Ken Loo es jefe de la patronal textil camboyana (GMAC) y uno de los hombres más poderosos del país. En las fábricas asiáticas textiles trabajan millones de mujeres en condiciones extremas. Por Norbert Höfler

Si en un futuro próximo las empresas de moda y los consumidores acaban pagando cinco o diez céntimos más por una camiseta, ¿ese dinero irá de verdad a las costureras?

Ken Loo. Sí. En lo que a mí respecta, podrán controlarlo ustedes en todo momento.

¿Sin desviaciones ni puertas traseras?

K.L. Absolutamente.

¿Qué les pediría usted a los clientes en los países de destino?

K.L. Les diría: «Miren en la etiqueta dónde se ha fabricado la prenda. Y luego pregúntense si pueden confiar en esa marca. Ustedes, los compradores, son el factor clave. Ustedes premian o castigan. Ustedes tienen el poder».

¿Cómo va a ser el futuro de la industria textil?

K.L. Cada vez habrá más plantas de producción en África. Al mismo tiempo vendrá una automatización acelerada. Fábricas 4.0. Habrá robots cosiendo en vez de mujeres. Estas fábricas no estarán solo aquí, en Asia, también las tendrán allí, en Europa. Ya no habrá ningún motivo para que la ropa se produzca aquí. Las máquinas trabajan 24 horas al día, 365 días al año.

¿Y qué será de las costureras?

K.L. Volverán al campo, cultivarán un pequeño huerto o un campo de arroz con sus padres y abuelos, practicarán una economía de supervivencia.

¿De vuelta a la pobreza?

K.L. No tendrán otra alternativa.

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