Ha sido la primera persona que ha subido los 14 ochomiles sin máscara de oxígeno. También ha atravesado la Antártida y Groenlandia en solitario, a pie y sin perros; ha cruzado el desierto del Gobi… El italiano Reinhold Messner, de 74 años, es para muchos el mejor alpinista del mundo. Lo visitamos en su castillo de Bolzano antes de que viaje a Oviedo para recoger el premio Princesa de Asturias de los Deportes. Texto y fotos: Daniel Méndez

A los cinco años realizó su primer ascenso y a los 74 sigue escalando. Por el camino, proezas para escribir varios libros -ha publicado más de 20-: la más llamativa, subir los 14 ochomiles sin oxígeno. En el primer intento falleció su hermano Günther; una muerte que lo ha perseguido durante décadas. Muchos lo acusaron de abandonarlo por el afán de coronar la cumbre. Años después se pudo comprobar su versión: Günther perdió la vida en una avalancha ya en el descenso.

«Lo que se hace hoy en el Everest es ‘trekking’ de alta montaña. El 80 por ciento va dopado»

Pero hay mucho más: ha hecho cumbre en varios ochomiles más de una vez y a menudo en solitario. Además, ha atravesado la Antártida y Groenlandia en solitario y a pie (sin perros siquiera), ha cruzado el desierto del Gobi… Ahora continúa viajando, rueda documentales y regenta seis museos que llevan su nombre. Vive en un castillo cerca de Bolzano y ha recibido este año el premio Princesa de Asturias de los Deportes junto con el polaco Krzysztof Wielicki.

Para Reinhold Messner, el alpinismo o es tradicional o no es; es decir, o se practica sin ayuda de oxígeno ni tecnología o no es alpinismo. Es otra cosa: «turismo de alta montaña», «paseos para millonarios…». Así lo define.

XLSemanal. Enhorabuena.

R. Messner. Me dan muchos premios, pero la mayor parte no los acepto.

XL. ¿Y eso?

R.M. ¡Hay que dárselos a la gente joven, no a septuagenarios! Pero es la primera vez que unos alpinistas reciben el premio Princesa de Asturias, que normalmente va a parar a gente de la cultura, el deporte…

XL. ¿El alpinismo no es un deporte?

R.M. No, es un acto cultural entre la montaña y el hombre.

Reinhold Messner ochomiles, escalada

La muerte de su hermano Günther lo ha perseguido 35 años. Lo acusaron de abandonarlo durante el ascenso del Nanga Parbat, la novena montaña más alta del mundo

XL. Ha batido usted todos los récords… Es la primera persona que ha subido los 14 ochomiles sin ayuda de oxígeno.

R.M. ¡Yo no he batido récords! No me interesa. He intentado ir más allá de mis límites. Eso es todo.

XL. Y tras el alpinismo llegó la Antártida, el desierto del Gobi…

R.M. Primero, fui escalador de roca, siempre al estilo tradicional. Después, me dediqué al alpinismo de alta montaña. en el Himalaya, los Andes… Y, luego, a los grandes desiertos.

XL. ¿Y ahora que tiene 74 años?

R.M. Viajo por el mundo para estudiar las montañas sagradas. He realizado estudios sobre el Yeti…

XL. Tuvo un encuentro con él.

R.M. Lo vi por primera vez hace ya muchos años en el Tíbet oriental. Lo conté en un libro.

«Ya no me voy a defender más por la muerte de mi hermano. Su cuerpo ha sido encontrado, y los que mintieron tendrían que hablar»

XL. ¿Entonces existe?

R.M. Después de aquel encuentro, me he pasado años buscándolo. Siempre he dicho que se trataba de un oso pardo. Y ahora los análisis de ADN me han dado la razón. Pero es más que eso, es un símbolo. Tiene que ver con la visión religiosa de la montaña.

XL. Cuente, cuente.

R.M. La montaña tiene mucho que ver con la religión: todas las montañas eran sagradas. En Asia dicen que Shiva vive en la cima de una montaña sagrada. Milarepa (figura fundamental del budismo tibetano) subió a la montaña más alta del mundo a meditar. En el cristianismo también: Moisés sube al Sinaí y baja con los diez mandamientos. ¡Otra historia de montaña!

XL. ¿Usted es religioso?

R.M. Todas las religiones que conocemos son invenciones humanas, pero eso no quiere decir que no exista una fuerza de orden por encima de nosotros. Para mí, la naturaleza es quien nos otorga las reglas. Luego están las reglas del hombre, de los Estados… Esas normas las acepto con el cerebro: cuando voy por carretera, circulo por la derecha. Pero el dictado de la naturaleza, ese lo acepto con el corazón.

XL. ¿El alpinista convive con la muerte.

R.M. La montaña es mucho más grande que nosotros. Está viva, siempre es distinta. Y es peligrosa.

XL. ¿Y por qué correr el riesgo?

R.M. ¡El alpinismo es una actividad inútil! Pero yo puedo hacer de ella la cosa más importante para mí durante un periodo determinado.

XL. Permítame insistir: ¿por qué arriesgar la vida en algo que usted mismo define como inútil?

R.M. El sentido se lo otorgo yo. Si se me mete en la cabeza subir al Everest sin máscara de oxígeno, eso se convierte en lo más importante del mundo mientras lo estoy haciendo. Si me enamoro de una mujer, esta mujer, mientras dure el enamoramiento -meses, años o una vida- es la persona más importante del mundo.

Reinhold Messner ochomiles, escalada

XL. Ha dicho que de joven su único amor era la montaña, pero después le llegó la necesidad de encontrar a una mujer y formar una familia.

R.M. Todo el que se dedica a actividades extremas necesita un nido, una casa a la que volver. Como un pájaro que emigra y vuelve.

XL. ¿Qué siente al volver la vista atrás?

R.M. Yo no miro atrás. Me llena lo que quiero hacer mañana. Sueño a largo plazo y después encuentro los medios para realizar esos sueños. Mi vida es hacer cosas, no haberlas hecho.

XL. Ha dicho que su mayo del 68 lo hizo escalando. ¿Se puede cambiar el mundo desde el alpinismo?

R.M. Escribí aquel famoso artículo, El asesinato de lo imposible, donde dije que si nosotros cancelamos lo imposible en la montaña usando ciertas ayudas tecnológicas, el alpinismo moriría. Porque el alpinismo vive de lo imposible. Cada generación debe hacer realidad aquello que sus abuelos dijeron que era imposible. Si se cancela lo imposible, o se asesina, este flujo se interrumpe de modo indefinido.

XL. ¿Ha ocurrido?

R.M. El alpinismo se está convirtiendo en turismo deportivo. ¡Hoy, la escalada de roca se hace en un gimnasio! ¡Eso no es alpinismo!

XL. ¿Y los que lo hacen fuera del gimnasio?

R.M. Lo que se hace hoy en el Everest es trekking en alta montaña. Es una pista preparada. ¡Aunque es un modo estupendo de pasar tres meses de vacaciones!

XL. Es decir, que no se opone a ello.

R.M. Ni me opongo ni me dejo de oponer: lo describo.

XL. Y, según usted, la mayor parte de los que suben lo hace dopado…

R.M. ¡No tengo datos! Pero si un médico fuera al campamento base del Everest encontraría dopaje en el 80 por ciento de los que están allí. Me encantaría ver cuántos están dispuestos a dar muestras de orina.

XL. ¿En su época no ocurría?

R.M. No. Ahora se sabe muy bien qué ayuda a soportar la altitud… Pero yo no quiero ser juez de nada.

XL. Quizá figuras como usted hayan colaborado en este proceso…

R.M. ¡No! Yo fui el primero al que un millonario norteamericano lo contactó para que lo llevase al Everest. ¡Y dije que no! Era a comienzos de los años ochenta. Quería que le hiciese de guía.

XL. ¿Por qué no quiso?

R.M. ¡Porque no se hace así! Yo al menos no. Pero, a pesar de todo, ha nacido ese turismo. Había intereses que contaban con el dinero necesario. Yo nunca he querido montar una agencia de viajes ni participar en este negocio. Mi carrera ha ido por otro lado.

XL. Dice que ahora prefiere ir al interior de la montaña, más que a la cima…

R.M. Entro en las grandes cadenas montañosas y me pierdo entre las montañas. No es que me adentre en los agujeros, pero tengo más interés por los que viven en las montañas o por puntos donde nadie va. Ya no soy el que sube por las paredes verticales, sino el que se pierde en su interior. Allí me encuentro muy bien.

XL. Ha montado un templo tibetano en su castillo para que esparzan allí sus cenizas. Vinieron desde el Tíbet a ayudarlo a construirlo…

R.M. Sí, vinieron mis amigos tibetanos. También he traído 20 yaks de pelo largo. Viven en una pequeña granja y en verano los llevo a un glaciar de alta montaña.

XL. Dice que en la ciudad se siente como si llevase una camisa de fuerza.

R.M. Sí, doy tres o cuatro conferencias y después me voy a casa en la montaña. No podría vivir en la ciudad, necesito estar rodeado de montañas.

«Los catalanes deberían hacer como nosotros en el Tirol. Cataluña sola no sale adelante»

XL. También pasó cinco años en política…

R.M. ¡Cinco años y basta! En 1999, me ofrecieron presentarme al Parlamento Europeo en la lista de Los Verdes y decidí hacerlo si no tenía que formar parte del partido. Nunca he tenido carné de partido, soy escéptico con todos ellos. También con el partido catalán, que realiza una política muy poco inteligente.

XL. ¿Habla del independentismo catalán?

R.M. Exacto. Deben hacerlo como nosotros aquí en el Tirol. Hemos tenido la capacidad de hacer crecer una autonomía a lo largo de 50 años que nos da también la autonomía de las finanzas. Por supuesto pagamos a Roma, damos dinero por la gestión del país y para la política exterior y de defensa que no podemos hacer nosotros. Yo siempre he sido un entusiasta de la Europa común.

XL. ¿La autonomía es suficiente, no hay necesidad de convertirse en un país? A eso se refiere?

R.M. Nunca podrán conseguir eso. Los Estados nacionales no son un ideal, son muletas que nos permiten llegar a una Unión Europea que funcione realmente, algo que de momento no hemos conseguido. Cataluña debe ser Cataluña, pero no como un Estado nación, sino como parte de Europa, con entusiasmo, participando… Si no les gusta Europa y no les gusta España… ¿Cataluña se queda sola? Sola no puede salir adelante. Como el Tirol tampoco sale solo adelante.

XL. Y de Salvini, ¿qué opina?

R.M. ¡Es peligroso! Vosotros ahora tenéis a un presidente de izquierdas, un Gobierno de centro-izquierda. Será más hábil a la hora de negociar con los catalanes. Salvini es la extrema derecha. Y humanamente no es aceptable… ¡Pero sigue creciendo la intención de voto! Aunque diga que se mueran los inmigrantes en el mar. ¡Italia ha sido un máximo exponente de la cultura en Europa! Hace dos mil años y durante el Renacimiento. ¿Y ahora tenemos que escuchar a Salvini decir estas cosas?

XL. Usted fue muy cuestionado tras la muerte de su hermano en un accidente de montaña: dijeron que lo abandonó por su afán de éxito.

R.M. ¿Criticado? ¡Agredido!

XL. ¿Cómo se vive una situación así?

R.M. Hay que saber que los padres sufren también. Seguramente más que quien ha sobrevivido. Porque yo estaba allí. Para mí estaba todo claro. Que para otros no estuviera tan claro es comprensible. Pero entonces tendrán que preguntar, tratar de comprender qué ha ocurrido. Pero no afirmar que ha ocurrido de tal modo.

Reinhold Messner ochomiles, escalada

En 2004 se halló el cuerpo de Günther y se confirmó la versión de Reinhold.

XL. ¿Por qué lo atacaron a usted?

R.M. El líder de la expedición quería defenderse; luego muchos compañeros que tenían la sensación de haber dejado la montaña demasiado pronto también quisieron protegerse.

XL. ¿Se siente responsable de la muerte de su hermano?

R.M. Yo asumo mis responsabilidades, pero hace años que decidí que ya no me defendería más. ¡No voy a sacar otro libro para defenderme! No hace falta. El cuerpo de mi hermano ha sido encontrado y centenares de personas que debían reconocer que habían dicho mentiras tenían que haber hablado. Nadie lo ha hecho.

XL. Cuando hallaron los huesos de su hermano, usted se llevó algunos a escondidas para hacerles la prueba de ADN.

R.M. Mi hermano había sido encontrado ya en Nanga Parbat. Al llegar allí, vi enseguida que se trababa de él, por los restos de ropa. Sobre todo por una bota. Dentro estaba todavía el pie y un médico tomó algunas muestras, las guardó en vidrio y después se las llevamos a uno de los grandes especialistas de Europa. Y quedó garantizado que se trataba de mi hermano.

XL. ¿Y qué papel desempeña el miedo?

R.M. El miedo forma parte del ser humano… Todos tenemos miedo. Y crece si alcanzamos una nueva barrera, un nuevo límite. Nadie consigue acercarse al límite sin sentir aquí -señala la cabeza y el corazón- ese miedo. En el alpinismo heroico, que nace en Italia y Alemania ligado a los fascismos, el alpinista era el símbolo de la ausencia de miedo. Los alpinistas no reconocían que tenían miedo. ¿Miedo yo? ¡No!

XL. Usted combate esa concepción.

R.M. He sido uno de los primeros que ha puesto el dedo en esa herida. Hay que acabar con ese heroísmo. Hay valentía porque hay miedo. El alpinismo es el intento de sobrevivir en un mundo muy peligroso no hecho para el ser humano. ¡Nosotros no deberíamos ir hasta allí! Eso nos dice nuestro instinto de supervivencia.

XL. Ustedes se oponen a su instinto.

R.M. Te dice: «¡No sigas subiendo, no vayas bajo esa roca!». Nosotros, con nuestra valentía, tratamos de vencer este instinto e ir más allá de los límites. Cuando volvemos, nos invade la sensación de haber renacido.

XL. ¿Qué se siente al llegar a la cima?

R.M. Cuanto más alta es la montaña y más difícil es el ascenso, menos disfrutas en la cima. Solo quieres bajar, huir de ese peligro y volver al campo base. Una vez que has vuelto, sí, te sientes renacer. Es un sentimiento que te abre de nuevo el mundo entero y te dices a ti mismo: «Ahora puedes volver a subir y hacerlo un poco más difícil».

XL. Y siempre ha rechazado que se lo asocie a ninguna bandera concreta.

R.M. En el alpinismo no existe la dimensión nacional. Un alpinista es un individuo que realiza experiencias que después comparte con los demás. Al hacerlo, aportamos algo también a la cultura humana. Lo que hacemos está en el límite entre la vida y la muerte.

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