Para poder afrontar la temporada de exámenes la clave está en la pretemporada.

Planificación: cuanto antes, mejor

Evidentemente, cuanto antes se empiece a estudiar, mejor. Pero más importante que tener tiempo de sobra es saber organizarlo para sacarle todo el partido posible. Y ser disciplinado. Hay que atenerse al plan de estudio y tratar de cumplir los plazos. Pero con cierta flexibilidad: conviene reajustar el plan conforme a los avances. Lo aconsejable es limitar el tiempo de estudio a seis horas diarias con varias pausas; no tienen por qué ser largas, pero sí relajantes. También hay que buscar un lugar fijo para estudiar, sin molestias ni distracciones.

Optimización: menos tiempo, pero intenso

No sólo cuenta la cantidad, también la calidad. Leer una y otra vez los mismos folios no ayuda. Aprender de memoria, tampoco. Lo mejor es localizar los conceptos clave y concentrarse en ellos; repítalos con sus propias palabras. También conviene repasar al final de la jornada y volver a hacerlo al día siguiente, antes de empezar la nueva sesión. Los días previos al examen repase los esquemas y resúmenes elaborados con anterioridad para refrescarlos. Los expertos recomiendan empezar por los temas más difíciles, seguir por los más fáciles y terminar por los de dificultad media.

Motivación:Los exámenes son útiles

Lo primero es asumir que los exámenes forman parte de la vida, que habrá muchos y cada vez más difíciles. No hay que verlos como un drama: los exámenes abren puertas a otro curso, a una carrera o a un puesto de trabajo. Merece la pena hacerlos, y hacerlos bien. Por eso hay que ir preparados, intelectual y emocionalmente. Los exámenes y la recompensa que viene después le dan sentido a ese montón de horas con la nariz entre los libros. Todo tiene un sentido.

Relajación:Una pausa es importante

El cerebro, igual que las piernas, se cansa y necesita periodos de recuperación. Las pequeñas pausas en las sesiones de estudio sirven para recuperar el resuello, pero más importantes son las paradas largas. El cerebro se relaja y se recupera no con la inactividad, sino cambiando de actividad. Hay que buscar un buen equilibrio entre estudio y vida: charlas con amigos, paseos por entornos no habituales y actividad deportiva son las mejores opciones.

Simulación: conocer el terreno

Hacer por nuestra cuenta exámenes como el que nos encontraremos no sólo ayuda a reafirmar conceptos aprendidos, y a familiarizarnos con la mecánica de la prueba, también sirve para asimilar que los exámenes son algo normal y que no hay que tenerles miedo. De esta forma, nos acostumbramos a centrarnos en la tarea concreta que estamos haciendo y el resultado final del examen y sus posibles consecuencias pasan a un nivel posterior. En un plano más práctico, lo ideal es formar un grupo de estudio con otros compañeros para elaborar y comentar los simulacros de examen, además de para crear un ambiente de motivación.

El examen: un día cualquiera

Lo más importante: llegar descansado. No conviene tocar un libro el día antes, y mucho menos darse una empollada final. Lo mejor es afrontar el día previo igual que cualquiera de los de descanso. Nada de café o alcohol, evidentemente. Por muy ansioso que se esté, no hay que tomar sustancias relajantes por primera vez, pues no se sabe el efecto que pueden causarnos. Tampoco interesa hablar del examen con los compañeros para resolver dudas de última hora o para adivinar las preguntas; mejor esperar solo que rodeado de nervios.

Te puede interesar

Exámenes: ¡preparados, listos, ya!

Nuevo XL Semanal
El nuevo XLSemanal

A partir de ahora consulta los nuevos contenidos en la web de tu periódico

Descúbrelos