Poseen talento, son guapas… Pero ¿y estilo? Muchas de las actrices, desde luego, no. Las estilistas son las nuevas magas de la alfombra roja. Repasamos algunos de sus éxitos. Por Cristina Uranga / Fotos: Getty Images, Instagram y Gtres

Los secretos más ‘top’ de los maquilladores

Cenicienta contaba con una varita mágica para pasar de harapienta doncella a princesa majestuosa. En Hollywood tienen algo mucho más efectivo: un equipo de mujeres con el gusto, los contactos y las ideas para transformar a una pueblerina de la América profunda en la heredera de leyendas como Marlene Dietrich o Grace Kelly. Son las estilistas, las nuevas creadoras de estrellas, capaces de elevar al Olimpo de los dioses del entretenimiento a auténticas desconocidas (Lupita Nyong’o, Alison Brie, Ruth Negga…) y hacerlo, además, de la noche a la mañana y por obra y gracia de su arma infalible: un vestido. Eso sí, hecho a medida para la susodicha por las casas de moda más importantes que pueblan la rive droite del Sena en París, por los diseñadores italianos más glamurosos de Milán, Roma y Florencia o por magos de la aguja, la seda y el encaje en Oriente Medio, como Elie Saab, Zuhair Murad o Reem Acra. Porque las estilistas consiguen que todos ellos bailen al ritmo de su música con una simple llamada de teléfono. O un mensaje de WhatsApp. ¿La razón? Todos saben que la alfombra roja es su mejor y más rentable escaparate. Y están más que dispuestos a pagar el peaje de obedecer a estas mujeres que ahora manejan el cotarro para que expongan sus prendas en los cuerpos más deseados del momento: las actrices en la antesala de convertirse en carne de Oscar.

El origen del ‘glamour’

En realidad fueron los italianos quienes se inventaron todo esto. Antes de que Armani y Versace desembarcaran en los ochenta, en Hollywood solo había diseñadores de vestuario como Orry-Kelly o Edith Head para echar una mano a las actrices. Y su apoyo consistía en prestarles los mismos vestidos que habían creado para el vestuario de sus películas.

Con el cambio de milenio llegó la obsesión por analizar los ‘looks’ de las estrellas, y estas acabaron contratando a las estilistas

Con la llegada de los italianos, el poder pasó a los propios diseñadores, que comenzaron a presentar sus vestidos directamente y sin intermediarios a las actrices para momentos importantes como los Oscar o los Globos de Oro. La enorme capacidad de reverberación de estos eventos, televisados a millones de personas en todo el mundo y recogidos por las portadas de los periódicos al día siguiente, hizo que todos los diseñadores quisieran tener un pedazo de gloria hollywoodiense.

Aciertos y fracasos

En los noventa aparecieron las primeras estilistas serias. Annabelle Tolman, la mujer que se inventó los looks vintage de alfombra roja; Jessica Paster, que vistió a Kim Bassinger de Escada en 1998; o Phillip Bloch, que puso en el mapa a Elie Saab con el vestido granate que le plantó a Halle Berry en los Oscar de 2002. Pero no lo tuvieron fácil para hacer entender a los estudios que era imprescindible tomarse en serio el aspecto de las actrices. Ni para que los diseñadores comprendieran que la exclusividad con las estrellas era como un acto de fe que tenían que abrazar. Es difícil que se vuelvan a repetir momentos como el horripilante vestido drapeado en gris acero estilo cortina que Jodie Foster se plantó para recoger sus Oscar por Acusados en 1989 y que la catapultó al Hades de las mujeres con peor gusto de la historia.

Imprescindibles en la alfombra roja

Con el cambio de milenio creció la obsesión por analizar hasta la saciedad lo que llevaban las estrellas. Algunas le cogieron tal miedo a salir mal vestidas de su casa y aparecer en revistas como InTouch o webs como TMZ, despiadadas con sus aspectos de personas normales, que acabaron contratando estilistas para planificar su vestuario hasta para ir a tomar un café al Starbucks.

Si las actrices quieren una relación larga con la estilista, no le pagan los estudios: la contratan de su bolsillo

Luego vino el grand tour obligatorio, ese que las lleva por medio mundo en apenas dos semanas para promocionar el estreno de la película de turno con los consiguientes cambios de vestuario de día y de noche en cada plaza que conquistan. La necesidad de un equipo coordinado de personas para crear todos los looks indispensables para conseguir la oportuna repercusión en los medios se hizo palpable. Ahora todo eso lo pagan los estudios. Igual que la temporada de premios, que empieza en diciembre y termina en marzo, con la entrega de los Oscar.

Si la actriz en cuestión quiere una relación más larga y fructífera con la estilista o bien le paga de su bolsillo o la promociona en sus propias redes sociales y la catapulta ella misma al estrellato fashion. Y les funciona de maravilla. Brandon Maxwell y Nicola Formichetti empezaron como estilistas de Lady Gaga y han acabado en puestos de dirección creativa en casas de moda. Rachel Zoe, responsable de los looks de Nicole Richie y Paris Hilton, tiene su propia web y una exitosa línea de ropa con la que desfila en Nueva York. Cher Coulter, la mujer que se vanagloria del estilazo de Kate Bosworth y Rosie Huntington-Whiteley, ha diseñado una línea de joyas y otra de vaqueros.

Al final, las estilistas se han hecho imprescindibles porque son quienes controlan el resultado. Ellas esconden los ases en sus mangas y tienen a las reinas de la alfombra roja en sus manos. Cristina Ehrlich, Petra Flannery, Kate Young o Elizabeth Stewart atesoran en sus estudios de West Hollywood los vestidos a los que nadie más puede acceder, ni siquiera la todopoderosa Anna Wintour para las portadas de su revista. Y cuentan con las listas de clientas más deseadas del star system. Ellas han obrado la magia de convertir a algunas de estas muchachas ordinarias en mujeres extraordinarias.

BRIE LARSON

De chica de campo a estrella de la alfombra roja

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Antes

La transformación más increíble la consiguió la estilista habitual de Penélope Cruz, Cristina Ehrlich. Un desafío absoluto convertir a la tímida y ordinaria Brie Larson de 2011 en una reina de Hollywood en 2016. Brie era una actriz de cine independiente con un talento magnífico para su profesión, pero un gusto inexistente para la ropa.

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Después

Los publicistas del estudio decidieron no jugársela y dar un giro absoluto a su imagen. Hasta tal punto que resulta casi imposible encontrar fotos suyas de esos tiempos en los que se paseaba por Sundance con botas UGG, cinturones con hebillas desmedidas y pendientes de aro rosas. Ella misma hace burla de sus gustos pasados en su cuenta de Instagram de tanto en tanto, lanzando fotos de cuando era niña prodigio de la televisión.

¿Quién hizo el milagro?

Cristina Ehrlich

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Esta neoyorquina abandonó su carrera como bailarina para unirse a otra profesional, Estee Stanley, y dedicarse a transformar el estilo de actrices como Amy Adams, Demy Moore o Penélope Cruz.

JESSICA CHASTAIN

De colega de barrio a actriz rutilante

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Antes y después

La actriz más respetada de su generación no reniega de sus orígenes humildes. Si no fuera por una beca pagada por Robin Williams, que la llevó a estudiar a la prestigiosa Juilliard School de Nueva York, jamás habría paseado por las alfombras rojas de la mano de su multimillonario marido italiano. Su éxito se lo debe a su talento, pero si alguien no hubiese reconducido su sentido del gusto, podría seguir eligiendo vestidos de tafetán verde de grandes almacenes en lugar de los magníficos Alexander McQueen y los Christian Dior Couture que la convierten en la encarnación actual del glamour.

¿Quién hizo el milagro?

Elizabeth Stewart

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Fue colaboradora del New York Times y entre sus clientas están desde Cate Blanchett a Julia Roberts o Sandra Bullock.

SELENA GOMEZ

¡Se acabó la ‘niña Disney’!

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Antes y después

Sacudirse la etiqueta de ‘niña Disney’ no es fácil. Hacerlo con la dignidad suficiente para convertirse en la mujer más seguida en Instagram (más de 133 millones de followers) es ya de matrícula de honor. Selena Gomez ha roto lazos con las partes más horteras de su vida (desde Justin Bieber a la obsesión por los volantes, los encajes y los chalecos) y ha abrazado el credo de la estilista más deseada entre las jóvenes promesas del mundo del espectáculo: Kate Young. En los seis años que llevan trabajando juntas, Young ha conseguido hacer de Selena un auténtico icono de su generación.

¿Quién hizo el milagro?

Kate Young

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Antigua assistant de Anna Wintour, ha cambiado la imagen de actrices como Dakota Johnson.

EMMA STONE

La chica de al lado consigue un Oscar

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Antes y después

Convertirse en la mujer más elegante sobre la alfombra roja y dar un recital de compostura durante el tour de presentación de La La Land, requiere un equilibrio estilístico impresionante. Emma lo tuvo muy claro desde el principio, y mucho antes de entrar en todas las quinielas para hacerse con los premios por Birdman, en 2015, dejó que fuera Petra Flannery quien eligiera por ella. A partir de ahí, a los vaqueros con top de algodón y a los minivestidos de reina del high school
les sucedieron looks de sirena de Hollywood con escotes impresionantes y siluetas espectaculares.

¿Quién hizo el milagro?

Petra Flannery

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Experta en reconducir los armarios de actrices de series, como Mila Kunis o Emilia Clarke, y convertirlas en nuevas damas de Hollywood.

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