El Führer garantizó protección a un ciudadano judío. ¿Por qué? Por Rodrigo Padilla

Teniente durante la Primera Guerra Mundial, y condecorado entre otras con la Cruz de Hierro de primera clase, luego juez prestigioso, fue obligado a abandonar su carrera en 1934 y más tarde a refugiarse en el Tirol italiano tras sufrir una paliza en plena calle. Una sombra hacía peligrar la vida de Ernst Hess, a pesar de su evidente patriotismo y sus sacrificios por Alemania: era de origen judío, el mayor pecado en los infames años del Tercer Reich.

Casado con una alemana aria, pidió para el y su hija una excepción al racismo

¿Muchos miles de compatriotas sufrieron la misma persecución? No, la misma no. La historiadora Susanne Mauss encontró en los archivos de la Gestapo una carta que liberaba al señor Hess de las limitaciones por su condición de judío y ordenaba que fuera tratado correctamente. Estas instrucciones procedían de la Cancillería de Berlín, del mismísimo Adolf Hitler.

Adolf Hitler judio primera guerra mundial

Hitler (a la izquierda) cabo del Regimiento de Infantería de Reserva de Baviera, donde conoció a Hess.

¿Pero por qué el cruel dictador, el antisemita rabioso, el genocida, actuó así? Pues porque, durante el verano de 1916, el teniente Hess había sido el superior directo del cabo Hitler en el 16 Regimiento de Infantería de Reserva de Baviera. Cuando Hess supo por un antiguo camarada que el Führer de Alemania era aquel mismo mensajero de retaguardia del Frente Occidental, le hizo llegar una carta en la que le recordaba sus años como oficial en el Ejército, su bautismo y educación protestante y su matrimonio con una alemana aria para que se hiciera con él y con su hija una excepción a las leyes raciales nazis. Hitler no llegó a tanto, pero le garantizó una protección que le permitió volver a Alemania con su familia y vivir sin problemas hasta mayo de 1941, cuando la orden de protección fue revocada.

Miembro del Ejército alemán sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial. Hess murió en Fráncfort en 1983

La madre y la hermana de Hess fueron llevadas al campo de exterminio; solo la madre logró sobrevivir. Ernst se libró de la deportación gracias a su matrimonio, pero fue obligado a realizar trabajos forzados, al igual que su hija. Después de la guerra renunció a retomar su puesto de juez, trabajó como directivo de los ferrocarriles alemanes y falleció en Francfort en 1983.

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