En diez años veremos más avances médicos que en todo el siglo pasado. Cáncer, alzhéimer, problemas cardiacos, enfermedades infecciosas, como el coronavirus… La medicina se está aliando con la tecnología y prepara una revolución. Cinco premios nobel reunidos en Valencia por la Fundación Premios Rey Jaime I nos cuentan cómo será este futuro… inminente. Por Carlos Manuel Sánchez

Cuando Mark Zuckerberg anunció que iba a donar 3000 millones de dólares a la investigación médica, nadie se sorprendió. Al fin y al cabo, Silicon Valley ha declarado la guerra a la enfermedad. La influyente publicación Politico llama a Bill Gates «el médico más poderoso del mundo». No en vano es el segundo mayor donante de la Organización Mundial de la Salud, solo por detrás de Estados Unidos.
Son apenas un par de ejemplos del peso creciente de las empresas tecnológicas en el mundo de la salud. Pero no es solo filantropía. Google recopila nuestros datos genéticos; IBM afina el potencial de Watson, su inteligencia artificial, para el diagnóstico… Los gigantes de Silicon Valley son los generales en esta guerra, mientras una infantería de start-ups desarrolla más de 100.000 aplicaciones relacionadas con la salud. El enemigo es formidable. Pero hay un factor con potencial para convertirse en un cambio de paradigma.

¿Qué ha cambiado? Que la enfermedad se aborda ahora como un problema de ingeniería. ¿Por qué este enfoque es diferente? Primero, por el planteamiento multidisciplinar. Cuatro tecnologías avanzan a ritmo frenético. Son la inteligencia artificial, la computación, la genética y los sensores que monitorizan nuestras constantes. Su convergencia es revolucionaria. «Vamos a ver más avances médicos en la próxima década que en el siglo XX», dice Vivek Wadhwa en The Washington Post.

La inteligencia artificial y la computación serán claves. La salud se abordará como un problema de ingeniería

Y, segundo, por el pique entre tecnológicas y farmacéuticas. Un ingeniero, ante un problema, busca una solución. ¿Y un laboratorio no? También, siempre que la solución sea más lucrativa que el problema. Wadhwa ironiza: «Facebook, Microsoft, IBM… tienen una motivación para mantenernos sanos; que sigamos usando sus aplicaciones y sus productos. La motivación de los laboratorios es que compremos sus fármacos». Repasamos las terapias más prometedoras con cinco premios nobel de medicina, invitados por la Fundación Premios Rey Jaime I (Valencia).

ENFERMEDADES INFECCIOSAS

virus

La humanidad se la juega con las enfermedades emergentes, aquellos brotes epidémicos para los que no existe vacuna. La gran lección del ébola es que no estamos preparados. Murieron 11.000 personas en África, pero pudo ser un cataclismo global si no se llega a frenar esta pandemia en Nigeria. El zika en América nos ha terminado de despertar. Se ha creado una coalición de gobiernos y fundaciones, como la de Bill y Melinda Gates, para detectar amenazas e investigar vacunas. Preocupan, en especial, tres virus letales. El MERS, un síndrome respiratorio detectado en Oriente Medio que transmiten los camellos; la fiebre de Lassa, que contagian las ratas; y el nipah, que se hospeda en los cerdos. No hay apenas contramedidas para combatirlos. Tampoco hay que olvidarse de la tuberculosis, del cólera y de la malaria, consideradas enfermedades de la pobreza y, como tales, de escaso interés para los laboratorios, pero que están resurgiendo con fuerza.

El ‘milagro’ que viene

→ Vacunas sintéticas: 500 enfermedades borradas para siempre

El objetivo de los investigadores es encontrar un método universal que permita fabricar una nueva generación de vacunas sintéticas capaces de prevenir cualquiera de las más de 500 enfermedades infecciosas que se conocen y que, además, sirva de modelo para atajar posibles mutaciones e incluso nuevas dolencias. Durante más de un siglo las vacunas se han desarrollado mediante el cultivo de virus y bacterias en el laboratorio, con el consiguiente riesgo de escape de los agentes patógenos, pero ahora se utilizan los genes y el ordenador. La llamada ‘vacunología inversa’, que descifra el genoma de las bacterias con ingeniería inversa, como se hace en el espionaje industrial, está revolucionando los tratamientos, por ejemplo, el de la meningitis. También se están utilizando aceleradores de partículas para estudiar con gran detalle la estructura de virus como el de la fiebre aftosa. Y se está muy cerca de la vacuna contra el sida. El gran problema del VIH es su capacidad para permanecer escondido y durmiente en el organismo. La nueva estrategia pasa por una vacuna que lo «despierta» y lo hace salir de su escondrijo, combinada con un fármaco que lo destruye.

Premio Nobel de medicina en 2011: Jules Hoffman (Biólogo y químico, Luxemburgo, 76 años)

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Descubrió cómo se activa el sistema inmune innato, nuestra primera barrera defensiva, que se dispara cuando ciertas proteínas y genes dan la señal de alarma.

Los insectos me fascinan porque son muy resistentes a las infecciones, que son la principal causa de muerte en el ser humano

«Tenemos dos tipos de sistemas inmunes. El primero es el innato. Está formado por la piel, el tubo digestivo, los pulmones; las partes del organismo más en contacto con las bacterias, y lo tienen todos los seres vivos. El segundo es el adaptativo, que solo tienen los vertebrados (el cinco por ciento de las especies). Tiene memoria y sirve para crear vacunas. El innato, sin embargo, es menos conocido
y su estudio abre nuevas puertas para la medicina. Yo lo investigué en las moscas de la fruta. Los insectos me fascinan porque son muy resistentes a las infecciones, que son la principal causa de muerte en el ser humano. Hasta comienzos del siglo XIX, la mitad de la población moría en la veintena. Vacunas, higiene y antibióticos fueron decisivos para aumentar nuestra esperanza de vida. Las vacunas han salvado 1500 millones de vidas. No vacunar es un crimen».

ENFERMEDADES NEURODEGENERATIVAS

cerebro

Casi 50 millones de personas en el mundo padecen alzhéimer, una enfermedad que afecta a uno de cada ocho mayores de 65 años en los países desarrollados. Las demencias seniles convierten de los últimos siete a doce años de vida en un calvario para enfermos y familiares. En Europa, el coste medio de la atención supera los 20.000 euros al año. De momento es incurable, pero ya existen medicamentos basados en anticuerpos que se unen a los depósitos de proteínas que se acumulan en el cerebro y los reducen en pacientes con estados tempranos de la enfermedad. Otras investigaciones apuntan a recuperar la plasticidad sináptica, es decir, las conexiones eléctricas entre las neuronas, que son fundamentales para el aprendizaje y la memoria. También se está estudiando cómo el sistema inmunológico puede ayudar a controlar la inflamación de las células del cerebro afectadas por las enfermedades neurodegenerativas.

El ‘milagro’ que viene

→ Microbioma: los ‘bichos’ que nos invaden tienen la clave

Cada persona tiene dos mapas genéticos: el suyo y el de los microbios que pululan por su cuerpo. Al peso: kilo y medio de ‘bichitos’. Uno es el genoma, los 23.000 genes de nuestro ADN; el otro, el microbioma de las 2000 especies diferentes de microorganismos que nos habitan. Y que suman a la ‘fiesta’ otros tres millones de genes. Los investigadores creen que el microbioma es el eslabón perdido que relacionaría los factores ambientales y los genéticos en la aparición de enfermedades. Por ejemplo, se está estudiando el microbioma de ancianos sanos para determinar si la ausencia de ciertas bacterias podría influir en la aparición del alzhéimer. Otras aplicaciones: se ha descubierto que niños con predisposición genética a la diabetes sufren una pérdida de la diversidad de su flora bacteriana durante sus primeros años de vida. Además, la flora de nuestras tripas influye tanto como la comida que ingerimos o nuestro sistema endocrino en la obesidad. Una curiosidad: la caries; tener una pareja con la dentadura sana beneficia nuestra propia salud dental debido a los microbios que intercambiamos. Y para reequilibrar el microbioma intestinal de los enfermos de diarrea ya se realizan trasplantes de heces de personas sanas

Premio Nobel de medicina en 1991: Erwin Neher (Biofísico, Alemania, 73 años):

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Descubrió cómo se comunican las neuronas: lo hacen a través de canales en la pared celular que dejan pasar corrientes eléctricas. Cada neurona ‘charla’ con otras 10.000.

«El alzhéimer se curará cuando entendamos por qué mueren las neuronas»

«No sabemos cuándo habrá una cura para el alzhéimer, pero se encontrará. Durante 30 años, los investigadores nos hemos fijado mucho en que se acumulan un par de proteínas en las neuronas. Nos hemos centrado en limpiar esos montoncitos o en impedir que se acumulen. Pero ahora dudamos si son la causa del problema o solo la consecuencia. Así que, hoy por hoy, todavía no entendemos bien cómo funciona el alzhéimer. Sabemos lo básico. que las neuronas son más longevas que otras células, aunque también mueren y se regeneran mucho menos. ¿Pero por qué mueren? ¿Cómo influyen la dieta y la genética? Por qué mantener la mente ocupada y hacer deporte parece que es bueno?».

CORAZÓN

corazon

En España, el riesgo de morir de un infarto o de un ictus es seis veces mayor que el de morir en un accidente de tráfico. Y los cardiólogos advierten de que el número de fallecimientos relacionados con la hipertensión se ha duplicado en los últimos diez años. Se ha descubierto recientemente que a los factores de riesgo conocidos, como el colesterol alto, fumar…, hay que añadir ciertas mutaciones en las células sanguíneas que se acumulan con el envejecimiento y que fomentan la formación de placas en las arterias. Circunstancia esta que explicaría un gran número de casos en los que el origen de la enfermedad coronaria se desconoce. La digitalización permitirá la fabricación de corazones virtuales que simulan exactamente el del paciente. Esto servirá para diseñar tratamientos personalizados y ensayar cirugías, de manera que el médico sepa con anterioridad lo que se va a encontrar en la mesa de operaciones.

El ‘milagro’ que viene

→Bioimpresión en 3D: el reto de crear corazones en serie

El primer riñón impreso en 3D estará listo el año que viene; y el primer corazón, en 2025. Esas son, al menos, las fechas que maneja la industria. Está por ver si se está pecando de optimismo, pero lo cierto es que el impulso de la medicina regenerativa es asombroso. Por un lado, se ensaya con el «cultivo» de órganos para trasplantes, usando células madre a modo de semillas; también con ojos biónicos que devuelven la vista a los ciegos; con piel regenerada para injertar en quemaduras… Y, por el otro, con la bioimpresión en 3D. Ya es posible crear tejido humano, huesos sintéticos o incluso glándulas, pero el desafío de crear un pulmón o un corazón y producirlo en serie es enorme. Otra posibilidad, cada vez más cercana, es la fabricación de sangre artificial. Y, para los infartados, ya es una realidad el desfibrilador automático implantable, pero que ahora además se combina con un marcapasos, en miniatura y sin cable, que se inserta en el corazón. Incluso el médico ya puede ver el corazón de un paciente en cualquier momento a través de un móvil o una tableta conectada a una sonda portátil y realizar un diagnóstico de urgencia.

Premio Nobel de medicina en 1998: Ferid Murad (Farmacólogo, 81 años, EE.UU.)

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Descubrió que el óxido de nitrógeno actúa como un ‘semáforo’ del sistema cardiovascular. Cuando se pone en ‘verde’, los vasos sanguíneos se expanden.

«Los laboratorios van a lo fácil. ¡Con mi hallazgo hicieron la Viagra!»

«El óxido de nitrógeno es un gas que actúa como transmisor de señales entre células. Es vasodilatador y reduce la presión sanguínea. Está en la nitroglicerina. Durante 130 años se prescribió esta sustancia a los enfermos de corazón sin saber por qué funcionaba. Mi descubrimiento puede tener múltiples aplicaciones. Ya sirve para oxigenar la sangre de los bebés prematuros, que no tienen los pulmones desarrollados. Y se investiga para prevenir la arteriosclerosis, en la lucha contra el alzhéimer, en el tratamiento del cáncer… ¡Pero los laboratorios fueron a lo más fácil y lo que da más dinero! Y crearon la Viagra para el tratamiento de la impotencia. Fue lo primero que hicieron».

GENÉTICA

La posibilidad de introducir cambios en el ADN despeja el camino para el tratamiento de muchas enfermedades, pero también suscita dudas éticas. ¿Estamos dispuestos a crear embriones humanos de diseño? ¿Dónde está el límite entre ‘garantizar’ la salud de un bebé y los caprichos de los padres?

El milagro que viene

→ Sistema Crispr, el cortapega genético

Es la gran esperanza de la década. CRISPR, un sistema sencillo y barato de «tunear» los genes modificándolos a nuestra conveniencia, tiene potencial para convertirse en panacea universal… O en pesadilla. Podremos cambiar de ADN casi como quien cambia de peinado. Ya se está aplicando en el tratamiento de pacientes de cáncer.

Y se trabaja en una píldora que solucionará el problema de la resistencia a los antibióticos. También servirá para operaciones de «comandos». Es decir, células adiestradas para combatir una infección se implantarán en el órgano afectado con el fin de reconquistarlo. Otro grupo de técnicas basadas en la optogenética (un método que consigue activar y desactivar grupos de células, por ejemplo, las neuronas, como un interruptor que enciende y apaga la luz) permitirá tratar el párkinson, la ansiedad, el insomnio, la epilepsia…

Premio Nobel de medicina en 1993: Richard J. Roberts (Bioquímico, 74 años, Reino Unido)

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Descubrió que el ADN se divide en ‘cachitos’ que se pueden cortar, recombinar… Con ello sentó las bases de la actual industria biotecnológica.

«El potencial de la biotecnología es enorme, pero debemos progresar de una manera social y éticamente responsable. Por otra parte, la industria farmacéutica tiene poco interés en encontrar la cura de ciertas enfermedades porque eso limita sus posibilidades mercantiles. Es más rentable un medicamento contra enfermedades crónicas que los pacientes tomen durante años o durante toda la vida. Si te curan del todo, dejas de comprar su producto. Otra de mis preocupaciones es la alimentación. Se está haciendo mucho daño con las campañas contra los transgénicos. Es un miedo injustificado. Y tiene un impacto devastador. Europa se puede permitir prescindir de ellos, pero no el Tercer Mundo. Estoy intentando involucrar al Papa Francisco en este asunto».

CÁNCER

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La inteligencia artificial ya se aplica para el diagnóstico. El siguiente paso. combinarla con el perfil genético del tumor y el ‘big data’ para lograr terapias cada vez más personalizadas. Además, la biopsia líquida ya permite saber con un análisis de sangre si un tratamiento es efectivo. A pesar de los avances, el cáncer causa una de cada cuatro muertes en España.

El ‘milagro’ que viene

→ Inmunoterapia: la vacuna contra el cáncer

Hasta ahora, el cáncer se ha combatido mediante radioterapia y quimioterapia, «achicharrando» y/o envenenando a las células tumorales (y también a las sanas). La inmunoterapia, sin embargo, ayuda a nuestro sistema de defensa a detectar las células cancerígenas (que se parecen mucho a las normales) y a atacarlas con nuestros propios medios. Así, nuestros glóbulos blancos les dan el santo y seña y, si no se identifican, las eliminan. Este método permitiría la creación de una vacuna contra el cáncer que preparase a nuestro sistema inmune para reconocer las futuras amenazas en estadios muy tempranos y neutralizarlas antes de que se extiendan por nuestro cuerpo. La gran dificultad es que hay muchos tipos de tumores y, además, se comportan de manera muy diferente según el paciente. Pero, gracias a la medicina ‘a la carta’, el panorama ha cambiado tanto que un oncólogo que se hubiera retirado hace cinco años y que regresara ahora tendría que hacer de nuevo el programa de residencia, tal es la cantidad de novedades que hay, tanto farmacológicas como estrategias de cirugía, robótica… Lo dice Alfredo Carrato, jefe de Oncología del hospital Ramón y Cajal de Madrid.

Premio Nobel de medicina en 2013: Randy Schekman (Biólogo molecular, EE.UU., 68 años)

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Descubrió el sistema de transporte en el interior de las células. Las proteínas y genes que actúan como ‘taxistas’.

«La célula tiene un sistema de ‘mensajería’. Cuando tiene que trasladar una proteína, la mete en un paquete (llamado vesícula), le estampa un ‘sello’ y la envía. Hay genes que actúan como salvoconductos entre las diversas regiones celulares. Si el transporte falla, aparecen problemas metabólicos, inmunes… La diabetes, por ejemplo. Mi trabajo ha servido para la producción de insulina y de hormona del crecimiento. Trabajo en un método para la detección temprana del cáncer. Las células tumorales segregan ácido ribonucleico [como un coche que pierde aceite]. Las sanas no. Se puede diseñar un test que detecte los niveles anómalos».

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