Nací en Madrid en 1946. Tras más de 70 películas y casi 20 obras teatrales, he vuelto al Teatro Español de la mano de Gerardo Vera con ‘El cojo de Inishmaan’, una comedia negra y salvaje, de humor ácido. Por Virginia Drake/ Fotografía Javier Ocaña

XLSemanal. ¡Qué gusto! ¡Una sonrisa permanente! ¿Está contenta?

Marisa Paredes. [Ríe]. Estoy alegre y ahora se me nota más; antes era mucho más dramática, más torturada.

XL. ¿De dónde saca esa elegancia natural la hija de la portera de una casa de la plaza de Santa Ana?

M.P. Siempre lo he sido. Cuando bajaba las escaleras, los vecinos le decían a mi madre: «¿Pero qué se ha creído su hija, que baja mirando a todos por encima del hombro?». Era mi manera de defenderme: «Bueno, sí; soy la hija de la portera. ¿Y qué?».

XL. Y luego dicen que las porteras son unas cotillas.

M.P. ¡Mi madre, para nada! Ella era el ser más angelical, bueno y dispuesto a servir, en el mejor sentido de la palabra.

XL. Cuenta que cuando iba a Colmenar Viejo, a casa de su abuela, la mandaban por agua y los chicos tiraban piedras a ver si le daban al cántaro o a usted.

M.P. [Se ríe]. Eran muy brutos y tiraban piedras a la extranjera, a la chica de Madrid… Y, ¡pumba!, adiós al cántaro la mayoría de las veces. Me trataban fatal.

XL. Dicen que mira con lupa las ofertas de trabajo y que es muy selectiva…

M.P. Intento, y suelo conseguir, hacer solo lo que me interesa. Cada año recibo dos o tres proposiciones, sobre todo de Francia e Italia, y sigo pudiendo elegir.

XL. Después de muchos años regresa al Teatro Español…

M.P. Estoy emocionada. Trabajar en este teatro era el gran sueño que tenía de pequeña. Como vivía al lado, lo miraba y pensaba: «¿Podré trabajar ahí algún día?».

XL. Los teatros, pese a la crisis y el IVA, están llenos. ¿Cómo se lo explica?

M.P. Porque la gente siente que el teatro es de verdad y sirve para pensar. En la calle, todo es mentira; la verdad está aquí.

XL. Uno de sus últimos papeles fue el de reina Sofía en Felipe y Letizia.

M.P. Al proponérmelo, estaba muerta de miedo. Luego vinieron las críticas…

XL. ¿La llamó la reina para decirle algo?

M.P. No me llamó, pero nos encontramos un día en una recepción y me dijo: «Me gustó mucho cómo hiciste de mí».

XL. Una mujer a la que operaron de anginas sin anestesia ¿lo aguanta todo?

M.P. Según qué cosas… Me dolió que pidieran mi cabeza cuando fui presidenta de la Academia de Cine por apoyar el «No a la guerra» en la gala de los Goya.

XL. ¿Usted se morirá contestataria y dando guerra?

M.P. Si puedo, sí; hay mucho que reivindicar: hay quien no puede comer, y no se puede mirar para otro lado.


Uno, dos… y «tés»

Desayuno Marisa Paredes b

«Tres tazas de diferentes tipos de té (Earl Grey, con ginseng, negro…) y unas tostadas de pan auténtico con mantequilla o con muy buen aceite y muy buena sal».

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