Es la coprotagonista de uno de los mayores escándalos sexuales de la historia. Pero su papel en esta trama podría ser aún mayor si decide hablar tras su detención en julio. Multimillonarios, celebridades, políticos, espías… todo lo que hay detrás del caso Epstein y que solo Ghislaine Maxwell sabe. Por Carlos Manuel Sánchez / Fotos: Getty Images y The Megan Agency

Ghislaine siempre ha sido más astuta que nadie.

No iba a estar con Epstein tantos años y no tener algún tipo de seguro. Las cintas sexuales que Epstein grabó de los invitados a sus fiestas podrían terminar siendo su salvoconducto para librarse de la cárcel si las autoridades están dispuestas a negociar. Pueden implicar a mucha gente… Si Ghislaine cae, se llevará a unos cuantos con ella», asegura la escritora Christina Oxenberg, amiga desde los noventa de Ghislaine Maxwell, la exnovia y presunta madame del pederasta Jeffrey Epstein detenida en julio. Oxenberg es hija de Isabel de Yugoslavia y prima lejana del príncipe Andrés y recientemente vivió el calvario de ver cómo una de sus sobrinas era captada por una secta y convertida en una esclava sexual. Eso hizo que se decidiese a llamar al FBI para contar lo que sabe sobre el caso Epstein. Y relató una conversación con Ghislaine en 1997. «Estábamos a solas, dijo muchas cosas. Todo, espeluznante, raro… Como que Jeffrey tenía un apetito sexual que ella no podía satisfacer. Necesitaba tener tres orgasmos diarios. Pero que conocía sus gustos. Le buscaba chicas y se las llevaba a casa… Y también me confesó que Jeffrey y ella tenían a todo el mundo grabado».

No es la única que ha hablado de la presencia de cámaras en las lujosas residencias de Jeffrey Epstein: su mansión de Palm Beach, su rancho de Nuevo México o la isla privada en el Caribe donde invitaba a sus amigos a un fin de semana con bacanal incluida… «La primera vez que entré a la mansión de Jeffrey Epstein en Nueva York, en otoño de 2001, vi las cámaras de seguridad. Al lado de la puerta tenía televisores pequeños que mostraban en tiempo real lo que se estaba grabando. Yo era una niña, apenas tenía 14 años. Pero capté el mensaje. estaba en la casa de alguien importante y me estaban vigilando».

Por seguridad y por voyerismo

El testimonio es de Jennifer Araoz, violada por Epstein, presuntamente en compañía de Ghislaine Maxwell, a la que también ha denunciado. Otra testigo, una exempleada del magnate de Wall Street que se suicidó en su celda en julio del año pasado, asegura que vio cómo Epstein y Maxwell veían unas imágenes grabadas del príncipe Andrés con una joven y se reían de ellas. «Era una sala oscura, con varias pantallas. No sé quién era la chica del vídeo, pero estaba en toples. No sé qué edad tenía». Ghislaine le dijo a Epstein: «Oh, ese es Randy Andy», la forma que tenían de llamar al príncipe. «Jeffrey se rio e inmediatamente me di cuenta de que aparecía en el vídeo». La pareja entonces se percató de su presencia en la sala y la echaron. «Jeffrey pasaba mucho tiempo en esa habitación viendo vídeos. Estoy segura de que tenía vídeos de chicas y chicos que tenían relaciones sexuales y que las veía como un voyerista, porque así era él», aseguró.

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En 2000, Epstein y Maxwell eran las estrellas de las fiestas. En 2008, él fue acusado de pederastia, pero no fue hasta 2018 cuando nuevos testimonios llevaron a su detención y su suicidio.

Esas cintas tienen que estar en algún lado… ¿Quién las tiene ahora? Las teorías de la conspiración sugieren que el FBI o incluso el Mossad, los servicios secretos israelíes. ¿Guarda copias Ghislaine Maxwell? ¿Quién puede temer que se revele el contenido de esas cintas? Pero no son solo esas grabaciones. Los secretos que Ghislaine podría revelar no son solo sexuales. Durante décadas ha sido amiga y confidente de gente poderosa que ha amasado singulares fortunas, empezando por el propio Epstein. Todavía no está claro cómo el pedófilo logró tan asombrosa fortuna, desproporcionada incluso para un buen inversor bursátil. ¿Qué sabe Ghislaine sobre los negocios e incluso las intrigas políticas y diplomáticas de sus viejos amigos? ¿A quién decidirá incriminar?

Hasta 35 años de cárcel

Ghislaine afronta una pena de hasta 35 años de cárcel si es declarada culpable de los cargos que los fiscales han reunido contra ella. cuatro de abusos sexuales y dos de perjurio. El comienzo del juicio podría demorarse un año.

«Me dijo que Jeffrey tenía un apetito sexual que ella no podía satisfacer. Pero conocía sus gustos y le buscaba chicas. También me confesó que tenían a todo el mundo grabado»

Ahora su mayor preocupación es que las imágenes, fotos y vídeos de los que dispone el tribunal, que, según diversos medios, la mostrarían a ella misma participando en orgías con Epstein, no salgan a la luz. Según consta en el sumario, ella lo acompañó en decenas de relaciones sexuales en grupo o con otras jóvenes para desinhibir a sus víctimas si se mostraban tímidas o desconcertadas.

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A Ghislaine, de 58 años, solo se la había visto en esta foto en una hamburguesería de Los Ángeles, al parecer, filtrada por sus abogados para despistar sobre su paradero.

Ghislaine desapareció justo después del suicidio de Epstein. Se dijo que se había ido a Israel, bajo la protección del Mossad; que estaba en un programa de protección de testigos del FBI; en una villa en Francia; en un búnker de supervivencia…

Los agentes del FBI la arrestaron el 2 de julio en una remota propiedad de los bosques de Nueva Hampshire que compró en diciembre por algo más de un millón de dólares. Pagó en metálico. Estaba viviendo allí con Scott Borgeson, un empresario de 44 años que regenta una compañía de análisis de datos y con el que se habría casado en secreto. Se conocieron en Islandia en 2014 en un congreso sobre la conservación del Ártico. Borgeson es un exmilitar de la Guardia Costera y antiguo asesor de la Casa Blanca, tiene contactos en la Policía. Pero, varios meses antes de la detención, periodistas del Daily Mail ya habían dado con la guarida de Ghislaine y los paparazis la sobrevolaban en helicóptero.

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Una foto para la historia de la infamia

Epstein y Maxwell posan con el productor Harvey Weinstein -condenado por violación- en la fiesta del 18 cumpleaños de Beatriz, la hija del príncipe Andrés, en 2006. La foto tiene hoy un tremendo significado, pero la agenda de Epstein era tan rutilante que aparece en fotos con casi todo el mundo. Elon Musk, Mohamed Bin Salmán, David Copperfield…

¿Por qué tardó tanto el FBI en detenerla si era vox populi dónde se escondía? ¿Y qué ha estado haciendo todo este tiempo? Preparando su defensa, aseguran. Ha reunido un equipo legal formidable, con honorarios que rondan los 1500 dólares a la hora. «Su vida son los abogados. Defenderse de todas las acusaciones es un trabajo a tiempo completo», dice un amigo. De cuánto dinero dispone es un misterio.

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Los reyes del mambo

Bill Clinton, viajero habitual del avión privado de Epstein -conocido como Lolita Express- era un invitado VIP a la isla de las orgías, al igual que el ex primer ministro israelí Ehud Barak. En la City londinense corría el rumor de que Ghislaine y Bill Clinton tenían una aventura. Un portavoz del expresidente lo ha negado. A la derecha. Ghislaine y Kevin Spacey sentados en el trono de la reina de Inglaterra en el palacio de Buckingham, por donde paseaban con soltura, auspiciados por su amigo.

La Fiscalía ha identificado más de 15 cuentas a su nombre, con balances que oscilan entre cientos de miles y 20 millones de dólares. Vendió una casa en Manhattan por 15 millones. «Solo es la punta del iceberg -afirma Jordan Waxman, gestor de inversiones-. Cualquiera que maneje cuentas en paraísos fiscales sabe que 20 millones es una cantidad modesta». Mientras tanto, ha reclamado la herencia de Epstein, unos
630 millones de dólares, para pagar los honorarios legales y los costes de seguridad derivados de las amenazas de muerte que ha recibido desde que Epstein fuera arrestado. «Es un escándalo que Ghislaine Maxwell quiera vaciar los fondos que deberían servir para indemnizar a las víctimas», se queja Sigrid McCawley, abogada de la acusación.

El drama de la hija de papá

No era la primera vez que Ghislaine desaparecía. Hace casi treinta años también se desvaneció durante un año, como ahora, cuando encontraron el cuerpo sin vida de su padre, Robert Maxwell, el magnate de la prensa amarilla, flotando en aguas de Tenerife, a unos veinte kilómetros de su yate, del que saltó, se cayó o fue empujado, según la versión. Poco después de su muerte, se supo que Maxwell había robado más de 400 millones de libras del fondo de pensiones de sus 32.000 empleados y que su imperio mediático, que competía con el de Rupert Murdoch, tenía deudas por valor de 5000 millones de dólares. Las teorías de la conspiración también se dispararon entonces.

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El padre de Ghislaine, el magnate de la prensa Robert Maxwell, murió al caer al agua desde su yate. Las teorías se dividen entre que se habría suicidado para evitar hacer frente a sus delitos financieros o se cayó al agua cuando meaba por la borda, como hacía antes de acostarse, borracho. Pero también se especuló mucho con que hubiese sido asesinado. Su hija quedó desolada por su muerte, pero, sobre todo, por lo vituperado que fue después

Era 1991. Ghislaine, que entonces tenía 29 años, declaró en rueda de prensa que su padre había sido asesinado. No dejaba de llorar, inconsolable. Hasta entonces había sido la niña de papá, el alma de la fiesta. «Adoraba a su padre», recuerda el fotógrafo Ken Lennox. Y su amor era correspondido, pero no en la medida que cualquier hija hubiera deseado. Aquel gigantón no tenía tiempo para atender a sus siete hijos, pero les proporcionó un tren de vida fabuloso. «Toda la energía de Ghislaine, que era la más pequeña, se concentraba en impresionar a su padre, pero nunca lo conseguía del todo», recuerda una amiga. Robert Maxwell nunca la tomó en serio, excepto para sellar alianzas de poder, como si fuera un monarca medieval. Incluso jugó con la idea de casar a Ghislaine con John-John, el hijo de Kennedy, y unir así ambas dinastías.

La detuvieron en su casa de New Hampshire, que compró en diciembre por un millón de dólares. Pagó en metálico. Vivía allí con un empresario de 44 años con el que se habría casado en secreto

Robert Maxwell era una figura imponente. Pero, de la noche a la mañana, los tabloides se lanzaron a por sus despojos y pusieron cerco a su familia. Ladrón, estafador, megalómano, gánster, espía, granuja… Ghislaine vio cómo el hombre que más quería, su padre, se convertía en un monstruo. «Estaba catatónica. Aquello la golpeó de una manera que asustaría a la gente», revela una amiga. Nunca lo superó, como no lo superó su madre, Elizabeth, una investigadora del Holocausto, descendiente de aristócratas franceses.

Cómo la novia se convirtió en la madame

Pero, un año después de la muerte de su padre, Ghislaine viajó en Concorde desde Londres a Nueva York. La acompañaba Jeffrey Epstein, aunque muy pocos entonces pudieran identificar a ese oscuro asesor financiero. A partir de entonces, la misión de Ghislaine en la vida fue hacer feliz a Epstein… Y proveerle chicas.

Guislaine Maxwell, la mujer que tiene en jaque a la 'jet set' mundial 1Maxwell apareció en la vista para su fianza, que le fue denegada (dibujo). Iba sin maquillaje, con el pelo atado en un moño y con una vestimenta de papel. En su celda no hay sábanas ni telas y la vigila una compañera 24 horas. Epstein fue hallado ahorcado en julio de 2019 en su celda. Se dictaminó suicidio.

Como su padre, Epstein era de origen humilde y también se decía que pertenecía al Mossad. Robert Maxwell, nacido en una familia judía eslovaca como Ján Ludvik Hoch, tenía fuertes lazos con Israel (está enterrado en Jerusalén) y al morir se publicó que podría haber sido asesinado por agentes secretos israelíes, que le habrían inyectado un veneno o un narcótico, porque estaba fuera de control y metido en mil asuntos turbios.

Ghislaine encontró consuelo en Epstein tras la muerte de su padre. Como Robert Maxwell, Epstein era de origen humilde y también se decía que pertenecía al Mossad

«Siempre dije que Ghislaine ayudó a Epstein a convertirse en lo que fue», afirmar el inversor Euan Rellie en Vanity Fair. Conocía a toda la gente que importaba conocer. Epstein le regaló un anillo enorme; de compromiso, según Ghislaine. Pero nunca se casó con ella. Ghislaine no era su tipo. Todos lo sabían. La propia Ghislaine, mejor que nadie. Fue su ama de llaves, su secretaria, su relaciones públicas. Y, presuntamente, su cómplice. Quiso tener un hijo con aquel hombre tan pagado de sí mismo que quería preservar su cerebro y su pene para la posteridad. Y le propuso a una de las chicas que fuera su ‘vientre de alquiler’, pero esta se negó. Y huyó. Hoy es una de las demandantes y la que más pruebas ha aportado.

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Ghislaine sonríe tras el príncipe Andrés y Virginia Giuffre, que lo acusa de haberse acostado con ella cuando tenía 17 años. Giuffre fue reclutada por Ghislaine cuando trabajaba en Mar-a-Lago, la residencia de Donald Trump.

«Ghislaine necesitaba tantos mimos como un cachorro de labrador… Quería que todo el mundo la quisiera. Pero también estaba muy pendiente de salirse con suya. El dinero se convirtió en su droga. Y la necesidad de relacionarse con los poderosos. Y su apetito sexual», recuerda una amiga. Por entonces, Ghislaine era una treintañera divertida y deslenguada. Llegó a organizar un banquete para sus amigas de la Quinta Avenida en el que repartió consoladores e impartió una clase sobre cómo practicar una felación.

Puede ser seductora, pero también intimidante. Una de las víctimas cuenta sus amenazas: «Sé dónde haces ‘jogging’. Ten cuidado no vayas a tener un accidente…»

Al principio, Ghislaine le presentaba a Epstein chicas de cierto nivel que había conocido en Sotheby’s, pero eran menos maleables que las que provenían de familias con problemas de drogas o que no tenían hogar. A las primeras les prometía que un caballero las ayudaría a cumplir sus sueños, viajar al extranjero… A las segundas bastaba con que les ofreciera 200 dólares. Podía ser seductora o podía mostrarse amenazante. «Sé por dónde haces jogging. Ten cuidado no vayas a tener un accidente…», le dijo supuestamente a Maria Farmer, una de las víctimas.

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Ghislaine Maxwell posa junto Donald Trump y Melania.

Ghislaine niega las acusaciones y sus amigos temen por su vida. La cárcel podría no ser un lugar seguro con todo lo que sabe. «Le deseo lo mejor, francamente», dijo Donald Trump cuando le preguntaron. Y otro amigo, citado por The Sunday Times, vaticina: «El sistema legal americano es muy flexible, así que Ghislaine pedirá un acuerdo. Esto significa una pena larga sobre el papel, que será acortada, y ella tratará de exonerar al príncipe Andrés. Pasará unos pocos años vestida de naranja. Sobrevivirá».

 

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