Más de 40.000 cubanos llegaron a Estados Unidos por tierra el año pasado. Después de recorrer 13.000 kilómetros y 11 países. Las dos protagonistas de este reportaje nos cuentan cómo es esta odisea entre traficantes y selvas. Por Christoph Wiechmann 

Más de 13.000 kilómetros por selvas, ríos y caminos; sorteando peligros en manos de traficantes y policías corruptos. Marta Amaro y Lisbet Barrios recuerdan su odisea y se sienten afortunadas. Llegaron a su destino días antes de que Estados Unidos dejara de conceder la residencia a los cubanos que llegaban por tierra al país.

las ultimas fugitivas de Cuba (3)

Cuba: Marta se hace una foto con amigos antes de partir. «Haz realidad tus sueños», le dijo su madre

Desde Miami, recuerdan ahora cómo comenzó su épica huida, el 13 de mayo, en el humilde barrio habanero de Marianao. Ambas se emborracharon, pero Marta -53 años, jornalera, con las huellas de una vida de pobreza y alcohol- dejaba más cosas atrás. casa, dos hijos, un nieto y un marido. Para Liset -25 años, bailarina y trabajadora sexual con «las curvas de una cubana», como ella dice-, la partida fue menos dura. Solo dejaba a su madre, incondicional de Fidel. «Haz realidad tus sueños -le dijo-. Yo tengo mi revolución. Tú, la tuya». Ante ellas tenían una ruta plagada de peligros y el miedo constante de ser las únicas mujeres entre cientos de hombres.

DÍA 1: VIAJE EN AVIÓN A GUYANA

XL. ¿Por qué no fueron en barco a Florida? Solo hay 90 millas hasta Estados Unidos…

Marta. Porque no estamos cansadas de la vida. Algunos cubanos huyen en barcas que se hacen ellos mismos. Muchos se quedan en el intento.

Liset. Y si los americanos te atrapan, te mandan de vuelta.

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Guyana: Es el único país de toda la ruta que no exige visado a los cubanos. El vuelo a Georgetown cuesta 1000 dólares

XL. Así que eligieron la ruta por tierra, como otros 40.000 cubanos en 2016, un número mayor que nunca.

Marta. Es igual de peligrosa, pero eso lo sabemos ahora.

Liset. E igual de cara. Solo el avión a Guyana cuesta 1000 dólares.

Barack Obama derogó la norma «pies secos, pies mojados», que concedía permiso de residencia a todo cubano que llegara por tierra. Los que lo hacían por mar, en cambio, eran expulsados. Ahora todos son ilegales

XL. ¿Por qué a la Guyana?

Liset. Todos los demás países te piden visado. Pero Guyana no. Muchos cubanos van allí a comprar ropa para luego venderla en Cuba. Nosotras aterrizamos en Georgetown y no sabíamos qué hacer.

Marta. Otro cubano encontró a un traficante de personas. Seguimos hacia Brasil en un micro abarrotado. Fueron 18 horas, 350 dólares por persona. Ya solo nos quedaban 200 dólares.

XL. ¿No tenían más dinero?

Marta. Yo había vendido todo lo que tenía para el avión, hasta mi casa.

Liset. Bueno, en realidad casi todo el dinero te lo bebiste.

Marta. No es verdad. Hablar es fácil. Tú tenías a Joey, tu novio de Chicago, que te mandaba dinero siempre.

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Brasil: Los traficantes de personas no son difíciles de encontrar. A razón de 350 dólares por persona te llevan a la frontera con Brasil en un micro abarrotado para cruzar por un río en canoa

XL. Ustedes son dos amigas bastante peculiares, no tienen mucho en común.

Liset. Hay 28 años de diferencia.

Marta. Pero somos como hermanas.

Liset. Que dos mujeres huyan juntas no es habitual. Cuando las mujeres se van, lo hacen con sus maridos.

XL. Estábamos en Guyana…

Marta. Un país asqueroso.

Liset. Entramos en Brasil por un río en canoa. Desde allí seguimos en guagua hasta el Amazonas, hasta Manaos. Brasil ya era otra cosa.

Marta. Lo primero que hicimos fue ir a un súper. Había de todo. jugos, comida congelada, chocolate. En Cuba nunca habíamos visto nada parecido.

XL. La Habana vive días extraños. Los turistas estadounidenses llegan en rebaños. Hay un ambiente de euforia.

Marta. A los barrios pobres no nos llega nada de eso. Yo revendía ropa de Venezuela. Por cuatro dólares al día. Hasta que un policía dijo. «Eso es ilegal».

Liset. Todo el mundo quiere irse. Está cada vez peor. Hay cortes de luz a todas horas. La carne ha subido un 20 por ciento. Además, hay espías por todas partes. Yo soy de Guantánamo. Allí nadie saca nada de ese ambiente de euforia que usted dice.

Marta. Bueno, tú se lo sacas a los extranjeros.

Liset. ¡Marta!

Marta. Es verdad.

Liset. Soy bailarina clásica, pero no ganaba dinero. Así que empecá a salir con turistas. Tenía enamorados de todas las partes del mundo.

Marta. Ganabas mucho dinero.

Liset. A veces hasta 60 dólares al día.

Dentro de los migrantes hay clases. Los haitianos están en la escala más baja. Hay racismo»

XL. Eso es mucho más de los 20 dólares que gana una maestra en un mes.

Liset. Pero la Policía me atosigaba, me amenazaba con enviarme a la cárcel. Debía salir de situaciones delicadas todo el tiempo…

Marta. Igual que durante nuestra huida.

Liset. ¡Marta! Lo hacía para protegernos. Solo me hacía amiga de los traficantes o los policías cuando la cosa se ponía fea.

Marta. En Perú, por ejemplo.

Liset. En Perú, nos detuvo la Policía. Nos dijeron que como no teníamos visado, que debíamos volver a Cuba. Así que hablé con ellos y nos dejaron pasar.

Marta. Incluso nos llevaron en carro hasta los traficantes.

XL.¿ La Policía lleva migrantes a los traficantes?

Liset. Trabajan juntos. Todos quieren sacar tajada.

Marta. Desde Perú nos llevaron a caballo hasta Ecuador por la noche.

Liset. Los traficantes no te daban agua. Solo a diez dólares la botella. Uno de Nepal se desmayó. Pensé que se moría.

Marta. Le tapamos la nariz para que se despertara. Se recuperó.

XL. ¿Viajaban con nepalíes?

Liset. Y de todas partes. De la India, de Somalia. Cruzan medio mundo para llegar a América. Pero hay mucho racismo. Hay clases.

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Perú: La Policía detuvo a Marta y Liset por no tener visado. Para librarse -confiesa Liset-, recurrió ‘a sus encantos’. Pagado el peaje, incluso las condujeron en coche hasta los traficantes

XL. ¿Cuáles?

Marta. A nosotras nos trataban mejor. Por ser mujeres. Y, además, blancas.

Liset. Yo soy mulata. Y tú también.

Marta. Yo soy mulata blanconaza. Mis padres son mulatos claros. Los asiáticos lo tenían peor… y aún más los de Haití.

Liset. Siempre decían que eran somalíes. Quizá porque los somalíes pueden solicitar asilo político en Estados Unidos.

Marta. Los haitianos están en el puesto más bajo de la escala. Son los que menos dinero tienen. En la guagua no les dejaban ir al baño, como castigo.

DÍA 23: ENTRADA EN ECUADOR

XL. Entraron en Ecuador a caballo. Era el día 23 de su viaje, el kilómetro 4000.

Liset. Seguimos hacia Colombia en un camión, detrás, en la plataforma. Le dimos 700 dólares cada una al traficante para que preparara la siguiente etapa, hasta Panamá, la parte más peligrosa.

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Ecuador: Entraron al país a caballo, cruzando por la noche. Los traficantes
les cobraban hasta el agua. diez dólares por una botella

XL. ¿Qué hacían mientras?

Liset. Esperar. Es lo peor, las esperas. Y la inquietud. El aburrimiento. Así que salíamos de fiesta. Rumba. Piña colada. En Colombia, los porros son baratos.

XL. ¿Se iban de fiesta?

Liset. Somos personas… Todo el tiempo como sardinas en lata, en guaguas, en camiones, en barcas. Con miedo a la Policía de fronteras. Y los traficantes te meten miedo para subir el precio.

Marta. El traficante de Medellín no volvió. Se quedó con los 1400 dólares que le habíamos dado. Qué ladrón, qué cerdo.

XL. Hablemos de los traficantes. Unos 40.000 fugitivos cubanos pagan 8000 dólares cada uno. Eso son 320 millones.

Liset. Ellos tratan de mantener su reputación. Saben que van a venir miles de refugiados más y que los contactos pasan de unos a otros. Una amiga cubana está ahora atrapada en Colombia. Está muerta de miedo. Necesita rápido un traficante de fiar. (Liset teclea en su smartphone como una posesa. Está organizando el siguiente paso de su amiga, le prepara un ranking de traficantes. Se ha convertido en una especie de TripAdvisor para refugiados).

Marta. Luego vino el Darién. La parte más peligrosa. Por allí se trafica con todo. con personas, cocaína, oro…

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Colombia: Cruzaron el país como «sardinas en lata». en autobuses, en la plataforma de camiones, en barcas, en moto, a caballo…

XL. El Tapón del Darién es un brazo de tierra que une Colombia con Panamá. Un corredor cubierto de espesa jungla.

Marta. Solo el viaje hasta allí ya fue agotador. en moto, en barca, a caballo… Y, después, otros seis días a pie por la selva. Un infierno. Subimos una montaña durante cuatro horas. El sendero iba pegado a un barranco. Yo me hice daño el primer día.

Liset. Ibas con manoletinas…

Marta. Eso fue al principio. Luego ya fui descalza. Había serpientes, escorpiones, piedras de punta. Empecé a quedarme atrás. Tenía el pie todo hinchado.

Liset. Los traficantes cargaron contigo. Y te daban masajes en los pies.

Marta. No podía seguir y nos quedamos en una cabaña tres días. Casi sin comida.

Liset. Nos unimos al siguiente grupo de migrantes que pasó. Llovía a mares. Llegamos a un río con rápidos.

Marta. Y nadie sabía nadar.

Liset. Formamos una cadena humana. Los nepalíes se nos pegaban como lapas. Me peleé con uno. El traficante tuvo que sacar el machete y amenazarlo.

Marta. Al final se llevaron su merecido. A nosotras nos cruzaron los haitianos, que eran muy grandes, y a los pequeños nepalíes los dejaron en la orilla.

Liset. Estaban medio ahogados.

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Panamá: Es la etapa más peligrosa. Requiere atravesar el Darién, una región selvática donde campan traficantes de todo pelaje. Caminaron tres días. «Un infierno: serpientes, barrancos…»

XL. ¿Nadie los ayudó?

Liset. Cada uno mira por lo suyo, hay que llegar como sea.

DÍA 120: RUMBO A COSTA RICA, NICARAGUA Y HONDURAS

XL. Ya llevaban cuatro semanas de viaje y 5000 kilómetros. ¿Cuánto dinero tenían?

Liset. Nada. Y la siguiente etapa, hasta Honduras, costaba 1500 dólares. Cada vez era más caro. Todos los países de Panamá hacia el norte han cerrado las fronteras a los cubanos.

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Nicaragua: El Gobierno de Managua, aliado de Cuba, cerró el paso a los cubanos que querían atravesar su territorio. Ante el bloqueo, los migrantes cruzan por selvas

XL. En la frontera con Nicaragua, aliado de Cuba, hubo 5000 cubanos retenidos. Es hostigamiento en toda regla.

Liset. Por eso todo era mucho más caro. Tuve que volver a suplicarle a mi amigo Joey. Todas las veces me había mandado dinero por Western Union, pero en Nicaragua se le agotó la paciencia.

«La policía nos llevó hasta los traficantes. Trabajan juntos. Todos quieren sacar tajada»

XL. ¿Cómo reaccionó?

Liset. Me dijo que en Chicago también había clubes de estriptís… Al final, me mandó el dinero con una condición. solo para mí, para Marta ni un dólar. Ella se puso como loca.

Marta. Tenía miedo.

Liset. Tampoco había motivos para ponerse así.

Marta. Tenía que seguir yo sola con 15 hombres. Pensaba que no volvería a ver a mi familia nunca más.

Liset. Marta se puso a gritarme. Me dijo que era una puta, que tenía sida.

Marta. Pensé que nunca llegaría. Quería morirme…

Liset. Pagué toda tu parte.

Marta. Ese era el acuerdo que teníamos.

Liset. No tenías por qué venderme. Marta les contó a los traficantes que una fotógrafa iba con nosotras haciendo fotos. Nos podía haber costado la vida. Los traficantes nos metieron a empujones en su carro. Pensé que había llegado nuestra hora. Luego nos dejaron a la fotógrafa y a mí en mitad de la selva, en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua. Anduvimos cuatro días por la selva sin comida. Bebíamos en los charcos.

Marta. Yo tuve que seguir hacia el norte sola con 15 hombres. Y sin dinero.

XL. ¿Siguieron manteniendo el contacto?

Liset. No.

Marta. Yo no quería volver a saber de ella.

XL. En ese punto arranca otra ruta de migrantes. A partir de Honduras se suman familias que huyen de las guerras entre bandas. Para las mujeres, es la parte más peligrosa. Muchas acaban como esclavas sexuales en México.

Liset. Yo vi poco de eso en mi viaje. Fuimos en guagua. A Honduras y Guatemala cruzamos vadeando un río, para entrar en México fuimos en balsa. En la frontera, los policías me quitaron el dinero que me quedaba.

RECTA FINAL: ENTRADA EN MÉXICO

XL. Para los cubanos, la cosa se vuelve mucho más fácil a partir de México.

Liset. Sí, los policías sabían que en Estados Unidos nos darían asilo.

Marta. Los indios lo tienen más difícil. Si los atrapan en la frontera, se acabó.

Liset. A mí no me costó nada pasar por Matamoros. Incluso un agente me llevó en carro al aeropuerto. Desde allí tomé un avión a Chicago, con mi amigo Joey.

Marta. Yo pasé la frontera por Laredo. Y la pesadilla acabó.

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Estados Unidos: Tras cruzar Honduras, Guatemala y México, Marta y Liset entraron en EE.UU.
como refugiadas. Lo hicieron antes del 12 de enero

XL. ¿Cómo imaginaban Estados Unidos?

Liset. Yo pensaba en carros grandes, piscinas, mucho dinero.

XL. ¿De qué viven ahora?

Marta. Yo todavía no tengo permiso de trabajo. El Estado nos da 180 dólares en vales de comida y 180 de ayuda social. Trabajo en negro, limpiando.

Liset. La vida aquí es dura. Pero, si tienes dinero, es maravillosa. Puedes comprarte carros, joyas… En Cuba, eso es imposible.

XL. ¿Les afectó la muerte de Fidel Castro?

Liset. Nada. Aquí, en Miami, la gente lo festejó. Pero a mí eso me parecía fuera de lugar. Yo pienso como la mayoría de la gente de la nueva generación: era un hombre muy mayor, su tiempo ya había pasado. Era como un espíritu.

Marta. Yo temo por Cuba. He hablado por teléfono con mi familia. Creen que va a pasar algo grande, pero nadie sabe qué. La miseria ya no puede ir a peor.

XL. ¿Y ustedes vuelven a llevarse bien?

Marta. Liset es como una hermana.

Liset. Huir es una presión psicológica increíble para cualquiera.

 

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