‘Dejaos de pollas’

ARENAS MOVEDIZAS

Si a usted le ha resultado familiar el título de este artículo es que usted, probablemente, es granadino o buen conocedor de las cosas de Granada. La palabra ‘pollas’ en boca de media Andalucía Oriental tiene carácter polisémico. Es decir. quiere decir muchas cosas. Es un comodín. se puede meter en cualquier conversación para reforzar nuestro lenguaje. Lo explica muy bien mi querido colega Andrés Cárdenas en su libro Dejaos de pollas, vayamos a pollas, que toma el título de la arenga con la que un alcalde motrileño afeó la conducta de unos concejales que pretendían, al parecer, moverle la silla. Tras detectar movimientos sospechosos, el alcalde reunió a su grey y espetó: «Me he enterado que andáis con pollas; vayamos a pollas; así que dejaos de pollas». No dijo aparentemente nada, pero lo dijo todo, y cualquiera con un poco de sensibilidad expresiva lo entendería, fuera granadino o no. La palabra ‘pollas’ queda desprovista de su acepción genital: que también signifique ‘pene’ no tiene relevancia en esta historia; ni siquiera es considerada un taco o una malsonancia, ya que la usa por igual un clérigo o una honesta jubilada. Tal y como explica Andrés, cuando los de Granada nacen, inoculados ya por el gen de la ‘malafollá’ que los distingue del resto de los humanos, lo primero que le dicen al ginecólogo que les ha traído al mundo es. «¿Quién pollas te ha dicho que me saques de donde estaba?». A medida que se crece, se va incorporando a la conversación y se enriquece el sentido variado que se le va dando a la palabra. Así, por ejemplo, dos amigos pueden encontrarse, preguntar el uno al otro: «¿Qué pollas haces?», y responder el segundo: «Ná. Er pollas». Sirve para nombrar multitud de objetos animados o inanimados, conocidos o desconocidos y se utiliza hasta en los pésames. uno de La Malahá que hacía cola para dar el pésame a un amigo al que se le había muerto el padre, cuenta Andrés, iba pensando qué fórmula debía utilizar para expresarle su compañía en el dolor por el ausente. No daba con ninguna que le dejara satisfecho, con lo que al llegar a su altura le dijo: «¿Se te ha muerto el papa? ¡Cuidao con la polla!». Aquí la palabra toma valor de mala suerte. Como en otras ocasiones toma significado de hartazgo: «Estar hasta la polla». Otras, de rebeldía: «¡Y una polla!». Otras, de admiración: «¡Es la polla!». Y tiene derivaciones, lógicamente: es el caso de algo que es ‘pollúo’, es decir, magnífico. O de fortuna y autoagrado: «¡Este plato de jamón es pa mi polla!». O de expresión llena de carga egocéntrica. «¡Soy la polla!».

Evidentemente, la palabra también puede ser un insulto: cuando le antecede el prefijo ‘a’, puede hacer referencia a la memez del sujeto al que se le aplica. es lo que viene siendo estar ‘apollardao’. Si va precedida de la palabra ‘tonto’, supera el clásico español de ‘gilipollas’. ‘Tontopollas’ es mucho más hiriente. Incluso ‘soplapollas’ también. Puede ser utilizada igualmente para dar por sentado que algo que se ha hecho no ha servido para nada: «Me lo has explicado muy bien, pero no he entendido una polla»; o que eres de lo más torpe que se despacha, y por ello te dicen: «¡Eres más tonto que una polla liá en un trapo!», o se refieren a tus actos con un despectivo: «¡Cuidao con la polla er tío!». También tiene algo de descriptivo en lo físico. como tengas la cara alargada y la frente un poco prominente, algún guasón te dirá que tienes ‘carapolla’. Puede significar lo mucho que te has divertido. Me parto la polla de risa , o una negativa absolutamente rotunda. Me vas a coger la polla por lo más gordo , que aunque parezca un tanto ordinario no queda tan mal si se dice con tipismo.

El libro de Andrés Cárdenas es una guía imprescindible, ya que sitúa la palabra en la boca de aquellos que pudieron pronunciarla. Forrest Gump cuando llevaba tres años corriendo y paró en seco: «Estoy hasta la polla de correr». El capitán del Titanic viendo la vía abierta: «¿Por dónde pollas entra tanta agua?». Felipe II cuando le relataron el desastre de la Armada Invencible: «¡Cuidao con la polla!». No dejen de ilustrarse con su lectura, por favor. El libro es la polla.

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