Noruega es un ejemplo mundial por su protección al medio ambiente. Pero también es uno de los principales exportadores de petróleo y gas del planeta. Le pedimos al príncipe heredero Haakon que nos explique esta contradicción. Por Alexander Jung y Alexander Kühn

Haakon, de 45 años, no vive en el Palacio Real de Oslo; eso les está reservado a sus padres, los reyes de Noruega, Sonia y Harald. Pero el príncipe heredero sí tiene un despacho en el edificio, concretamente en el segundo piso, con vistas a la ciudad. Sobre las puertas de doble hoja se extienden arcos con molduras doradas. Hay una fotografía en blanco y negro de su esposa, Mette-Marit, en uno de los estantes, y en la pared, detrás del escritorio, cuelgan fotos de los niños.

XLSemanal. Alteza, creo que le gustan mucho los coches eléctricos.

Haakon. No soy el típico loco de los coches. Hay personas, en su mayoría hombres, que lo saben todo sobre sus características y prestaciones, yo no. Pero me gustan los coches eléctricos, de hecho me gustan mucho.

«Me gustan mucho los coches eléctricos. El primero lo tuve hace 15 años y se llamaba Think, lo usaba para ir de casa a Palacio»

XL. ¿De dónde le viene esa afición?

H. Cuando era pequeño, me fascinaba montar coches teledirigidos. Aprendí muchas cosas. Por ejemplo, cómo las piezas se convierten en un todo, lo genial que es el resultado. Los coches eléctricos me devuelven esa sensación de la infancia.

XL. ¿Tiene vehículo eléctrico?

H. Sí, desde hace 15 años. El primero que tuve era noruego, muy pequeño, se llamaba Think. Me traía al Palacio Real por las mañanas, vivo a 20 minutos de aquí, y en los días buenos también me llevaba de vuelta a casa. Al menos los primeros años, cuando todavía estaba nuevo. Luego tuve que empezar a cargarlo entre trayecto y trayecto para asegurarme de poder llegar. Tenía sus pegas. Estuve unas cuantas veces a punto de quedarme parado en la autopista. Por suerte, muchas cosas han cambiado desde entonces. Ahora hay alternativas realmente buenas a los motores de combustión.

XL. ¿Se sienta usted mismo al volante del coche?

H. Oh sí, afortunadamente sí. Me gusta conducir.

hakoon noruega ecologista

Ha inaugurado las primeras estaciones de repostaje de hidrógeno, un plan nacional en la ruta Oslo-Stavanger, de 580 kilómetros, apoyado por Mazda.

XL. Su país es el número uno de Europa en lo que a la movilidad eléctrica se refiere.

H. El año pasado, un tercio de los coches nuevos que se vendieron en Noruega eran eléctricos. Este año podría llegarse casi a la mitad. El objetivo del Gobierno noruego es que, para 2025, todos los coches nuevos que se vendan sean libres de emisiones.

XL. Resulta un poco extraño salir a pasear aquí en Oslo. Con tantos coches eléctricos, el tráfico es llamativamente silencioso.

H. Eso es bueno, ¿no?

XL. De todos modos, la capital no es representativa de toda Noruega.

H. Es cierto. En las ciudades tenemos muchos más coches eléctricos que en el campo. Y sigue habiendo vehículos grandes con motores de combustión que son muy ruidosos. Incluso en Noruega, los coches eléctricos de momento solo suponen el ocho por ciento de los vehículos en circulación. Todavía queda bastante por hacer.

XL. ¿Qué puede enseñar Noruega a otros países en el tema de la electromovilidad?

H. Los países aprenden constantemente unos de otros, pero yo soy reacio a dar consejos. Lo que sí puedo decir es cómo lo ha hecho Noruega. Las personas que se compran un coche eléctrico no tienen que pagar impuestos por él. Esto supone una diferencia importante, puesto que en Noruega pagamos al fisco hasta el doble de lo que cuesta un coche nuevo. Los conductores de coches eléctricos además pueden usar el carril bus y aparcar gratis. Y el Gobierno ha desplegado una red de puntos de carga por todo el país. Pero todo esto solo supone una faceta del transporte, también estamos apostando por los trenes, los tranvías y los autobuses. O por las bicicletas. Lo mejor, por supuesto, es moverse a pie.

XL. Noruega obtiene el 95 por ciento de su electricidad de las centrales hidroeléctricas. Es algo muy reseñable.

H. Tenemos la inmensa suerte de contar con recursos renovables. En su día, la industrialización de Noruega arrancó con la fuerza del agua. Las empresas noruegas también están invirtiendo tanto en el avance de la energía solar como en el de la energía eólica. Una parte considerable de la investigación se dedica al desarrollo de instalaciones eólicas en el mar. Por ahora son caras, pero esperamos que eso cambie con el tiempo.

«El petróleo y el gas son parte de la economía noruega, pero tenemos que ir apartándonos de ellos. Extraemos menos petróleo que antes»

XL. Pero, al mismo tiempo, su país es uno de los mayores exportadores de petróleo y gas de Europa. Noruega es un modelo ecológico, pero gracias a su riqueza en combustibles fósiles. Resulta contradictorio.

H. Entiendo lo que quiere decir. La venta de petróleo y gas es parte de la economía noruega desde hace muchos años. El mundo sigue dependiendo de la energía fósil, pero tenemos que ir apartándonos de ella. Necesitamos pasarnos a las energías renovables, y Noruega trabaja en acelerar el cambio. La comunidad internacional tiene que buscar una solución, pero los estados nacionales también tenemos mucho que hacer al respecto.

XL. ¿Significa eso que el gas y el petróleo noruego irán desempeñando un papel cada vez menos importante?

H. Sí, así es.

XL. ¿En cinco años, en diez?

H. Ya estamos extrayendo menos petróleo que antes.

XL. Pero la industria petrolífera quiere abrir nuevos pozos en los próximos años, lo que no apunta a un cambio de dirección precisamente. Perdone, pero que Noruega, que suministra gas y petróleo, viva de energías renovables recuerda de alguna manera a un traficante de drogas que se dedica a vender sustancias peligrosas, y que luego utiliza las ganancias para que él y su familia puedan llevar una vida sana y saludable.

H. No creo que sea una comparación acertada.

HAAKON

Quienes los conocen de cerca y desde siempre aseguran que la filosofía verde de Haakon y Mette-Marit no tiene un ápice de pose y que siempre predican con el ejemplo. En Leinesfjord, al norte de Noruega, limpiando una playa con un grupo de niños.

XL. ¿Pero no ve una doble moral en que un país, cuya prosperidad depende del petróleo y el gas, diga que impulsa la transición verde?

H. La posición del Gobierno noruego es que queremos la transición energética. A mí, personalmente, me parece fantástico que la energía solar y la eólica se hayan ido haciendo cada vez más competitivas durante estos últimos años. En muchos casos, es más barato producir electricidad de origen solar que a partir del carbón. Hemos llegado a un punto en el que los precios ya nos ayudan. Estoy convencido de que el cambio se producirá. Debería haber sucedido antes, habría sido mucho mejor para el planeta.

XL. Ahora ha sonado usted igual que un activista.

H. No soy un activista.

«En el Palacio Real hemos instalado paneles solares, evitamos residuos, pero eliminar el plástico de nuestras vidas es muy difícil»

XL. ¿Cómo ve su papel de príncipe heredero: un modelo en lo ecológico, el principal protector del medio ambiente del país…?

H. Mi papel no es político. De todos modos, y como es natural, la familia real intenta contribuir, hacer su parte. Aquí, en el Palacio Real de Oslo, hemos instalado paneles solares en el tejado. Mi mujer dirige un grupo dedicado a reflexionar sobre formas de gestionar la economía de una manera más sostenible, se trata básicamente de evitar los residuos y de ahorrar energía. Y eso es lo que hacemos en nuestra residencia de Skaugum, donde vivimos. El año pasado, mi mujer nos animó a renunciar al plástico en casa.

XL. ¿Con éxito?

H. Eliminar totalmente el plástico de nuestras vidas es muy difícil, empezando por toda esa comida que viene envasada en plástico. De todos modos, hemos conseguido reducir drásticamente nuestro consumo.

«El movimiento de Greta Thunberg por el planeta es probable que en el futuro lo veamos como un momento histórico»

XL. Su hija Ingrid Alexandra tiene ya 15 años, su hijo Sverre Magnus tiene 13. ¿Les están educando usted y su esposa en la protección del medio ambiente?

H. Ellos nos educan a nosotros. Afortunadamente, en el colegio les hablan mucho del tema.

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Durante la campaña ‘Paraísos Ocultos’ y la inauguración del Sendero Caño Rojo, en Colombia.

XL. ¿Les han comentado alguna vez a sus hijos la posibilidad de ir a las manifestaciones por el clima de los viernes en vez de ir a clase?

H. Nuestros hijos los viernes van al colegio, pero la protección del clima es muy importante para ellos. Los jóvenes de todo el mundo protestan contra la política climática que se ha seguido hasta la fecha, inspirados por la estudiante sueca Greta Thunberg. Creo que este movimiento tiene una relevancia enorme. Es probable que en el futuro lo veamos como un momento histórico. Como un momento en el que fue posible poner en marcha un cambio que tendría que haber empezado antes. Los estudiantes nos dicen que no estamos haciendo lo suficiente para proteger la Tierra. Es evidente que tienen razón.

XL. Viajar con frecuencia en avión forma parte de su trabajo. ¿Lo hace con mala conciencia?

H. Sí, vuelo mucho. El hecho de que volar sea tan dañino para el medio ambiente es un problema que todavía no hemos podido resolver. Y soy consciente de ello. Por otro lado, también es importante reunirse con las personas cara a cara si quieres conseguir resultados.

XL. ¿Volar es su mayor pecado medioambiental?

H. Probablemente lo sea, sí. Además, vivo en una casa muy grande, mi oficina también la tengo en un edificio grande. Me encantaría llevar una vida totalmente sostenible. Todavía estoy un poco lejos de conseguirlo, pero me esfuerzo en reducir mi huella de CO2.

XL. ¿Tiene idea de lo grande que es?

H. Probablemente sea mayor que la de la mayoría de las personas.

XL. Hoy, los miembros de las casas reales se presentan como pioneros del ecologismo. ¿Ayuda eso a mejorar la imagen de la realeza?

H. No me considero un pionero. Tampoco soy un político. En Noruega tenemos una monarquía constitucional. Repartir unos recursos que son escasos es responsabilidad de los políticos, no de la familia real. Mi papel no me permite participar en debates políticos, pero sí puedo tomar la palabra en aspectos relacionados con los principales desafíos a los que se enfrenta la humanidad.

XL. Por lo tanto, en el debate de si se debería perforar en el Ártico en busca de petróleo y gas, usted se abstiene de manifestarse.

H. No me corresponde a mí resolver esa cuestión. Me mantengo al margen de controversias políticas.

XL. ¿No le resulta difícil?

H. Por lo general, no. Sé muy bien cuál es mi papel.

XL. ¿Le produce frustración que la opinión pública esté más interesada en los cotilleos sobre usted y su esposa Mette-Marit que en sus mensajes a favor de la defensa del medio ambiente?

H. Como es natural, preferiría que los medios de comunicación se fijaran más en las cuestiones que nos preocupan. Pero no, no me produce frustración. Me siento agradecido por estar en una posición que me permite hablarle a la opinión pública sobre aquello que me parece importante. Y tengo la posibilidad de tratar todos los días con personas de las que aprendo mucho.

 

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