Cientos de hombres se ganan la vida lavando ropa a mano en un río de Costa de Marfil, en África Occidental, por encargo. Por E. F./ Fotografía: Getty Images

Se los conoce como fanicos -en lengua malinké, ‘lavapaños’ o ‘lavadores de ropa’- y tienen entre 18 y 45 años. Proceden de Mali y Níger y realizan su trabajo desde los años ochenta en el río Banco, dentro de un parque natural a diez kilómetros de Abiyán, bulliciosa ciudad de Costa de Marfil, en África Occidental. El trabajo está reservado a los hombres, que desde el amanecer hasta la noche se ganan la vida lavando ropa a mano en el río, cubierto de neumáticos en los que los fanicos, metidos en el agua hasta la cintura, enjabonan, golpean y friegan las prendas con un jabón de mala calidad y alta acidez llamado kabakrou (‘piedra’ en malinké).

Los primeros lavadores llegaron al río Banco en los años ochenta. Ganan seis euros al día

Mucho antes del amanecer, cada fanico va de puerta en puerta a recoger el trabajo de su día. Algunos de sus clientes -en su mayoría, varones solteros de renta muy baja- viven a unos tres kilómetros de esta improvisada ‘lavandería’, hasta la que los fanicos arrastran la ropa en una carretilla de madera o llevándola en un gran bulto sobre sus cabezas. Cobran 7 céntimos de euro por una camisa y 14 por una sábana. De ahí que deban lavar muchísimas prendas para ganar, como mucho, 4 euros al día y 90 al mes.

 

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