Es español y el mayor ultrarunner del mundo, el Usain Bolt de las montañas. Ha ganado todas las carreras de altura en las que ha participado, completando los recorridos hasta en ocho horas menos que los plusmarquistas anteriores. Por Gilles Whittell

El día que nos encontramos, Kilian Jornet no ha desayunado. No porque esté a régimen, sino porque tiene la nevera vacía. No importa. Es una buena mañana para correr. Kilian emprende el ascenso de las laderas orientales del Mont Blanc. El recorrido es de unos 30 kilómetros, con 3 de ascenso (y de descenso) en plano vertical. Un senderista experimentado hubiera necesitado dos días para cubrirlo. Killian lo hace en cuatro horas y media. Y ahora va a comerse- dice- «un plato con verduras y algo de pasta».

Kilian Jornet entrena de esta forma casi todos los días, excepto cuando está compitiendo, lo que hace entre 30 y 40 veces al año, y casi siempre gana. Suele correr por lugares en los que las personas ‘normales’ apenas pueden andar.

Los ultrarunners o corredores de carreras extremas llevan ya unos cuantos años pateándose los parajes más agrestes del mundo, flacos como palillos y sufriendo unos dolores que no pueden ser descritos. Lo que les diferencia del resto de los mortales son sus índices de masa corporal y algo que tan solo puede ser descrito como masoquismo porque, cuando se publica que este tipo de carreras pueden carcomer los músculos de los corredores o destrozarles las válvulas cardiacas o sofocar las células de la sangre, uno prefiere no seguir leyendo. Kilian Jornet es, pese a todo, diferente. Por un lado, porque le saca muchísima ventaja a sus rivales y, por otro, porque se las arregla para que todo parezca muy fácil, divirtiéndose mucho a su vez.

A la hora de explicar qué es lo que lo empuja a llevar su cuerpo tan al límite, Jornet hace lo que puede. «Bueno, hay preguntas que son a la vez muy sencillas y muy difíciles de responder dice. ¿Por qué te enamoras de una persona y no de otra? Porque ese amor te aporta muchas otras cosas, muchas otras emociones; te sientes libre, sientes que eres tú mismo. Muchas veces te preguntas ‘¿por qué estoy haciendo esto?’ y no sabes encontrar una respuesta racional. Es algo demasiado fuerte».

«Bajando a toda velocidad y con hielo, debes tener claro que, si te deslizas, vas a morir. No puedes engañarte»

Pero Jornet no solo reina en las carreras extremas; también en el esquí de montaña, el otro deporte en el que arrasa, no por un margen civilizado, sino de forma tan absoluta que la ciencia hará bien en estudiar un día sus genes.

Kilian ha llevado a cabo proezas en el Matterhorn y el Kilimanjaro, picos en los que ha conseguido unos récords mundiales de ascenso que sin duda van a perdurar largo tiempo. Estas dos montañas, y el McKinley, forman parte de un plan de cuatro años, una odisea en las alturas que Jornet denomina «las cumbres de mi vida». Y el año que viene tiene previsto coronar el Everest.

Su proyecto es el de llegar a lo alto, pero no desde el campamento base, sino desde muchísimo más abajo, desde la parte en la que vive la gente, y de hacerlo sin porteadores ni oxígeno, llevando encima todo cuanto necesite. Tal y como cuenta: «Estoy seguro al cien por cien de que la primera vez no lo conseguiré». No obstante, nadie se atreve a apostar dinero en su contra.

Kilian es reflexivo y bastante tímido. El deporte dice es, por encima de todo, una forma de descubrir paisajes: internos y externos. «Me gustan el silencio y la soledad»

Le pregunto qué siente después de haber recorrido 40 kilómetros, lo máximo que una persona ‘normal’ seguramente podría cubrir. «Que estás empezando a entrar en calor», dice. «Si estás en una carrera de 100 millas, tienes que tomarte las primeras 50 como simple calentamiento para el final. Debes mantener el cuerpo fresco, teniendo en cuenta que luego empezarán los dolores. Comienzas a sentirlos a las 60 o las 70 millas, y has de asumir que no vas a dejar de sentirlos hasta el final y que no hay más vuelta de hoja».

«Besa o mata. Besa la gloria o muere en el intento. Perder supone la muerte; ganar supone la vida». Así reza la frase inicial del libro de Kilian Jornet, Correr o morir y de su Manifiesto del skyrunner. Una cosa está muy clara: a este español nacido hace 26 años en Sabadell le gusta mucho ganar. El problema radica en que el amor por las montañas y la necesidad de triunfar resulta una combinación peligrosa; de ahí el título de la obra. En un deporte como este, el menor tropezón puede ser fatal. Y él lo sabe. «Bajando a toda velocidad por un risco escarpadísimo y calzando unas zapatillas deportivas, has de tener claro dice que, si hay hielo y te deslizas, vas a morir». Lo de «te deslizas» quiere decir «te caes». Menos seguro podría resultar saber si eso de vas a morir es literal o si solo significa que ‘puedes’ morir. «Vas a morir», repite él. «Si estás corriendo junto a los precipicios del Mont Blanc, el Matterhorn u otros lugares así, si te caes, te matas. Has de tenerlo muy claro y no engañarte; del mismo modo que debes tener claro hasta dónde puedes llegar».

Kilian lo tiene muy claro. Hace dos años, un día estaba practicando esquí de velocidad y terminando de cubrir un recorrido del macizo del Mont Blanc en compañía de uno de sus ídolos de la niñez, Stéphane Brosse, cuando un saliente de nieve cedió bajo el peso de los esquíes de Brosse. «Un instante, eso es lo que separa la felicidad del dolor escribe Jornet. Todo fue cuestión de milímetros, de décimas de segundo […]. Stéphane murió tal como había vivido. Feliz, en silencio, sin levantar la voz». Unos segundos antes habían estado avanzando juntos, a menos de medio metro el uno del otro, hasta que Jornet tomó la delantera. «¿Por qué él y no yo? se pregunta. ¿Por qué él iba por el borde y yo por el interior? No tiene sentido que él muriera y yo no». Sentados en el balcón de su casa miramos la Aiguille d’Argentière, el lugar de los hechos. Kilian piensa en Stéphane todos los días y sigue recorriendo dicho lugar en su honor.

No es que Jornet creciera con lobos, pero sí que creció de forma distinta a la de la mayoría de los seres humanos. Su nacimiento tuvo lugar en un refugio para alpinistas en el Pirineo oriental, donde su padre trabajaba; su madre solía sacar a los hijos -Kilian tiene una hermana menor- a pasear por las noches, apenas vestidos con sus pijamas. Y, al amanecer, los tres solían andar descalzos «para oír la respiración de los árboles y aprender a ‘ver’ el terreno que estábamos pisando».

Su padre era guarda en un refugio del Pirineo. Su madre lo paseaba de noche por la montaña y lo descalzaba para que ‘viera’ la tierra

Hizo su primera ruta senderista en cuanto aprendió a caminar, con solo un año y medio. Con tres subió por primera vez a una montaña, y con diez empezó a practicar la carrera de montaña en competición. A los 19 pulverizó el récord del Ultra Tour de Mont Blanc, algo así como el Wimbledon de los ultracorredores. Hoy se somete a revisiones médicas anuales para asegurarse de que no está forzando la máquina en exceso. Jornet dice que está bien del corazón y su absorción de oxígeno -el porcentaje de energía que obtiene a partir del aire respirado- está entre las más altas que se han registrado. Razón por la que considera que es posible subir al Everest sin bombonas de oxígeno. Hacerlo al modo habitual, con una máscara pegada al rostro, para él viene a ser «una especie de dopaje».

Le hago la última pregunta, sugerida por una triatleta profesional australiana que en el avión se fijó en mi ejemplar del libro de Jornet y, muerta de envidia al enterarse de que iba a encontrarme con el gran hombre, me dijo: «Pregúntele cómo se las arregla para dominar el miedo». «Tener miedo es muy importante -explica Jornet-. Si dejas de tenerlo, no vas a vivir mucho tiempo. Vas a morir porque el miedo es el que nos dice que hay que ir por aquí o por allá, que hoy no terminas de estar bien del todo, que mejor vuelves a casa, entrenas un poco más y regresas otro día… O que no vuelvas en absoluto. El miedo es lo que nos mantiene vivos».


EL PULVERIZADOR DE RÉCORDS

PERDIDO EN EL LAGO TAHOE

  • 2009, Lake Tahoe Rim Trail. La ruta une California y Nevada.
  • 265 km, a más de 2400 m.  Hacerlo del tirón supone no dormir dos noches. Bajó el récord en casi 8 h.
  • Récord Jornet: 38 h y 32 min.
  • Récord anterior: 45 h y 48 min.

Empezó muy rápido, y a mediodía de la primera jornada comenzó a sentir intensos dolores. Al día siguiente echó una cabezada de unas 2 h. Pese a ir asistido por un colaborador, se desvió 2 millas y media de la ruta. Según su asistente, lejos de hundirse, volver sobre sus pasos lo revivió. Tener algo en que concentrarse lo ayudaba a olvidar el dolor. Pulverizó el récord, recortándolo en casi 7 h y 30 min. Tres años después, cuatro corredores trataron de batir la marca de Jornet. El único que lo completó necesitó 14 h más que él.

CRUZAR LOS PIRINEOS SIN RUTA

  • 2010, cruzar los Pirineos de punta a punta, entre Hondarribia y el cabo de Creus. 853 km.
  • Hizo más de 100 km diarios en jornadas de 13 h de carrera.
  • Récord Jornet: 8 días.
  • Récord anterior: no había.

Calculó que necesitaría una semana para completar el trayecto, pero no había proyectado la ruta con exactitud. Una vez completada la proeza, la ruta resultó ser de 852,95 km, con un total de 4267,20 m en ascenso o descenso. Tuvo que tomar decenas de desvíos e iba adentrándose en los tupidos bosques y valles sin salida evidente, bebiendo de los arroyos. Al final recorrió el itinerario en 8 días y 3 h. Ninguno de los que lo ha intentado después ha conseguido bajar de los 10 días.

CON MAL TIEMPO EN EL MONTE MCKINLEY

  • 2014, ascenso y descenso del monte McKinley, en Alaska.
  • 6194 m de altitud. Combinó esquíes y crampones.
  • Récord Jornet: 11 h y 48 min, registrado en junio.
  • Récord anterior: 16 h y 46 min, registrado en 2013.

Durante las tres semanas que estuvo en el campamento base en el monte McKinley, el pico más alto de Norteamérica, el tiempo fue aceptable solo tres días, periodo insuficiente para que alguien se atreviese a coronarlo. Para Jornet no fue problema. Subió a la cima y bajó a toda velocidad, en apenas 11 h y 48 min, equipado tan solo con un par de esquíes, geles energéticos y medio litro de agua. Al bajar, Jornet tenía aún dos semanas por delante en el McKinley. Subió a la cima otras tres veces, pero por otras rutas.

CUATRO MARATONES EN COLORADO

  • 2014, carrera Hardrock en Colorado, Estados Unidos. Se impuso a 140 corredores.
  • 160 km a una altitud de 4200 m.
  • Récord Jornet: 22 h y 41 min.
  • Récord anterior: 23 h y 23 min.

Este año ha corrido por primera vez la competición Hardrock, una famosa carrera de montaña de 160 km en Colorado supone cuatro maratones seguidas , a una altitud que supera en 1500 m la estación de esquí europea situada a mayor altura. También es superior a la altura de La Paz, en Bolivia. Ganó la carrera con una diferencia de casi dos horas y media sobre el siguiente corredor, pulverizó el récord y charló amigablemente con los aficionados que se habían reunido para verlo terminar, dos horas antes del amanecer.

Te puede interesar

Loly García, la atleta con licencia más longeva

Nuevo XL Semanal
El nuevo XLSemanal

A partir de ahora consulta los nuevos contenidos en la web de tu periódico

Descúbrelos