Una habitación vacía. Ese coche que vive en el garaje. Un vestido de noche. Con la increíble cantidad de cosas que infrautilizamos, los pioneros del consumo colaborativo quieren revolucionar la propiedad. Su mantra: usar en lugar de tener. La economía colaborativa, el comercio entre particulares gracias a Internet, es ya la tendencia más radical de este siglo. Y no solo afecta a la economía, también revela un factor en alza: la confianza. Por Carlos Manuel Sánchez

Internet surgió como un medio para conectar datos y transmitir información. el siguiente paso fue conectar a la gente y facilitar las relaciones personales. Ahora, la consigna es enseñar a los demás las cosas que uno tiene: es decir, Pasar del ‘quién eres tú’ al ‘qué tienes tú’.

El apartamento es moderno y céntrico. Un dormitorio. Cinco balcones. Salón con un sofá chaise longue y televisión plana. Cocina americana. Wifi. Las fotos muestran una auténtica cucada en un barrio castizo de Madrid. Y la anfitriona lo cede por 110 euros diarios para tres personas. Con una sola condición. Sentido común, cuidar de las cosas como si fueran tuyas . Confía en la bondad de los desconocidos. Y tiene buenas razones para hacerlo.

De momento, 38 buenas razones. Pues tiene 38 reseñas de huéspedes satisfechos. Todas con la máxima puntuación: limpieza, ubicación… La gran mayoría piropeando, además, a la dueña. Que puede estar tranquila. Todos han demostrado sentido común. Todos los clientes están encantados. Para contratar el piso, solo hay registrarse en Airbnb. Se tarda un par de segundos si tienes cuenta de Facebook. Ellos se encargan de todo, incluso de gestionar el pago. Unas pocas pulsaciones en el móvil y entras en el reino de la economía colaborativa; la tendencia más revolucionaria del siglo XXI, según Forbes. Una de las diez ideas que cambiarán el mundo, como indica Time. La cuarta revolución industrial, tal y como afirma la revista alemana Stern… ¿Exageran?

Los sociólogos dicen que se trata de una evolución natural de las redes sociales y la hiperconectividad. Y los economistas hacen cuentas y se tienen que pellizcar. ¡Aquí hay negocio! El tamaño potencial del pastel lo calculó el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT): unos cien mil millones de euros. Pero esta vez es un pastel que pueden catar los ciudadanos corrientes, reciclados en microempresarios. De momento, solo son unos ingresos extras Pero lo decisivo es que lo digital está generando una economía real, a pie de calle, una economía tan virgen (y sin legislar) que no está ni sumergida ni en la superficie, sino en tierra de nadie. Un limbo con sus propias reglas, que se autorregula y que apenas tributa.

Los nativos digitales son clave en este cambio, pero no es un fenómeno generacional. Quienes más comparten servicios tienen entre 35 y 44 años

Que los pioneros de la economía compartida se conviertan en millonarios es anecdótico, caso de Joe Gebbia y Brian Chesky (Airbnb), plataforma que usan 425.000 personas cada día en todo el mundo para buscar cama y que en España tiene 57.000 viviendas a disposición de los viajeros. O Travis Kalanick, fundador Uber, que pone en contacto a conductores y pasajeros, compañía valorada en 36.000 millones de euros. O Perry Chen, de Kickstarter, el rey del micromecenazgo, que ha recaudado casi 900 millones de euros de cinco millones de personas para financiar proyectos de emprendedores.

Lo importante, para los apóstoles de esta revolución, es que el ciudadano deja de ser un consumidor para convertirse en un colaborador Comparte coche y oficina con extraños, abre su casa a desconocidos Suena un poco a catequesis, esto de compartir ya lo dijo Jesucristo en su día. Y al Che Guevara no le salió bien Además, seguimos llenando las bolsas a reventar. A la gente le gusta comprar: nos hemos acostumbrado a tener de todo y a buen precio… ¿y ahora resulta que todos somos hermanos y que hay que andar compartiendo e intercambiando? ¿En serio?, se pregunta con sarcasmo Uli Hauser en Stern.

A los escépticos, todo esto les suena a los mundos de Yupi en tiempos de terrorismo global y de corrupción generalizada. Pero es una marea que se expande. Ya hay cinco mil plataformas que abarcan múltiples sectores: ventas, salud, enseñanza, incluso banca… ¿Qué está pasando? «Que la tecnología posibilita la confianza entre extraños. Las redes sociales y las tecnologías de tiempo real nos están llevando al pasado. Hacer trueque, comerciar, intercambiar, compartir, pero reinventados. Y eso está creando una economía donde lo mío es tuyo», explica la gurú Rachel Botsman. «Somos monos, nos criaron para compartir y cooperar. Y lo hemos estado haciendo desde hace milenios, antes de que viniera la sociedad hiperconsumista. Pero las cosas están cambiando y una de las razones son los nativos digitales o generación Y».

Con los millennials hemos topado Esa generación que tiene ahora entre 16 y 28 años y que prefiere no tener propiedades y no atarse a las cosas porque, entre otras razones, no puede permitírselo Pero, ojo, según el perfil del consumidor colaborativo español, realizado por Avancar, son los urbanitas de entre 35 y 44 años los que más comparten o alquilan servicios. Es decir, los hermanos mayores e incluso los papás de los millennials… Así que no se trata de una moda generacional, un sarampión que desaparecerá cuando los chavales tengan un trabajo decente. Otro informe de la consultora Nielsen dice que el 53 por ciento de los españoles están dispuestos a compartir. Vale, es moderno, es guay, pero el 6orrar, y un 21 por ciento, para pagar deudas…

Sí, la crisis ha sido el caldo de cultivo. Pero hay otros ingredientes. Según Botsman, «una fe renovada en la importancia de la comunidad, del amigo y del vecino». Y también la preocupación por la sostenibilidad del planeta. Los coches están parados la mayor parte del tiempo, y el uso medio de una taladradora durante toda su vida útil es de 13 minutos. ¿Por qué no prestarla? ¿Pero qué pasa si el fabricante de taladradoras solo puede vender diez mil unidades en vez de un millón?

Y es que la economía compartida puede colisionar con el modelo imperante. Que se lo pregunten a los taxistas y a los hoteleros, dos gremios amenazados y que han conseguido victorias parciales contra Uber y contra Airbnb. Javier Creus, fundador de la consultoría Ideas for Change, pide a los legisladores que espabilen: «Darte de alta como empresario para alquilar tu coche esporádicamente o contribuir en un proyecto y no poder participar como microaccionista no son soluciones adecuadas para estos ciudadanos. La economía colaborativa necesita de sus propias leyes».

A la espera de un marco jurídico, lo que manda es la confianza. Los algoritmos y sistemas de verificación digital son cada más refinados. Pero no hay nada que dé más confianza que verse la cara. Y un apretón de manos para sellar el trato, como dos parroquianos en una feria de ganado. La aldea global es más aldea que nunca. Las reclamaciones por daños cuando se presta un vehículo bajan cinco veces si el dueño entrega las llaves directamente. Todas las plataformas funcionan por la confianza mutua entre proveedor y cliente, que son ciudadanos al mismo nivel y no se rigen por los códigos comerciales, sino por las leyes sutiles, pero también inflexibles, de la empatía.

En las transacciones funciona la confianza, pero también el ‘palo’. Si la ‘pifias’, tu pésima reputación te perseguirá de por vida

Porque en el mundo de la economía compartida no solo funciona la zanahoria. La interacción le encanta a la gente, y solo hay que ver cómo dejan las habitaciones los usuarios de Airbnb en comparación con los de los hoteles, ¡si hasta hacen sus camas! Pero también funciona el ‘palo’. Un par de malas críticas, y tu reputación digital se va al garete. Da igual que seas proveedor o cliente. Nadie cenará contigo si cocinas de pena. Pero tampoco nadie te llevará en su coche como el chófer diga que has sido un borde. «Tanta vigilancia es muy efectiva, pero también muy darwiniana», explica Nick Grossman, del laboratorio de medios del MIT. Cada transacción es puntuada. Y cada puntuación se añade a tu reputación y te perseguirá el resto de tu vida. Igual que ocurría en los pueblos, observa la revista Wired. «En el antiguo sistema de consumo, la reputación no importaba mucho; era más importante el historial crediticio Pero ahora con la web dejamos rastro. Es cuestión de tiempo hasta que podamos realizar búsquedas para ver una imagen completa de nuestra reputación», pronostica Botsman. En fin, sepa el lector que mi casa es su casa. ¿Y su coche, mi coche?

COMPARTIR ES NEGOCIO

Las empresas que facilitan que desconocidos del mundo entero intercambien bienes y servicios han disparado su valor en el mercado. El mejor ejemplo es Uber. La valoración de la compañía estadounidense se eleva ya a 40.000 millones de dólares. Pero hay muchas más. No de todas hay datos precisos de facturación, pero todas son negocio.

-Servicio de taxi. Los servicios de transporte son los que más han crecido en los tres últimos años, hasta el punto de que Uber factura billones, con be.

-Blablacar. 110 millones de dólares.  Fundada en 2006. Opera en 14 países

-Uber. 40.000 millones de dólares. Fundada en 2009. Opera en 54 países

-Hailo. 101 millones de dólares. Fundada en 2010. Opera en 5 países

-Lyft. 332 millones de dólares. Fundada en 2012. Solo opera en EE.UU.

-Alojamiento. La solución más temida por los hoteles es alquilar habitaciones, apartametnos o casas completas directamente al propietario. Otra forma de hacer turismo

-Wimdu. 90 millones de dólares. Fundada en 2011. Opera en 140 países

-Airbnb. 795 millones de dólares. Fundada en 2008. Opera en 190 países

-HomeAway. 505 millones de dólares. Fundada en 2005. Opera en 190 países

-Aparcamiento. En España es una práctica todavía limitada, pero ¿por qué desperdiciar el tiempo y espacio de un parking mientras su coche no está en él?

-Parclick. Sin especificar. Fundada en 2013. Opera en España

-Comparko. Sin especificar. Fundada en 2014. Opera principalmente en el País Vasco

-ParkWhiz. 12 millones de dólares. Fundada en 2007. Solo opera en EE.UU.

-Servicios bancarios. Estas aplicaciones permiten realizar transferencias entre particulares sin pasar por ningún banco. ¿El terror de Hacienda?

-Dwolla. 3,6 millones de dólares. Fundada en 2009. Opera en 12 países

-Crowdcube. Ha financiado proyectos por valor de 75 millones de euros Fundada en 2011 Opera en Europa

-Lending. Club 392 millones de dólares. Fundada en 2007. Opera solo en EE.UU.

-Jimubox. 47 millones de dólares. Fundada en 2013. Opera solo en China

-Comidas en casas particulares. Monte un restaurante en su casa. Si además de invitar a cenar a sus amigos se atreve con extraños, tendrá un negocio adicional.

-EatWith. 8 millones de dólares. Fundada en 2012. Opera en 30 países

-Social Eaters. No disponible. Fundada en 2013. Opera en España, sobre todo en Barcelona

-Electricidad. Cooperativas que ofrecen la posibilidad de producir y compartir energía (sobre todo solar).

-SomEnergia. No disponible. Fundada en 2010. Opera en España (salvo Canarias, Ceuta y Melilla)

-SolarCity. Mil millones de dólares. Fundada en 2006. Opera en EE.UU.

-Ropa y cosas de casa. Juntamos más cosas de las que necesitamos. La mejor opción es ‘reciclarlas’ on line. Un dinero extra y un servicio para el vecino.

-Peerby. 2,5 millones de dólares. Fundada en 2011. Opera en 5 países

-Wallapop. Sin especificar. Fundada en 2013. Opera en España

ESPAÑOLES QUE CONFÍAN

OFICINA COMPARTIDA

Manuel Zea, 34 años. Arquitecto. Fundador de Working Space en Alcobendas (Madrid).

«El ‘coworking’ no es una moda, es un modelo productivo»

«El coworking (profesionales que comparten un espacio de trabajo aunque cada uno tiene su propio proyecto) no es una moda; en unos años será un referente de modelo productivo. Una ventaja es que estás rodeado de talento, puedes beneficiarte del conocimiento de los demás y puedes ayudar. En nuestras oficinas hay 15 puestos de trabajo. La tarifa completa es de 230 euros al mes. La gente viene porque en casa no puede trabajar, pero se queda porque aquí es más productivo y gana más».

ADIVINA QUIÉN VIENE A CENAR

Elena Barón, 34 años. Ingeniera. Usuaria de Eatwith.

«Hago algo que me encanta, conozco gente y hasta aprendo idiomas»

«Me inscribí en Eatwith porque me encanta cocinar y conocer gente, y el dinero extra me viene muy bien para financiar mi pasión: la pintura. Cocino dos días al mes. La experiencia está siendo fantástica, gracias también a que la empresa es muy seria. Mi próximo menú es un compendio de tapas españolas, a 38 euros por comensal. Hago algo que me gusta al mismo tiempo que conozco gente de todo el mundo, practico idiomas y lo paso genial. Uso también Blablacar y Airbnb».

PASEAR AL PERRO

Alejandra de Maortua, 27 años. Licenciada en Comunicación Audiovisual. Usuaria de Gudog.

«El dinero que gano lo empleo en los cuidados de mis propios perros»

«Cuido perros en casa a través de Gudog desde hace un año. Antes solo había cuidado (gratis) los de mis amigos, pero no me planteaba convertirlo en un trabajo. Quedarse con la mascota de alguien es una gran responsabilidad. En Gudog ves las opiniones de los cuidadores y de los clientes y se aseguran de que todo vaya bien, incluso gestionan el pago. Así que decidí dar el paso. He tenido experiencias muy positivas. Empleo el dinero (12 euros por guardería, 15 por noche) en cubrir los gastos de mis propios perros».

RECAUDAR PARA CREAR

Diego Peris y Jon Garbizu. Instituto Do It Yourself, Madrid. Usuarios de Goteo.

«Recurrimos al ‘crowdfunding’ para comprar herramientas»

«Do It Yourself es un espacio de aprendizaje colaborativo bajo la máxima: ‘aprender haciendo’. El centro funciona mediante inscripciones que permiten el acceso, por un lado, al taller y, por otro, a una escuela con cursos para creadores, artesanos y entusiastas de la autoconstrucción, del bricolaje Recurrimos a una campaña de crowdfunding para comprar herramientas. Tuvimos que elaborar un presupuesto muy detallado. Tuvo éxito. Recaudamos 5105 euros de 85 donantes».

HISTORIA DE LA CONFIANZA

Hace 52.000 años el primer incauto fue estafado. Desde entonces hemos desarrollado normas, leyes y medidas de seguridad para proteger nuestras transacciones comerciales. La economía colaborativa está cambiando las leyes del mercado.

-50.000 a. de C. Entre amigos. Solo existe el trueque y solo se produce entre amigos. La confianza alcanza un círculo muy pequeño. El comercio se basa en la reciprocidad y la reputación; a los que hacen trampas se los evita.

-8000 a. de C. Vecinos bien avenidos. Se forman pequeñas aldeas, la gente empieza a comerciar con los vecinos. Es más fácil confiar en alguien cuando sabes dónde vive

-1200 a. de C. Las primeras monedas Se desarrollan las primeras monedas: primero, son conchas; después, piezas acuñadas de metal. Nace un medio, un objeto de intercambio, que reemplaza al trueque. El ámbito de confianza se extiende.

-Año 650 y los primeros billetes. El dinero sin un valor intrínseco se populariza por primera vez. La gente comienza a confiar en que unos pedacitos de papel puedan ser intercambiados por bienes reales.

-Año 1000 surge el intermediario. Compradores y vendedores empiezan a comerciar con desconocidos a través de intermediarios en los que confían para que lleven los bienes al mercado.

-Siglo XIX la confianza se impone. Las corporaciones reemplazan a las tiendas y mercados locales, la confianza ya no se basa en ‘la buena fe’ o en la cercanía entre vendedor y comprador. Se hace efectiva a través de leyes, seguros, bancos y bufetes.

-1950 personas vs. ‘holdings’. La gente compra bienes de compañías multinacionales. Organizaciones de consumidores, leyes internacionales y bancos vigilan estas actuaciones.

-990. Conectados pero con mediador. Los productos se compran a través de webs desarrolladas por las compañías para proporcionar un mercado centralizado y una infraestructura confiable.

-Presente abiertos a lo desconocido. Emergen nuevos mecanismos que aseguran las transacciones entre particulares auspiciadas por plataformas y mercados digitales.

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