Durante la Segunda Guerra mundial EE.UU. desarrollo un plan secreto, el Proyecto Manhattan -liderado por el general Leslie Groves y el científico Robert Oppenheimer- para conseguir un arma de una potencia destructiva inimaginable antes que los nazis. Por R.P./Foto: Cordon

Cuando un núcleo atómico pesado se divide, se libera una enorme cantidad de energía. Eso decía la teoría hasta que, en 1938, el científico alemán Otto Hahn demostró que era verdad.

Esa energía se podía usar como arma. Leó Szilárd, húngaro refugiado en Estados Unidos, supuso que los nazis la querrían. Convenció a Albert Einstein para que le planteara al presidente Roosevelt la necesidad de adelantarse. En 1941 se supo que había un equipo alemán trabajando en la bomba.

En Estados Unidos comenzó el Proyecto Manhattan. El general Leslie Groves organizó el trabajo de 120.000 personas. El equipo científico, dirigido por Robert Oppenheimer, contaba con expertos de medio mundo y fondos casi ilimitados. Los científicos plantearon el verano de 1945 como fecha tope para tener lista un arma de una potencia destructiva inimaginable. Cumplieron.

Albert Einstein y Leó Szilárd alertaron a Estados Unidos.

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