Sirven para descargar tensión, facilitan la relación con la familia o con los vecinos y, además, proporcionan alimentos saludables, por eso proliferan por toda España. En Madrid, por ejemplo, ya hay más de 40 huertas entre el asfalto. Por Nacho Carretero/Fotos Carlos Luján

Hay quien opina que surgieron a raíz de escándalos alimentarios como los de las ‘vacas locas’ o los pollos con dioxinas. Otros dicen que es un regreso a la naturaleza en una sociedad urbana cada día más estresada y veloz.

Javier Montalbá. «Todo lo que sé de huertos lo aprendí en Internet»,  Para él, el huerto fue una revelación.  Tenía una empresa de instalación de tuberías y acequias, y el negocio se vino abajo. Pasé una época un poco perdido, así que mi mujer y yo decidimos convertir una parcela de terreno que tenemos en un huerto.

Hay quien solo lo ve como una moda. Sea cual sea la teoría correcta, la evidencia es indiscutible: los huertos urbanos están en auge. Como suele pasar, a España han llegado cuando llevaban en marcha ya varios años en el norte de Europa. Allí, en lugares como Alemania, Holanda o Dinamarca, las lechugas y los tomates crecen en decenas de rincones de la ciudad, entre parques, aparcamientos o estaciones de tren. En España, hasta hace unos años, era un concepto casi desconocido. Hoy, solo en Madrid podemos encontrar hasta 40 parcelas cultivadas, según datos de la Red de Huertos Urbanos.

José Luis Fernández. Responsable del huerto del barrio adelfas, en Madrid. «Parte de lo que cosechamos lo donamos a comedores sociales». Es uno de los más veteranos de la ciudad y cualquier vecino que lo desee puede participar en su mantenimiento. 

José Luis Fernández, autor del libro Raíces en el asfalto y experto en esta materia, cree que los vecinos de las ciudades están acercándose a la naturaleza a través de estas iniciativas. «Ya que la mayoría de los vecinos no pueden irse a vivir al campo, tratan de acercar el campo a la ciudad. Que no todo sea asfalto» , explica. Los datos sobre la metamorfosis urbanita de la sociedad son meridianos: en los años cuarenta, en España, el 70 por ciento de la población se dedicaba a la agricultura. En el año 2000, solo lo hace el siete por ciento.

Vicent García. Tiene alquilada una parcela en Valencia. «Me doy cuenta de lo rápido que vivía antes de dedicarme a mi huerto» «También el huerto me hizo reflezionar sobre la calidad de los productos y sobre la cantidad de comida que se tira»

«No es una cuestión de ecologistas, eso está superado. es un tema que cada vez implica a más gente, al margen de ideas o política», añade José Luis. Hasta el punto de que los principales ayuntamientos de España, independientemente de su color, ya incluyen los huertos en sus agendas municipales. Hasta hace poco la mayoría de ellos vivían en la alegalidad, sin una figura jurídica clara que los autorizase.

Adriá Esteve. Alquila parcelas de Huerta en Valencia. «Cobro 0,60 euros por metro cuadrado y tengo unas 40 parcelas alquiladas. Así he encontrado un medio de vida» «No usamos químicos y hacemos descuentos a los que vienen en bicicleta»

Hoy, aunque todavía perviven algunos sin permisos, casi todos están en regla y cuentan con los apoyos de las instituciones locales. La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura)  ha declarado los huertos urbanos como una «práctica beneficiosa».

Más allá de estos huertos de barrio, la moda ha alcanzado también a numerosas terrazas, balcones y hasta azoteas. Cualquier hueco es bueno para hacer crecer unas fresas o unas habas. «Yo no tenía ni idea de plantas -cuenta Ricardo, vecino de San Agustín de Guadalix, en Madrid- y, ahora, me levanto cada mañana deseando contemplar cómo van los tomates y las cebollas».

Ricardo Tejedor. Cultiva en su terraza, en San Agustín de Guadalix (Madrid). «No había cuidado una planta en mi vida. Incluso estropeé una de plástico» «Saqué la infomación de Internet. Hasta yo tengo mi propio blog, Diario de un huertico» «Ahora paso más tiempo con mis hijas porque me ayudan con el huerto».

La mayoría admite que se trata de un hobby, una distracción que casi nunca es suficiente para autoabastecerse. Sin embargo, supone un complemento idóneo para la cesta de la compra. Te das cuenta de lo diferentes que son los productos que uno mismo cultiva de los que venden en el supermercado. El sabor no tiene nada que ver , asegura Vicent Garcia, un valenciano que desde hace medio año cultiva su pequeña parcela de treinta metros cuadrados. La llegada de la agricultura a la ciudad parece imparable. Del asfalto al huerto sin necesidad de salir del barrio. Las ciudades están más cerca que nunca de la naturaleza.

 

Stephanie Le Fresne. Pasó del balcón a la parcela, en Valencia. «Aunque es un ‘hobby’, da mucho trabajo. Si se descuida, se pierde todo» «Es importante que la gente sepa que, aunque es un hobby, da trabajo. Si se descuida, se echa todo a perder»

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