafias se lucren con el tráfico de personas. Buscan, según explican desde la Comunidad de San Egidio, permitir que personas que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad entren legalmente en territorio italiano con un visado humanitario y tengan la posibilidad de presentar posteriormente la petición de asilo .

Su intención es que, en un plazo de dos años, 1000 personas procedentes del Líbano sirios huidos de la guerra, de Marruecos y de Etiopía lleguen legalmente a Europa. De momento han partido ya dos corredores humanitarios desde el Líbano. El primero, formado por 93 refu -41 menores de edad-, aterrizó en el aeropuerto romano de Fiumicino el 29 de febrero. El pasado 3 de mayo despegó desde Beirut el segundo corredor humanitario, formado por 101 refugiados sirios. A finales de mayo está prevista la llegada de un nuevo grupo de 50.

El agujero legal de Schengen

Ha sido un agujero en el reglamento Schengen el que ha permitido al Pontífice y a los promotores de los corredores humanitarios poner en marcha este proyecto, que pretende ser un modelo que seguir para otros estados europeos. Mientras los altos mandatarios cierran las fronteras, mientras alzan vallas con concertina para disuadir a quienes escapan del horror, el Vaticano ha decidido aprovechar una ventana abierta en la ley para acoger a unos pocos. el artículo 25 del reglamento número 810/2009 del Parlamento Europeo establece que los Estados miembros pueden expedir un visado de manera excepcional y por causas humanitarias.

Hay una diferencia fundamental entre quienes se juegan la vida en el mar y los que llegan a través de los corredores humanitarios. estos viajan con su maleta. Hay contrastes dolorosos. El mismo día, 3 de mayo, en que los refugiados sirios cogieron un avión con destino a Roma, una patera se hundía en las aguas del Canal de Sicilia y se llevó la vida de al menos 27 personas. Tres decenas de cadáveres que vienen a engrosar los miles de muertos que se ha cobrado ya el Mare Nostrum. Y un dato. el programa de corredores humanitarios se financia íntegramente con los fondos de las organizaciones promotoras, no tiene costes para el Estado. Desde San Egidio desean que pronto muchos países de la zona Schengen pongan en marcha otros corredores humanitarios. ¡Entre ellos, España!

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