Reino Unido, 67 años. Sus historias comparadas de religiones son superventas mundiales. Fue monja, colgó los hábitos por una crisis de fe y la recuperó mientras realizaba documentales en Tierra Santa. Por Carlos Manuel Sánchez

XL. Ha publicado en España Doce pasos hacia una vida compasiva (Paidós). Lo de los doce pasos suena a Alcohólicos Anónimos…

K.A. Alcohólicos Anónimos es un movimiento espiritual, te transforma por dentro para liberarte de una adicción.

XL. ¿Y de qué adicción quiere usted librarnos?

K.A. Del odio. Necesitamos nuestra ración como el alcohólico necesita el primer trago del día. Nos envenena.

XL. ¿Por qué se metió a predicadora?

K.A. Más que predicadora, soy activista. Y lo hago porque me dieron el premio TED [acrónimo de Technology, Entertainment and Design, una organización sin ánimo de lucro]. Entre los ganadores están Bill Clinton y el cantante Bono. Te dan 100.000 dólares y te conceden un deseo.

«El mundo -salvo Europa- es cada vez más religioso, pero no todas las interpretaciones son buenas»

XL. ¿Y usted qué pidió?

K.A. La paz mundial.

XL. ¿Y cómo se consigue?

K.A. Hay una regla de oro en todas las religiones mayoritarias: la compasión. Tratar a los demás como te gustaría que te tratasen a ti. Confucio, Buda, Jesús, Mahoma… Todos vivieron en sociedades muy violentas. Y se dieron cuenta de que, sin compasión, los seres humanos se aniquilarían. No hay que confundir la compasión con la lástima. La compasión es ponerte en la piel de los demás.

XL. Amaos los unos a los otros…

K.A. El amor es una palabra empalagosa. No pido tanto. Respetaos los unos a los otros. Cuando Jesús habla de amor, no es una palabra romántica. La palabra hebrea amor significa lealtad. Es un término legal: respetar los intereses del otro, aunque sea tu enemigo.

XL. Aparte de publicar este libro, ¿hace algo más?

K.A. Sí, hemos reunido a líderes de las seis mayores religiones mundiales para trabajar juntos. Me ayudan empresarios de Estados Unidos y Oriente Medio. También sueño con poder hermanar ciudades de Oriente Medio y de Occidente, que intercambien noticias, estudiantes… para que los malentendidos que surgen de la ignorancia terminen.

XL. Si nos dan la oportunidad, ¿somos buena gente?

K.A. En el ser humano siempre ha existido una tensión entre el cerebro reptiliano, egoísta, y el neocórtex, altruista.

XL. Explíquese.

K.A. Nuestro cerebro antiguo, heredado de los reptiles, solo piensa en comer, luchar, huir y reproducirse. Son los instintos para sobrevivir. Pero los seres humanos también hemos desarrollado un cerebro nuevo y compasivo. Por ejemplo, a las tribus prehistóricas les inquietaba que su vida dependiese de la muerte de los animales y realizaban rituales que evocan empatía. Todavía hoy los bosquimanos lo hacen. Usan unas flechas livianas que untan de veneno. El cazador permanece con el animal herido durante sus últimas horas, gimiendo cuando se queja, estremeciéndose cuando tiembla.

XL. ¿Colgar los hábitos fue un fracaso para usted?

K.A. Sí, durante mucho tiempo lo consideré así.

XL. ¿Está Dios perdiendo terreno?

K.A. Solo en Europa occidental. El resto del mundo es cada vez más religioso. Pero no todas las interpretaciones de la religión son buenas, igual que no todo el mundo toca el piano como Vladimir Ashkenazy. Hay gente que hace un ruido horrible.

XL. ¿Cree usted en Dios?

K.A. Es una pregunta irrelevante. Dios es un símbolo para mirar más allá. Creo en la trascendencia.

XL. ¿Vive sola?

K.A. Sí, pero no llevo una vida solitaria. Viajo mucho. He tenido novios, pero no un compañero. Cuando yo era joven, los hombres temían a las mujeres inteligentes. Pero no elegí ser una persona solitaria. Fui monja durante siete años y, cuando salí, estuve muy enferma mucho tiempo. Freud dijo que no te puedes enamorar si te duele una muela. Y es cierto, el dolor o la enfermedad son absorbentes. No puedes pensar en otra cosa.


Pregunta a bocajarro

¿La compasión se puede entrenar?

Sí, pero hay que trabajar duro. Los investigadores han identificado las «neuronas espejo», que se iluminan en el escáner cuando el sujeto ve a otro sufrir. Los monjes tibetanos que llevan años practicando la renuncia al ego acaban teniendo muchas más ‘neuronas espejo’.

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