Una expedición de científicos comenzará después del verano la búsqueda de 25 especies ‘desaparecidas’. La lista incluye animales que nunca han sido vistos en libertad. Así preparan esta aventura para intentar salvar el planeta. Por Fernando González-Sitges/ Fotografía Andy Isaacson

Era su enésimo día de lluvia, selva y frustración. Carlos Rocha se quitó el agua de los ojos con un movimiento reflejo. Como él, todo un equipo de biólogos de la Universidad Tecnológica de Colombia escrutaba con inquebrantable paciencia cada rincón de la selva que los rodeaba. A pesar del esfuerzo, nadie se quejaba. Sabían que buscaban un fantasma.

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El biólogo Alonso Quevedo busca ranas extintas en el distrito de Antioquía, Colombia.
Los anfibios son objeto de continuas búsquedas por los conservacio-nistas, quizá porque hay una enorme diversidad. 

Carlos se acercó entonces a la base de un tronco cubierto por infinidad de musgos y helechos. Algo se movía allí; algo oscuro sobre lo que destacaban pequeñas manchas amarillas. El milagro se había producido. Había encontrado una rana pintada, una especie que se había dado por extinguida en 1995 cuando su población sucumbió a la quitridiomicosis, una enfermedad que está mermando las poblaciones mundiales de anfibios. Hallazgos como el de esa rana son los que han inspirado al equipo de Global Wildlife Conservation para organizar la que será la expedición conservacionista más ambiciosa del año y, si tiene éxito, del siglo.

Para que una especie se considere extinguida tienen que pasar al menos diez años sin ningún avistamiento

Como la rana pintada, muchas especies han desaparecido en los últimos años generalmente por causas debidas al ser humano. Muchas viven en hábitats aislados, frágiles, y el menor cambio, incluso climático, puede acabar con ellas. Otras son víctimas de la caza indiscriminada, la contaminación de sus aguas o la destrucción de su entorno para sembrar nuevos campos de cultivo. Para que una especie se dé por extinta deben pasar un mínimo de diez años sin que los científicos tengan noticias, avistamientos o capturas de la misma. En ese momento pasa a la larga lista de animales desaparecidos para siempre. Pero en ocasiones la especie desaparecida ‘resucita’.

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Más de un centenar de conservacionistas colaboraron con Global Wildlife Conservation y el equipo de Robin Moore para determinar cuáles son las veinticinco especies más buscadas del planeta. Empezaron con una lista de 1200. Quedaron diez mamíferos, tres aves, tres reptiles, dos anfibios, tres peces, un insecto, un crustáceo, un coral y una planta.

La organización Global Wildlife Conservation (GWC) se creó para proteger especies y hábitats en peligro de extinción y son ellos los que se han lanzado a una aventura sin precedentes bajo el nombre de La búsqueda de las especies desaparecidas, una campaña global para encontrar las veinticinco especies más buscadas dentro de las consideradas extinguidas recientemente. Para elaborar la lista, han contado con la colaboración de cientos de científicos de diferentes especialidades zoológicas y botánicas.

La posibilidad real de encontrar las especies seleccionadas pesó en la decisión, pero también -reconocen los organizadores- que los animales tuviesen «una buena historia que contar». Es más fácil -explican- conectar con la gente si la historia les atrae o les implica de alguna manera. Por eso, diez de las veinticinco especies son mamíferos.

El redescubrimiento es un instrumento muy poderoso de esperanza. Necesitamos recordar que aún hay un mundo increíble por el que luchar

Las expediciones de la campaña comenzarán después del verano para que les dé tiempo a recaudar los más de 460.000 euros que costará la iniciativa. Al mando estará el biólogo Robin Moore, que ya encabezó una campaña internacional para buscar anfibios extintos en 2010. En aquella campaña se redescubrieron tres de los diez anfibios más buscados del mundo y se encontraron quince nuevas especies desconocidas.

Retos y esperanzas

En esta ocasión, el mayor inconveniente -explica Moore- es que «muchos de los lugares son extremadamente remotos y la experiencia nos demuestra que la climatología no suele acompañar. Es muy difícil hacer planes, tienes que estar abierto a los contratiempos, porque ocurrirán. Si a eso le sumas que algunas de las especies no han sido vistas nunca en libertad, el desafío es interesante… Piensa en el caballito de mar de cuello de toro, que no mide más de cinco centímetros y nunca ha sido visto en su hábitat. Por dónde empezamos? Bueno, pues vamos al suroeste de Australia… Sí, es todo un reto, pero es eso lo que lo hace apasionante».

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Científica del proyecto Search for Lost Frogs en la selva colombiana. Aunque solo se encontraron tres de las diez ranas que buscaban, en la campaña se descubrieron quince nuevas especies de anfibios, lo que ha animado a lanzar nuevas expediciones.

El fin último de los organizadores es proteger los hábitats cada vez más amenazados y concienciar de la necesidad de conservarlos. Para ello cuentan con un equipo dispuesto a desarrollar programas de educación y gestión entre las poblaciones locales del hábitat de estas veinticinco especies trabajando al mismo tiempo con los gobiernos locales. «El redescubrimiento es un instrumento muy poderoso de esperanza -explica Moore- y la esperanza es mucho más motivadora que la desesperación. La mayoría del tiempo me dedico a hablar de lo que estamos perdiendo, porque es lo que veo cada día, pero también necesitamos recordar a la gente que hay todavía un mundo increíble ahí fuera por el que merece la pena luchar».

 

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