Implacable adversario de los árabes, fundó Israel como una ‘Tierra Prometida’ para los judíos, pero abrió una profunda herida en Palestina, aún no cerrada.D.S./ Fotos: Cordon

La Guerra de los Seis días: 60 segundos para saberlo todo

El pequeño vapor ruso ancló en el puerto de Jaffa (Palestina) al atardecer de un día de agosto de 1906, observado por cocheros en busca de clientes, agentes de fondas y hoteluchos que ofrecían alojamiento y personas que esperaban a sus familiares. En el revuelo de calesas, asnos, galabeyas, turbantes, kufiyas de cuadros, tarbuches y sotanas, se podían leer algunos letreros reclamando pasajeros; uno de ellos era de la Agencia Judía. Hacia él se dirigió un grupo de jóvenes que acababa de descender del barco.

-Soy David Ben Gurion, de Plonsk.

Acababa de pisar la Tierra Prometida una de las personalidades decisivas en la fundación del Estado de Israel. «A la edad de 19 años, llegué a la conclusión de que no bastaba con organizar grupos sionistas y pronunciar ardientes discursos. Había llegado el momento de contribuir en la tierra misma de Israel a poner los cimientos para el regreso de mi pueblo a su patria», contaría Ben Gurion en sus memorias.

Cuando llegó a Palestina desde su Polonia natal, trabajó como obrero agrícola varios años

Se había formado desde niño en la idea del retorno a Palestina y parte de su juventud la consagró a las organizaciones que existían entonces, en particular en los Polaei Zion (Trabajadores de Sión). Con esa organización se formó como agricultor, como socialista y como futuro fundador de Israel, cuyo advenimiento comenzó a vislumbrarse a partir de 1896, con la publicación de Der Judestaat (El Estado judío). De ese libro surgió el sionismo, que pondría las bases económicas, políticas y sociales del retorno a Palestina y organizó su primera aliyá (oleada migratoria hacia la Tierra Prometida) en 1904.

Los pioneros sionistas

La tierra que les recibió era entonces una provincia del Imperio Otomano, dependiente de la Gobernación de Siria, con 25.124 kilómetros cuadrados, dividida por el río Jordán en dos partes, la Cisjordania al oeste y la Transjordania al este. La emigración judía se asentó mayoritariamente en torno a Jerusalén, Jaffa, Jaifa y Safed, es decir, en Cisjordania. En vísperas de la Gran Guerra, vivían en Palestina unas 700.000 personas, de las cuales 550.000 eran árabes, cerca de 90.000 judíos y el resto turcos, alemanes, franceses…

Puede estimarse que en 1914 la población de origen hebreo, aunque no superaría al 12 por ciento del total, componía el grupo más homogéneo y poderoso de la región. En 1908, al noreste de la ciudad portuaria de Jaffa, comenzó a levantarse un barrio con un crédito del Fondo Nacional Judío: Tel Aviv (Colina de la Primavera).

Arraigarse en la tierra.

La riqueza de los primeros colonos judíos no coincidía con la filosofía pionera y socialista de Ben Gurion, que escribía: «Entre la tierra y el pueblo debía crearse el vínculo del trabajo». Los pioneros que llegaron en las aliyás sionistas, del temple de Ben Gurion, volvieron a la idea original y crearon una comunidad trabajadora, ganaron la batalla de la tierra y fundaron una sociedad nueva, amalgamada por la religión, la cultura y el idioma hebreo, forjada por la fe en el Estado judío y la lucha contra la oposición de los nativos, que veían en los judíos un peligro.

Fundó el primer sindicato judío, fue editor de un periódico y el creador del Haganá, germen del Ejército israelí

Al frente, dinamizando todos los procesos, siempre se hallaba Ben Gurion, dirigente de primer orden durante la Segunda Guerra Mundial, al punto que fue enviado a Estados Unidos en busca de dinero y de apoyo político para crear unidades judías dentro de los ejércitos aliados y pedir el fin de las limitaciones a la emigración sionista a Palestina. Tras la guerra encabezó la tendencia que exigía la inmediata fundación del Estado, para lo cual había que forzar la partición de Palestina entre judíos y árabes mediante una feroz campaña terrorista contra la ocupación británica. Simultáneamente, creaba en secreto un Ejército judío para afrontar la inevitable lucha con la metrópoli, primero, y con los árabes, después.

 

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Ben Gurion lee la Declaración de Independencia el 14 de mayo de 1948 ante 200 personalidades del sionismo reunidas en el Museo de Tel Aviv

Y ocurrió tal como había previsto. Gran Bretaña, cansada de la batalla terrorista, anunció el 17 de febrero de 1947 que se disponía a entregar el Mandato que tenía sobre Palestina a las Naciones Unidas. El 18 de abril, en la sesión de la ONU sobre la cuestión palestina, Ben Gurion expuso los derechos históricos que asistían a su pueblo para fundar un Estado en aquel territorio… El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de la ONU, por 33 votos favorables, 13 negativos y 10 abstenciones, votó la partición de Palestina.

En mayo de 1948, Ben Gurion leyó la Declaración de Independencia. Terminada la lectura, se pasó al primer manifiesto del Consejo de los Trece, convertido en Gobierno provisional del Estado de Israel. La ceremonia se cerró con la interpretación de la Hatikvah y con el veterano luchador convertido en el primer ministro del nuevo Estado.

La primera victoria

Apenas terminado el acto fundacional ya se hallaba en guerra con sus vecinos árabes. Entonces pudo valorarse la labor que había desarrollado en los años anteriores: como de la nada, surgió un Ejército eficaz y comenzó a llegar el armamento que, discretamente, habían estado comprando sus agentes en todos los saldos de armas de la II Guerra Mundial.Ben Gurion ganó aquella guerra y permaneció al frente de Israel hasta 1963, con sólo dos años de interrupción.

Expulsado de Palestina, vivió exiliado en Estados Unidos cinco años

Contaba 77 años de edad cuando un escándalo le expulsó de la primera línea política. Fue el oscuro asunto Lavon, en el que los agentes de Israel atentaron contra intereses estadounidenses en Egipto, con el propósito de enfrentar a El Cairo con Washington. Ben Gurion siempre sostuvo que no había sido informado de la operación y se enfrentó con Lavon, el ministro responsable del asunto, quien afirmaba lo contrario. El caso envenenó la vida política de Israel y dividió al laborismo; Ben Gurion dejó la dirección del partido (1964) y fundó otro con el apoyo de sus más fieles colaboradores, Simón Peres y Moshe Dayan, manteniéndose en la política activa hasta 1970. Falleció el 1 de diciembre de 1973, antes de cumplir los 87 años.


LUCES

  • Tenía una inteligencia, una intuición y una energía excepcional. La prueba es cómo creó el Ejército israelí.
  •  Su experiencia de toda una vida de lucha política hizo de él un dirigente excepcional.
  •  Desarrolló las ideas que vertebraron el nuevo Estado de Israel: el trabajo agrícola, el socialismo y el uso del hebreo como aglutinador.

SOMBRAS

  •  Fue un hombre demasiado testarudo y lleno de odios irracionales.
  •  Concentró todos los vicios de un político: era muy maniobrero, carecía de escrúpulos y tuvo escasa grandeza espiritual al tratar a sus adversarios.
  • No supo delegar y durante sus mandatos casi todas las decisiones, por mínimas que fueran, tenían que contar con su aprobación.

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