Estas son las voces de los distintos implicados en el tráfico de órganos. Las ha recogido Sean Columb, miembro de la Unidad de Investigación Criminológica de la Universidad de Liverpool, que lleva años investigando el tráfico de órganos en Egipto. Las víctimas son refugiados sudaneses desesperados. Por Carlos Manuel Sánchez

SHAKER

El que ‘atrapa’ a la víctima

Soy de Darfur. Allí era músico, pero en El Cairo no podía vivir de la música. Necesitaba un medio de ganar dinero. Y lo encontré. Trabajaba con un colega. Él se plantaba en una esquina y le preguntaba a los inmigrantes sudaneses que pasaban por allí si necesitaban dinero. Luego llegaba yo y les daba la solución, que vendieran un riñón. Si estaban de acuerdo, les llevaba los papeles para que los firmasen y los conducía al laboratorio para los análisis. Captaba a unos diez por semana. No hacía nada malo. Solo ganarme la vida. Ofrecía un servicio. Al final son ellos los que deciden. Encontrar donantes no es un problema, aunque nadie hable de esto. La gente quiere cosas y a veces esta es la única manera de conseguirlas. Claro que algunos son estúpidos. Un chaval vendió un riñón para comprarse un ordenador y unos cascos».

«Reclutaba a diez candidatos por semana entre los inmigrantes sudaneses. Yo no hacía nada malo. Ofrecía un servicio. Conseguir donantes es fácil»

KALIB

El intermediario

Tengo contactos con varios laboratorios, donde se hacen las pruebas diagnósticas para ver si el donante y el receptor son compatibles. La persona que va a recibir el trasplante paga al hospital entre 30.000 y 80.000 euros, y lo hace siempre a través de nosotros. El dinero nos lo repartimos luego entre el personal médico, los intermediarios y el laboratorio. Nosotros cobramos 2500 euros al laboratorio y 1500 al receptor del órgano. Es la comisión por nuestros servicios. Los intermediarios siempre acompañamos al donante a la clínica. Así nos aseguramos de que cobramos el dinero, y, sobre todo, de que el donante no se arrepiente a última hora».

«Me dijeron que me pagarían 40.000 dólares y me dieron 2500. Quise irme, pero no me dejaron. Me dieron somníferos y me quitaron el riñón»

KARIEM

El que negocia el precio

Las tarifas varían. Los que menos cobran son los sudaneses que acaban de llegar a El Cairo. Están desesperados. A veces utilizamos a prostitutas para ‘endulzar’ el trato. Muchos de los inmigrantes que venden un riñón son chicos jóvenes. Para ellos es difícil encontrar trabajo y sin un empleo no se pueden echar novia y casarse. Así que a veces recibo un telefonazo para negociar un precio. Si necesito forzar un acuerdo, les ofrezco un extra. sexo. Pasar una noche con una prostituta termina de convencerlos. Luego, después de la operación, les buscamos alojamiento durante unas semanas, hasta que se recuperan. Pero, eso sí, ellos pagan la habitación. Les mandamos a una chica para que les cocine y los cuide, pero cuando están listos para irse tienen que pagarlo todo. Yo soy muy bueno negociando. Una chica francesa necesitaba un riñón. Me contactó su padre. Le ahorré un montón de dinero. Le salió por 50.000 euros. Si cae en otras manos, hubiera pagado el doble».

HIBA

La donante

Soy madre soltera. Tengo dos hijos. Unos traficantes de personas me organizaron el viaje desde Sudán a El Cairo. Cuando llegué, me alojé en el hotel que me dijo la mafia. Los recepcionistas me preguntaban todo el rato si quería donar un riñón. Estuvieron tres meses presionándome. Hasta que cedí. Te acosan, te prometen seguridad… Cuando llegué a la clínica me recibió el doctor Haim, que hizo los análisis de sangre y de compatibilidad. Me dijo que me pagarían 40.000 libras egipcias. Eso no era lo pactado. Me habían hablado de 40.000 dólares americanos. Y eso no llegaba ni a 2500. Les dije que no, que me quería ir. No me dejaron. Me encerraron, me retuvieron el pasaporte y me dieron somníferos. Estuve allí unos cuatro días. Me quitaron el riñón sin mi consentimiento y me dieron un dinero, que apenas me llegó para pagar el hotel. Nadie me dijo lo que tenía que hacer luego, cómo curar la herida… Tengo dolores muy fuertes de abdomen. Solo he encontrado trabajo como prostituta».

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