Culiacán, cuna del cártel de Sinaloa -el más poderoso de México-, es el nuevo hogar del ‘Dios’ argentino. Tras agotar la paciencia de los jeques en Emiratos, allí lo han fichado para entrenar a un equipo de Segunda con influyentes padrinos. Estas son las claves para entender el último ‘show’ del Pelusa. Por Juan Moreno 

Te tiene que gustar mucho el fútbol para aguantar esto. Segunda División mexicana, Atlético Zacatepec vs. Dorados de Sinaloa, el nuevo equipo de Maradona. Es sábado, última hora de la tarde, 30 grados a la sombra, minuto 50 de juego y ni una sola ocasión.

Sentado en el banquillo, el exfutbolista argentino Maradona, 58 años, rostro inexpresivo, observa el partido con los brazos cruzados sobre la barriga. ¿Estará contando el elevado número de pases defectuosos de sus pupilos? Entonces el astro argentino decide ponerse de pie, pero no es un proceso precisamente rápido. Lleva años con problemas en las rodillas y las lumbares. Hay días en que, al andar, parece un payaso con barriga y zapatones.

«Vamos, muchachos», grita. Uno de ellos pierde el balón, y Maradona se lleva las manos a la cabeza. Otro trastabilla y se cae solo. El míster mira a Luis Islas, su ayudante, que se encoge de hombros. En la grada, los aficionados locales se debaten entre hacerle fotos con el móvil a Maradona o gestos obscenos con el dedo. Muchos hacen ambas cosas.

M5ATHG A view of Culiac‡n, Sinaloa, Mexico on Thursday, July 16, 2015. Sinaloa is the Mexican state where the notorious drug cartel leader Joaqu’n El Chapo Guzm‡n is from. Guzm‡n recently escaped from a maximum security Mexican prison for the second time.

Culiacán, capital del estado mexicano de Sinaloa

Ya han pasado tres meses desde que uno de los mejores futbolistas de la historia iniciara un nuevo capítulo de esa telenovela que es su vida titulado Entrenador en México. Cuando saltó la noticia, casi sonó a broma. Maradona, el astro que ha arrastrado problemas de adicción a la cocaína desde sus años de jugador, entrenaría al club más popular del estado de Sinaloa, epicentro del narco mexicano y patria chica del célebre capo Joaquín el Chapo Guzmán.

Los dorados de Guardiola

No tan célebres como el Chapo, los Dorados ya tuvieron sus primeros quince minutos de fama cuando Pep Guardiola jugó con ellos media temporada en 2006. Además, el club es propiedad de los Hank, una acaudalada familia cuyo patriarca, Jorge Hank Rhon -antiguo alcalde de Tijuana, candidato a gobernador de Baja California-, es dueño de la mayor casa de apuestas deportivas de México, de hoteles, casinos, de un canódromo, un zoo privado y se fotografía con serpientes enormes enroscadas en torno al cuello.

En Dubái, Maradona había encontrado su paraíso en la Tierra, pero los árabes acabaron cansándose de él y tuvo que buscar trabajo. Uno de verdad

Heredero de Carlos Hank González -exalcalde de Ciudad de México, antiguo gobernador del estado de México y ministro de dos carteras durante la Presidencia de Carlos Salinas de Gortari-, a Hank se lo ha investigado por presuntos vínculos con el crimen organizado. Desde que dos de sus guardaespaldas fueron condenados por el asesinato de un periodista demasiado curioso, ningún medio de comunicación de la ciudad perturba a la familia.

El nuevo mundo de Maradona puede sonar grotesco, pero no debe ser mucho más extraño que el que viviría en Bielorrusia, donde a mediados de julio parecía que iba a pasar los tres próximos años en una mansión de 20 millones de dólares en Minsk.

Argentine legend Diego Maradona, coach of Mexican second-division club Dorados, gives instructions to the players during a match against Universidad de Guadalajara, at the Banorte stadium in Culiacan, Sinaloa State, Mexico, on September 29, 2018. (Photo by RASHIDE FARIAS / AFP) (Photo credit should read RASHIDE FARIAS/AFP/Getty Images)

El Dinamo de Brest le ofreció el pasado verano un contrato de tres años -impreciso en sus obligaciones y generoso en sus honorarios- como presidente de la entidad. El Pelusa viajó a Bielorrusia, lo llevaron al estadio en un vehículo militar polifuncional de 2,6 metros de altura y lo presentaron ante miles de fans. Durante el acto juró amor eterno. Dos meses después, en México, hacía lo propio ante la afición de los Dorados de Sinaloa.

El consejo de Fidel Castro

«Asumo esta responsabilidad como quien tiene a un hijo en los brazos», dijo en su arenga a los aficionados mexicanos y añadió que quería quedarse muchos años. Poco antes, sin embargo, le había revelado a un periodista argentino que quizá se presentara a las elecciones de 2019 junto con la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. «Fidel Castro me dijo que debería entrar en política», declaró.

Volviendo al partido, los Dorados meten un gol en la segunda parte y obtienen su tercera victoria con el nuevo entrenador. «Muy bien, muchachos, muy bien», les dice. Los cámaras se arremolinan a la puerta del vestuario, y los jugadores empiezan a cantar. Maradona no tarda en arrancarse a bailar. Agita los brazos, mueve las caderas, mientras en un rincón un hombre de mediana edad con chándal amarillo observa la escena. Es José Antonio Toño Núñez, presidente de los Dorados. Amable y simpático, lleva años al frente del club. «Estudiamos sus logros como entrenador y pensamos que merecía una oportunidad -dice Núñez-. Sus números no han dejado de mejorar».

Bielorrusia, no, gracias

Los Dorados son la sexta escala de Maradona como entrenador. En sus dos primeros destinos, los argentinos Deportivo Mandiyú y Racing Club de Avellaneda, fue un desastre. Al frente de la selección albiceleste ganó 18 partidos y perdió 6, el último fue el 0-4 que le endosó Alemania en el Mundial de Sudáfrica. En Emiratos Árabes Unidos entrenó al Al Wasl, de Primera, y Al Fujairah, de Segunda. En este último obtuvo 11 victorias y 11 empates en 22 partidos y ascendió.

Núñez admite su escepticismo cuando un representante le ofreció a Maradona. Le dijo que quería entrenar y que no estaba muy entusiasmado ante un invierno en Bielorrusia. Pensó en la publicidad, las entradas que vendería, los jóvenes que podrían decir que lo tenían de entrenador y habló con los Hank. Maradona gana ahora unos 50.000 euros al mes más una comisión por la venta de camisetas, hoy en alza. El contrato es por un año. Y el objetivo: ascender a Primera.

«Sé bien lo que piensa la gente -dice Núñez-. Yo también vi las imágenes del Mundial de Rusia». La FIFA pensó que sería una buena idea ofrecerle a Maradona un contrato como embajador. El argentino viajó a Rusia invitado por la organización y, desde luego, acaparó más titulares que Messi con sus estrafalarias apariciones en el palco. Fue la imagen de un hombre enfermo, perdido. Responsabilizó al «vino blanco» de su conducta, pero hace años que le diagnosticaron daños cerebrales irreversibles por consumo de drogas. Tras el mundial, ya nadie cuestiona este diagnóstico.

Maradona fue un genio. La mejor zurda que haya pisado un campo de fútbol. Sus años en el Barcelona, su posterior etapa en el Nápoles y la victoria de Argentina en México 86 hicieron de él una figura inmortal al nivel de Evita Perón y Carlos Gardel. Y esto no cambiará nunca, por mucho que lleve décadas esforzándose por arruinar su leyenda.

Argentinian soccer legend Diego Armando Maradona gives instructions to his players during his first training session as coach of Dorados at the Banorte stadium in Culiacan, in the Mexican state of Sinaloa, Mexico September 10, 2018. REUTERS/Henry Romero - RC176EC626C0

Maradona entrenando a su nuevo equipo, los Dorados de Sinaloa, donde los jugadores lo escuchan con una atención reverencial

Se rodea de amigos que no lo son, ha esnifado cocaína durante años, ha evadido impuestos, disparado a periodistas, golpeado a su novia, engendrado hijos cuya paternidad no reconoce, ha estado al borde de la muerte varias veces y, sin embargo, su estatus de leyenda no deja de crecer. De símbolo de todo lo que es hermoso en el fútbol ha pasado a serlo de todo lo que lo hace odioso. El presidente de los Dorados reconoce que todo esto le ha quitado el sueño. «Este año no ha sido el mejor para él. La calma de aquí le vendrá bien», dice. Más parece un psicólogo que un directivo.

Este 2018 ha sido un año horrible para Maradona. En julio, tras detener su coche, claramente borracho, para atender a unos periodistas argentinos hizo unas declaraciones incomprensibles. A su lado, su futura esposa, Rocío Oliva, 30 años más joven.

Jeques hasta el turbante

Sus amigos dicen que Maradona habría preferido seguir en Dubái. Le encantaba Dubái. Podía quedarse en su mansión sentado en un sillón viendo fútbol. No hay nada en el mundo que le guste más. Nada. Especialmente si todos los meses hay alguien que te ingresa montones de dinero para aparcar a tu puerta un Rolls-Royce azul celeste y un BMW blanco de 150.000 euros.

Maradona quiere, ante todo, vivir en paz. Un sillón, un partido de Boca Juniors -su equipo del alma- y un poco de mate; carne argentina en la parrilla, quedarse en la cama hasta tarde y un trabajo que nadie se pueda tomar en serio. En Dubái había encontrado su paraíso en la Tierra, pero los árabes acabaron cansándose y tuvo que buscar trabajo. A ser posible, uno de verdad.

«Estamos muy satisfechos», cuenta Toño Núñez. En su presentación, Maradona prometió «trabajo duro» y hasta ahora es lo que ha hecho. Se presenta motivado en el campo de entrenamiento y los jugadores lo escuchan con una atención reverencial. Hace que jueguen de la forma que él tanto odiaba. Su objetivo principal es impedir que el rival marque y ante una pérdida de balón, transición rápida, patadón y para arriba. Fútbol de seguridad atrás y delante ya se verá.

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