Fue la protagonista del mayor ‘boom’ reciente del panorama televisivo. Ahora, tras reinventarse, sigue en racha.Acaba de poner punto final al rodaje del nuevo filme de Almodóvar y a una exitosa gira teatral

Ya se ha embarcado en otro proyecto de intensidad y altura: ¿Quién teme a Virginia Woolf?, de Edward Albee, obra que pone en solfa  valores inmutables como el matrimonio y la condición sexual. ‘Xlsemanal’ saca el lado menos tímido y pugnaz de la actriz del momento.

«¿Un consejo? No pronuncies el nombre de ‘Aída’ durante la entrevista si quieres llegar a la última pregunta. A Carmen no le gusta hablar de ello. Es capaz de levantarse e irse».

Carmen es Carmen Machi [Madrid, 1963] y la advertencia pertenece a su responsable de prensa, quien me lo suelta así, de sopetón, mientras la actriz finaliza la sesión fotográfica previa a nuestra charla. «¡Tranquila, mujer; no entraré ahí!», miento. Es curiosa esta profesión.

Obliga a poner cara de póker y soltar mentiras piadosas a todo responsable de prensa que se cruza en tu camino. En este caso, por ejemplo, sé que no puedo irme sin conocer por qué una actriz cómica que lo tiene todo gracias a la tele, apuesta por ‘reiniciarse’, sobre las tablas, con papeles de alto contenido dramático. Toca jugársela. Carmen se sienta a mi lado en una butaca del vacío ‘gallinero’ del madrileño teatro La Latina. Da un trago a su refresco de cola, sonríe y suelta un franco «¡adelante!»que invita a preguntar. De modo que acciono la grabadora. Eso sí, me digo antes algo parecido a ¡que la Virgen de los Remedios y san Francisco de Sales, patrón de los periodistas, repartan suerte! .

XLSemanal. ¿Volvería a la televisión si ?

Carmen Machi. me ofreciesen algo que pudiese compaginar o hacer. Claro que volvería. De hecho ya me han ofrecido cosas, además, de la misma gente de la que me fui. Lo que pasa es que no estoy preparada en este momento para entrar en otro proyecto a largo plazo. Todavía no.

XL. Dicen que le han ofrecido un talón de varios ceros por volver a su antigua serie y que se ha negado.

C.M. Dicen muchas tonterías por ahí. No hagas caso [ríe].

XL. Se emiten capítulos de ‘Aída’ sin Aída, ¿qué siente?

C.M. Nada. Es que no lo veo. Pero tampoco lo veía estando en ella. Los domingos por la noche suelo estar haciendo una función de teatro. Tengo una relación muy fuerte con todos los compañeros de Aída. Nos vemos muy a menudo. Somos íntimos amigos. Melanie Olivares es mi hermana. Paco León es mi hermano. Y Marisol Ayuso es mi madre.

XL. Encontrado en Internet y dirigido a usted. ‘¡No puedes hacer papeles dramáticos aburridos nunca más! ¡Te debes a tu público y tienes que hacer de maruja gritona toda tu vida! Nos lo debes’. Cómo es la gente, ¿no?

C.M. [Muy seria]. ¡Bueeeeno !

XL. Y esto es un fan.

C.M. [Sonríe]. Pues sí. Es que hay amores que matan. Lo curioso es que en este caso te están diciendo. ¡Anímame la vida y me la suda lo que a ti te importe! . No se dan cuenta de que, a mí, lo que más me divierte hacer en el mundo es un drama. Hacer comedia es algo cansadito, ¿eh? [sonríe].

XL. ¿Hasta qué punto puede agobiar el cariño del público?

C.M. Como a todo el mundo, me agobia el cariño excesivo y continuo; sobre todo cuando viene de gente anónima. Me da rabia mucha decirlo así, porque tampoco es justo. Pero el problema empieza cuando te obligan a devolverles algo más allá del escenario. Yo te hago reír, pero ahí acaba mi trabajo. No me pidas que yo renuncie a cosas de mi vida para hacerte reír a ti. Ni que cuando vaya por la calle tenga que cortar una conversación para hacerme una foto contigo.

XL. ¿Son peores esos cariños que los de los paparazis?

C.M. No. Nada es peor que eso. No puedo con ellos. Hacen mucho daño. Quita, quita; no se puede comparar un buen achuchón de una persona cariñosa aunque algo pesada con un paparazi ahí escondido contra un matorral. ¡No, por Dios!

XL. ¿Sería actriz de no ser tan tímida?

C.M. Probablemente, no [sonríe].

XL. Qué curioso. Coincide en eso con muchísimos actores.

C.M. Lo sé. Pero es lógico. Esa timidez funciona como un resorte para nosotros. Es la que nos hace dar el salto. Mira, ya menos, pero el momento en que surge mi timidez es sobre todo en los saludos. No soporto saludar. Lo paso fatal. No sé por qué me da muchísima vergüenza.

XL. ¿De dónde se saca lo que uno no posee para mostrárselo a los demás sobre un escenario?

C.M. No obedece a trucos ni fórmulas. Me ha gustado mucho vivir la vida de la mañana a la noche. Exprimir. Y mi manera de trabajar viene de ahí. No es de escuelas, no es de cursos. Digamos que mi retina tiene un mecanismo que graba determinados instantes. Todos los personajes los creo a partir de algo que he visto. Son fabulosos los personajes que tienen más de 40 años. Y aprendes mucho de ellos. Te los llevas a la vida.

XL. Otras actrices coinciden en que, a partir de esa edad, los papeles para ellas empiezan a escasear.

C.M. Pues no estoy de acuerdo con ellas. Los trabajos más interesantes en cine los he hecho con papeles de mujeres de 40 y 50. De las de 30, por el contrario, siempre nos olvidamos. Y, precisamente, es ahí donde empiezan las crisis raras. Tampoco es que trabaje más que antes. Lo que pasa es que, como te comento, los personajes tienen ahora otra oscuridad. Penetrar en ello es fascinante. Además, estoy convencida. Me están ofreciendo cosas, y muchas son magníficas.

XL. Cuente, cuente.

C.M. No hay nada concreto aún. Y el caso es que, ahora que lo pienso, me están proponiendo muchas enfermas, y eso sí que me preocupa [sonríe]. ¿Qué está pasando aquí? ¿Me quieren decir algo?

XL. ‘¿Quién teme a Virginia?’ Palabras mayores.

C.M. Sí, son palabras mayores; en especial, los malditos referentes.

XL. Pesa mucho la Martha de Elizabeth Taylor en casos así.

C.M. Quita, quita; mejor ni acordarse. Creo que es sin duda la más enorme interpretación de la Taylor de toda su vida. Recuerdo que la primera vez que la vi me quedé helada. Pero no la he revisitado ahora. No suelo fijarme en el trabajo de otros cuando preparo un papel, en absoluto.

XL. ¿Qué hay de dominante, psicótica y amargada en la tímida Carmen Machi?

C.M. Yo creo que tener todo eso en pequeñas dosis no está mal. ¿Psicótica? Seguro que algo habrá [ríe], lo justo para mantenerse viva y sobrevivir. Eso sí, me reconozco poco en lo de amargada. La vida me ha sonreído hasta el día de hoy.

XL. ¿Y dominante?

C.M. No sé. Soy una mujer de carácter, no te lo voy a negar. Pero me da vergüenza sacarlo. Cuando lo hago, no lo puedo dominar. Pero sí, para sobrevivir hay que tener carácter. Si no comes, te comen.

XL. ¿Somos tan diferentes hombres y mujeres como nos hacen ver las circunstancias?

C.M. Sí, sin duda. Y si no fíjate en esta obra. Está escrita por un hombre; un hombre del que dicen, aunque yo no lo creo, o sí, no lo sé, que su homosexualidad se refleja en sus obras, en su escritura. Hace una cosa curiosa que en la época tuvo que ser la bomba. en la obra, el personaje objeto de deseo es un hombre no una mujer al que tratan como florero. Eso lo hizo Edward Albee y es para quitarse el sombrero. E imagino que fue tremendo para el público de los 60. Yo no sé si será verdad eso que dicen de los hemisferios del cerebro, que los hombres tenéis uno y las mujeres, dos.

XL. ¿ ?

C.M. [Carcajada]. Sí. A una misma frase las mujeres le sacamos muchas más aristas que vosotros los hombres.

XL. Eso no se lo puedo negar.

C.M. Es cierto. Y aquí creo que pasa un poco. Por eso, la protagonista de esta obra está sobredimensionada. ¿Y él? ¿Por qué no reparamos tanto en sus rarezas?, ¿porque se limita a mantenerse ahí, a la expectativa? Es curioso.

XL. Toca la pregunta estúpida, que también tiene que haberla. ¿qué tiene Carmen Machi de ‘marimachi’?

C.M. [Ríe]. ¿Qué tengo yo de de ? No lo sé. Yo me conozco poquísimo. Cada vez me conozco menos, tío. Si eres capaz de darle vida a otros, por muy distintos a ti que sean, algo debes tener de esa personalidad. Aunque sea una mínima parte. Por eso no sé cómo soy.

XL. ¿Quién inventó el matrimonio?

C.M. [Ríe]. ¡Ostras, fijo que una persona que tenía mucho miedo a algo o a alguien! Es que, teóricamente, el matrimonio tendría que ser la unión perfecta. Cosa que nunca es. Además, ¿quién ha dicho que tenga que ser entre hombre y mujer? ¿Ya vienen poniendo límites desde el principio y con las filas enfrentándose? Es imposible que sea perfecto, porque ya desde que lo mencionas, ma-tri-mo-nio, suena a algo infeliz. A muchos años juntos. Al que se le ocurre la idea de que lo correcto y lo perfecto es el matrimonio es porque quiere que haya cosas que queden en casa.

XL. O a lo peor creía en el te amaré hasta la muerte .

C.M. No creo yo, ¿eh? Lo veo más bien como un ¡casaos, que así os vigiláis el uno al otro! [sonríe irónica].

XL. ¿Qué tal ha sido su experiencia al respecto?

C.M. ¿La mía? ¿La vital? Buena. Nunca he tenido problemas con ninguna de mis parejas. Habrá sido cuestión de suerte, o es que he querido mucho a la gente con la que he estado.

XL. No se ha casado. Igual está ahí el secreto.

C.M. No creo que tenga nada que ver. O sí. Miedo me daría casarme. Es como lo de los contratos. Es un contrato fijo, ¿no? Qué horror. Sé que suena a barbaridad, pero casarme me aterraría por lo que tiene de contrato fijo, de saber qué te va a pasar toda la vida. Quita, quita No me mola nada.

XL. ¿Quién teme a Carmen Machi?

C.M. [Ríe]. No sé. Esa es otra. Pregúntalo por ahí Pues yo creo que no me temerán mucho. No hay motivos. Yo, desde que aprendí a decir que no, me liberé de muchas cosas.

XL. Qué difícil es eso, decir que no.

C.M. Muy difícil. Yo soy una persona ¿temerosa?, bastante, y ¿cobarde?, seguro. ¡Y mira que en el terreno de lo profesional adoro lo desconocido! Pero he hecho muchas cosas que no quería hacer, muchas, porque les venía bien a otros. Hasta que un día dije. ¡Hasta aquí hemos llegado, macho! . Y, cuando pasó eso, dejé de temerme a mí misma. Y mira que me lo advirtieron de pequeña. De chica era muy manejable y me dijeron que la vida me iba a dar muchos palos por no saber negarme a nada. Y la vida me los ha dado Muchos palos. Y ya está. Ya lo dije.

XL. ¡Pues miedo me da imaginarla ciscándose en alguien a bocinazo limpio!

C.M. [Ríe]. ¡Vamos a ver! Tengo un carácter que está ahí. No voy a negarlo ahora. Y malo cuando no aflora porque solo lo hace cuando hay una injusticia de por medio. Pero sí, tengo un pronto que no me gusta nada.

XL. ¿Cuándo montó en cólera por última vez?

C.M. Recientemente. Ayer. O anteayer. Por el estrés. El estrés te provoca mucho esto. El teatro estresa mucho.

XL. Confiese. ¿cuál ha sido su truco para ser, antes de los 50, una de las grandes damas de la escena española?

C.M. Es que no lo sé.

XL. ¿Seguro?

C.M. ¿Qué insinuas? ¿Que me he tirado a alguien? ¡Yo no, tío! [ríe]. Hubiese sido maravilloso. Me encantaría poder decirte que sí, que he llegado hasta aquí cepillándome a alguien. La gente piensa que eso es malo, pero es algo maravilloso. Imagínatelo. Llegar arriba pasándote por la piedra a tu productor. Pero no. Yo creo que ya no ocurre eso.

XL. No iban por ahí los tiros.

C.M. Lo sé. Me estaba quedando contigo. ¿Sabes qué pasa? He sido fiel a mí misma, pero porque soy muy vaga. Recuerdo cuando yo descubrí que, a mí, esto, el teatro, se me daba bien. Yo tenía 17 años y fue en Bodas de sangre. Y mi mayor recuerdo de aquel debut es haber encontrado un lugar al que estaba predestinada.

XL. Digamos que mucho más mérito tiene haberse reinventado viniendo de donde venía

C.M. Lo de la tele. Es que eso ha sido también una cosa que ha venido sola. Yo no he presionado para que ocurriera. Hay un momento en que las cosas o te aburren, o se acaban. Esta misma función, que es una joya, yo no podría hacerla más de un año. Pero ni yo ni nadie. Llega un momento en que ya te la sabes demasiado. En que ya estás tú por encima de la obra. Y no mola.

XL. Lo que le debió de ser fácil fue elegir el momento adecuado para dar el salto.

C.M. Es que estaba enferma. Pero de eso me di cuenta mucho después. He tardado mucho en verlo. Hace cuatro o cinco años yo no te hubiese podido contestar a esta pregunta, porque no tenía ni idea de lo que era. Y tenía mucho miedo porque no quería, además, que se me malinterpretara.

XL. ¿Murió usted de éxito?

C.M. Sí, sin lugar a dudas. Pero, fíjate, morir de éxito en aquel momento hubiese sido si yo hubiese creído que eso era el éxito. Sin embargo, no lo era. Aquello no tenía nada que ver con el éxito.

XL. ¿Qué es, entonces, el éxito?

C.M. El éxito, para mí, es poder estar hablando contigo de una función y poder hablar de eso en pasado. Y haber hecho lo que realmente quiero hacer, lo que me pide el cuerpo. ¿Por qué iba a desperdiciar mis necesidades reales? ¿Por dinero? ¿Por fama? ¡Buf, es que ese es un lenguaje que no tiene nada que ver conmigo!

XL. Trabaja en la última de Almodóvar. Hasta donde pueda contar ¿Cómo pinta la cosa?

C.M. Bien, muy bien. El rodaje ya está terminado y ahora mismo están en la fase de posproducción. Y poco puedo añadir. Ya sabes que a Pedro le gusta llevar esto de forma confidencial.

XL. Pedro. ¿Es tan duro como dicen trabajar con él?

C.M. No, no, no. A ver. Claro que tiene su carácter Pedro, para empezar, y es lo que siempre digo, es un genio. Y todos los genios se diferencian de los seres humanos. Sabe más que nadie que yo conozca en el terreno de la actuación. Un solo segundo con Pedro Almodóvar es para un actor una experiencia impagable. Y yo repetiría, repetiría y repetiría.

XL. Cuidado, Carmen Maura salió hace poco trasquilada con los hermanos Almodóvar por decir lo que pensaba.

C.M. Pero eso, según tengo yo entendido, ha sido un compañero tuyo en un periódico el que dijo una cosa que yo todavía no puedo comprender. Yo nunca he visto un maltrato de Pedro Almodóvar en un actor.

Privadísimo

  • La familia de su madre era de artistas y provenían de Génova.
  • Le encanta comer, sobre todo cordero asado.
  • Fan del Real Madrid. Disfruta viendo un partido de tenis de Nadal.
  • No tiene instinto maternal.
  • Su único sueño es haber trabajado con Marlon Brando, pero ya es imposible.
  • Le gusta correr, pero no puede porque es asmática.

Mis genios favoritos

Amparo Baró. Ella marcaba el tono de la última función que hemos hecho juntas. Y ha sido un éxito por su manera de hacer. No hay nadie tan moderno, tan genial, tan vivo. Y hablo con conocimiento de causa.

Pedro Almodóvar. Impone trabajar con él. Y no es que me dé miedo, sino todo lo contrario. Me refiero a que es tan genial todo lo que se le ocurre que se lo quieres hacer posible. Y tienes que intentar que no se te escape nada.

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