No se arruga ni se deforma y, sobre todo, es barato. Por eso nos invade: cerca del 60 por ciento de las prendas que usamos lo contiene. Esta fibra artificial es el principal motor de la industria de la moda, pero puede convertirse en un problema medioambiental. Por Simone Salden

‘Cada vez más, antes y más barato’. Es el lema de la moderna industria de la moda, que vive tiempos de cambio. Antes había ropa de invierno y de verano. Y abrigos de entretiempo. Ahora no es raro ver de 12 a 14 colecciones al año. En las tiendas de cadenas como Primark se cuelgan modelos nuevos a diario. Un vestido de Zara solo necesita dos semanas para pasar del tablero de diseño a la tienda. A este carrusel vertiginoso se lo denomina fast fashion, ‘moda rápida’. Entre otras razones, esta moda veloz funciona gracias a que la materia prima con la que se elabora la mayoría de las prendas es el poliéster.

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Roperos de segunda mano: ante la avalancha de ropa usada, ya hay países, como Zimbabue, que han prohibido importarla. En la foto, mercado de segunda mano en Rumanía

En un tiempo en el que vemos las bolsas de plástico como un pecado ecológico, casi el 60 por ciento de nuestra ropa contiene fibras de poliéster. Sin embargo, casi nadie es consciente de esta realidad. Ni siquiera percibimos la omnipresencia del poliéster. Para que un jersey no tenga el mismo tacto que el plástico en el que viene envuelto, los fabricantes lo mezclan con fibras naturales, como el algodón. Cualquier lego en la materia es incapaz de distinguir entre una camiseta de algodón y una con un 80 por ciento de poliéster. La mayoría de los clientes solo se da cuenta cuando estudia la etiqueta al ir a meterla en la lavadora.

Los elevados precios del algodón han contribuido a fomentar el uso del poliéster

«La utilización del poliéster es lo que ha hecho posible el auge de las grandes cadenas de moda rápida», asegura Alexandra Perschau, experta en productos textiles de Greenpeace. Esta fibra sintética es «fácil de producir, fácil de procesar y, sobre todo, muy barata», añade. Los hilos plásticos elaborados a partir del petróleo están disponibles en todo momento y en grandes cantidades, no hay imponderables climatológicos ni condicionantes políticos que afecten a la producción. Y los ciclos cada vez más rápidos de la industria de la moda han «disparado su consumo de una forma explosiva». Más de 60 millones de toneladas de fibras sintéticas salen cada año de las fábricas; la mayoría de ellas, en China. El poliéster es el líder indiscutido del mercado, con casi un 80 por ciento del total.

Toneladas de ropa

El boom del poliéster ha contribuido decisivamente a que las ventas de ropa casi se hayan doblado entre los años 2002 y 2015. Según Greenpeace, en 2014 se produjeron en todo el mundo más de 100.000 millones de prendas nuevas. Hace mucho tiempo que por el planeta circulan más prendas de ropa de las que la humanidad podrá ponerse jamás.

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Hilos de petróleo: es una fibra muy fácil de producir y de procesar

Los elevados precios del algodón también han contribuido a fomentar el uso del poliéster, según explica Andreas Engelhardt, autor del informe The fiber year, en el que recoge la producción mundial de las diferentes fibras tanto naturales como sintéticas. «Una fibra de origen químico como el poliéster es especialmente resistente y longeva, aunque esa ventaja se ve anulada por los ritmos acelerados a los que se mueve la moda actual», añade.

Más de 60 millones de toneladas de fibras sintéticas salen cada año de las fábricas; la mayoría de ellas, en China. El 80% es poliéster

Las firmas de fast fashion no se muestran dispuestas a facilitar cifras sobre su consumo global de poliéster. Tampoco aportan información sobre el porcentaje medio de fibras sintéticas en sus prendas. Pero un simple test rápido arroja resultados significativos. al teclear la palabra ‘poliéster’ en el buscador de la tienda on-line de HyM, aparecen más de 7000 resultados.

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En la tienda: el boom del poliéster ha contribuido a que las ventas de ropa se hayan doblado estos últimos años

En el poliéster, todo son ventajas. Al ser tan ligero, se reduce el coste de producción y el peso en el transporte. Además, no es delicado, mantiene la forma y no se arruga. En los informes de sostenibilidad elaborados por las cadenas de moda no se dice ni palabra sobre el hecho de que la fast fashion está basada en un principio muy claro: lo que hoy es tendencia, mañana acabará en el cubo de basura.

Los ecologistas no predican que se renuncie a este material, pero sí un consumo responsable

La larga vida de las fibras de poliéster debería suponer un freno para la rotación acelerada de la oferta. La triste verdad es que el empleo de estas longevas fibras sintéticas está resultando ser un lastre considerable para el medioambiente.

Las partículas del poliéster

Cuando lavamos la ropa, de las fibras sintéticas se desprenden micropartículas que acaban en los acuíferos y, a través de los mares, también en nuestra cadena alimentaria. Estas diminutas partículas escapan a la mayoría de las plantas modernas de depuración de aguas. Además, no son biodegradables. Ya se están encontrando restos de poliéster en crustáceos y peces del Báltico y del mar del Norte. Pero los consumidores no suelen tener en cuenta este tipo de consecuencias.

La mayoría de las plataformas dedicadas a promover la sostenibilidad medioambiental no predica la renuncia total al poliéster, sino que apuestan por hacer un consumo responsable. Aconsejan a los consumidores que reflexionen antes de comprar ropa. No hay que renunciar radicalmente a comprarse cosas nuevas, pero es preferible optar por la durabilidad antes que por la cantidad. En resumen: el mejor balance ecológico final siempre lo tienen los pantalones que se han llevado puestos durante más tiempo.

Abrazar este sencillo credo y comprar de otra manera no debería ser muy complicado. A fin de cuentas, uno de cada tres europeos admite tener en el armario ropa que apenas se pone o que no se ha puesto nunca. De hecho, en los últimos 15 años se ha reducido a la mitad el tiempo durante el cual usamos la ropa. Las montañas de ropa desechada crecen de forma incontenible. Esta situación preocupa a los activistas medioambientales: la ropa se ha sumado a la larga lista de productos de usar y tirar, con el agravante de que las fibras sintéticas como el poliéster son duras de pelar.

Segunda mano

La recogida de ropa usada tampoco resuelve el dilema; en la mayoría de los casos solo sirve para alargar un poco la vida de las prendas desechadas. Más de la mitad de las prendas usadas se derivan al mercado mundial de ropa de segunda mano, que ya está bastante saturado. Países africanos como Zimbabue incluso han llegado a establecer la prohibición de importar ropa usada. Entre el 30 y el 40 por ciento de los tejidos desechados acaba en máquinas que los trocean y machacan hasta obtener un material que como mucho sirve para fabricar bayetas o aislantes.

Ya se han encontrado restos de poliéster en peces del Báltico. Tarda 500 años en degradarse

Tampoco resulta muy práctica la tendencia que se está generalizando entre las cadenas de moda y que consiste en recoger ropa usada en sus tiendas. Alexandra Perschau asegura que es «una falsedad» que de unas camisetas viejas salgan unos pantalones nuevos. «La recuperación de fibras textiles para nuevos tejidos es mínima», añade.

¿Reutilizar?

Es precisamente el alto contenido de fibras sintéticas el principal obstáculo para la reutilización. Por un lado, el reciclaje de fibras se ve entorpecido por una razón tan banal como es la imposibilidad de identificar los diferentes componentes de los tejidos, debida, entre otros motivos, a que se haya arrancado la etiqueta donde figuraba la composición. Por otro lado, los procesos tecnológicos para separar las distintas fibras y elaborar a partir de ellas nuevos hilos todavía se encuentran en fase de desarrollo. Y todo esto dejando al margen una cuestión capital: si a la industria de la moda de verdad podría llegar a resultarle económicamente interesante el uso de este material reciclado.

El escaso papel que el material reciclado representa en el sector de la fast fashion queda patente en el informe de sostenibilidad de H&M. La empresa sueca va a la cabeza en el uso de poliéster reciclado. Sin embargo, de acuerdo con sus propios datos, no más de un uno por ciento de su producción procede de fibras recicladas, y ni siquiera se menciona una cifra para el poliéster. Y un dato: el poliéster tarda una media de 500 años en degradarse por completo.


En defensa del poliéster. Por Daniel Méndez

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Se emplea masivamente desde mediados del siglo XX en prendas de moda y también en ropa de seguridad, carpas, tejidos industriales… Ante la preocupación por el impacto medioambiental del uso de este derivado del petróleo, Andrés Borao -secretario general de la Confederación de la Industria Textil- destaca cómo va ganando peso el concepto de ‘reciclabilidad y economía circular’. «El futuro no es recuperar residuos que se tiran, sino diseñar tejidos de tal manera que antes de tirarlos se puedan recoger y reintroducir en la cadena de fabricación», dice. Ya hay empresas que se han aliado con cofradías de pescadores para recoger y procesar las botellas de plástico y utilizar ese material para confeccionar ropa. «Lo importante -concluye Borao- es tener en cuenta que no hay fibras buenas y fibras malas. Lo que tenemos es fibras adecuadas para determinados usos y hay muchos ejemplos del sector textil que van más allá de la moda, y ahí es donde las fibras sintéticas tienen un gran futuro».


PARA SABER MÁS

The fiber year. Datos sobre los fabricantes de fibras del sector textil.

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