Sencillo y directo, como su escritura. Eduardo Mendoza mantiene el pulso firme, tanto el literario como el personal. Así lo demuestra en esta charla sobre la literatura y el mundo editorial, sobre Cataluña y su infancia. Por Virginia Drake

Lo ha vuelto a hacer: publica nuevo libro y dice que está pensando en retirarse. Lo cuenta siempre y no le creemos nunca. El secreto de la modelo extraviada [Seix Barral] es la quinta novela de la serie protagonizada por el investigador que no tiene nombre y bebe pepsicolas. Una caricatura de lujo escrita por este agudo observador de la sociedad, cuya pluma literaria desbarra magistralmente en un continuo disparate. Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) es un orfebre de la novela de humor. Nos citamos con el autor de La verdad sobre el caso Savolta (Premio de la Crítica, 1975) y Riña de gatos (Premio Planeta, 2010) días antes de viajar a Praga para recoger el prestigioso Premio Kafka. Es el primer español en recibirlo.

XLSemanal. De entrada, felicidades por ese Premio Kafka.

Eduardo Mendoza. Me ha hecho muchísima ilusión. Nunca creí que me fueran a dar un premio serio de esta categoría.

XL. ¿El Planeta fue una broma?

E.M. No, el Planeta es un concurso y el Kafka es un premio internacional al que no me he presentado, ganado por una colección muy ilustre y bajo la advocación de Kafka, que es el gran escritor del siglo XX y el que cambia nuestra forma de pensar. Estos días voy un poco enloquecido porque estoy terminando el discurso y no puede ser una frivolidad.

XL. Es curioso que las obras de teatro y los artículos serios los escriba siempre en catalán y las novelas de humor, en castellano. ¿Se presta el catalán a menos bromas?

E.M. ¡No, no; no es eso! [Se ríe]. La teoría del lóbulo derecho y el lóbulo izquierdo no funciona así. Es que, aunque soy bilingüe, no tengo tantos registros en catalán como en castellano para atreverme con una novela, que es mucho más compleja que el teatro.

XL. Hace 40 años publicó con éxito su primera novela, ¿qué ha ganado y qué ha perdido desde entonces?

E.M. Literariamente soy el mismo; quizá menos fresco, más cansado, con más experiencia, más trucos y menos fuerza física para meterme en una novela muy larga y complicada.

XL. Los libros de mil páginas los deja para Dan Brown.

E.M. Mmmm Mil páginas malas están al alcance de muchos [se ríe]. Mantener una estructura narrativa durante mil páginas requiere una fuerza que a mi edad ya no se tiene.

XL. Parece que se venden menos libros; que los jóvenes no leen, que son digitales y que están enganchados a las redes sociales Pero ¿cómo se explica que cada vez haya más gente que escribe libros y menos lectores?

E.M. Sí que hay más escritores, pero no creo que se vendan menos libros. Cada vez hay más gente educada y preparada que lee. Cuando empecé a escribir en España, había casi un 50 por ciento de analfabetos reales que sabían leer y escribir, pero que no leían un libro o un periódico. Ahora, ves gente de toda edad y condición leyendo en el metro y el autobús. Veo muchas mujeres que van a limpiar de una casa a otra leyendo durante el trayecto, normalmente cosas dignas.

XL. Si se encuentra a alguien leyendo uno de sus libros, ¿le pregunta qué le parece?

E.M. ¡No, no! Los observo, pero no les digo nada porque me da muchísima vergüenza. En una ocasión fui todo un viaje de avión al lado de una persona que estaba leyendo una de mis novelas y no me reconoció. No sabía qué hacer, dudaba si debía advertirle, sobre todo para que no tirara el libro bruscamente ni hiciera algún comentario obsceno o pidiera que le devolvieran el dinero. Pero, aunque no leí sus pensamientos, no se durmió y siguió leyendo hasta el final.

XL. De paisano ¿es igual de divertido que cuando escribe?

E.M. No, no, de paisano soy un pelma, un neura y no hay quien me aguante.

XL. ¿Eso tiene toda la pinta de ser una estrategia para ligar?

E.M. Eso me lo dicen mis amigos y examigos. La procesión va por dentro. Hay que ser muy serio y ordenado para volcar todos los disparates que se te ocurren en un libro.

XL. Algo ha mejorado su autoestima. hace unos años declaraba ser un cretino inseguro y perezoso.

E.M. Pues no me he corregido nada; creo que incluso he aumentado en todo eso. Con la edad, nadie mejora [se ríe].

XL. Oiga, que Mario Vargas Llosa, a punto de cumplir 80 años, haya encontrado el amor de nuevo ¿anima?

E.M. Vargas Llosa anima por eso y por muchas cosas [se ríe]. Esto anima a los amigos de Vargas Llosa y yo le deseo lo mejor; pero lamento el conflicto familiar que ha traído consigo. Soy respetuoso con la vida privada de los demás.

XL. ¿Ser hijo de fiscal imprime carácter?

E.M. Mi padre era serio, ordenado y muy conservador y, al llegar a casa como todos los hombres, comentaba en la mesa cosas del trabajo, robos, asesinatos e historias de estafadores y timadores. Las de timadores me parecían fascinantes. Cuando venían sus amigos magistrados, fiscales , era como tener una serie de televisión en casa.

XL. Antes de ir a un colegio de curas, fue a dos de monjas

E.M. No tengo tan mal recuerdo de las monjas como de salir de casa, dejar de ser el rey y verme rodeado de niños que pensaban lo mismo. Con cuatro años, ya empiezas a definirte y aparece el chulo, el cobarde, el traidor

XL. ¿Y usted cómo qué se definió?

E.M. ¡Como el tonto del pueblo! [Se ríe]. Era el niño al que le robaban la merienda.

XL. Ha dicho. Exceptuando a Serrat, siempre preferí Los Sírex a la nova cançó

E.M. ¡Ja, ja, ja, ja! Mira que me tengo dicho que no debo beber durante las entrevistas [se ríe].

XL. Licenciado en Derecho, fue profesor en la Universidad Pompeu Fabra. ¿Qué decían de usted sus alumnos?

E.M. Fui profesor seis o siete años y me hice querer, y también odiar por algunos a los que suspendía. Es inmorloso aprobar a todo el mundo para ser más simpático o porque te piden que lo hagas para no perder alumnos.

XL. ¿Se lo llegaron a pedir?

E.M. Mmmm Bueno

XL. ¡Vamos, que sí!

E.M. En las universidades, cuando hay tanta competencia, te piden que no seas muy exigente.

XL. Después de licenciarse en Derecho y marcharse a Londres para estudiar Sociología, se hizo traductor y trabajó en la ONU y en otros organismos internacionales.

E.M. Jugaba con tres idiomas. inglés, francés y español. Aunque era bilingüe de catalán, nunca fue idioma oficial de ningún organismo internacional; pero sí he traducido textos menores del español al catalán, y viceversa.

XL. Hay quienes dicen que Cervantes escribió el Quijote en catalán. ¿Le parece buena la traducción al castellano?

E.M. Si se hubiera resuelto el conflicto mucho antes, no hubiéramos acabado escuchando que el Quijote se escribió en catalán. Una vez que sueltas a los perros, a ver quién les pone otra vez el collar. Tú vete dando cuerda y ya verás las cosas que podemos llegar a oír [sonríe].

XL. ¿Pero hay quien se lo cree?

E.M. Es absurdo. ¿Qué pasó con el original y cómo se decía en catalán aquello de. En un lugar de La Mancha ? Y si pasaba en La Mancha, ¿cómo se llamaban los personajes en catalán? De vez en cuando sale uno que dice que una gran figura era un criptocatalán. Cervantes, Colón o Walt Disney. En el caso de Cervantes, argumentan que se llamaba Miquel Servet y que se castellanizó el nombre porque era judío converso. ¡No perdamos un minuto más con esto!

XL. En ocasiones se ha declarado no nacionalista, ¿le duele lo que está pasando en Cataluña?

E.M. Ni me duele ni me deja de doler. Las cosas están mucho menos complicadas de lo que se ven desde fuera. Pienso que en términos macroeconómicos y macropolíticos sí está la cosa difícil, pero en la vida diaria ya ves que no.

XL. ¿De qué manera cree que se resolverá este conflicto?

E.M. ¡De ninguna! Llevamos siglo y medio así y podemos pasar otro siglo y medio igual.

XL. Estaba en Argentina cuando se decretó el corralito, ¿cree que puede darse una situación parecida en Cataluña?

E.M. No soy miedoso. nunca pienso que se va a caer el avión, que me va a matar un rayo, que vaya a contraer una enfermedad horrorosa ni que vaya a haber una hecatombe económica. Si tiene que venir un corralito, pues que venga. Y si el calentamiento global hace que suba el Mediterráneo, ya veré dónde pongo los pies para no mojarme. De momento, no los voy a poner en alto.

XL. No ve probable una declaración de independencia

E.M. En principio, todo parece indicar que no va a ser así. Es una jugada demasiado arriesgada como para que alguien opte por esta salida. Mi intuición es que las cosas se arreglarán no a gusto de todos y seguramente a gusto de nadie y que quedarán residuos. Y, con el tiempo, volverán a surgir conflictos que no tienen arreglo, porque hay conflictos que no tienen solución, y este es uno de ellos.

XL. Vive en Londres, ¿por qué razón se ha deslocalizado? 

E.M. Por amor a Londres y porque no me gusta vivir en Barcelona. Cuando salí de casa, el primer sitio en el que me establecí fue Londres y quedé muy enganchado con esa ciudad. También he vivido en Estados Unidos, Suiza Me gusta ser extranjero en la ciudad en la que viva y pasar por aquí, y de vez en cuando, para hacer cosas como estas.

XL. No olvido que nos hemos reunido para hablar de su nuevo libro. ‘El secreto de la modelo extraviada’. De nuevo, el protagonista es el detective sin nombre y medio loco que sale del sanatorio para resolver un crimen.

E.M. Nunca pensé hacer una serie con este personaje, pero en la novela policiaca los detectives lo son a perpetuidad.

XL. Definen sus novelas como policíacas, negras, góticas

E.M. El que quiera pasar el rato definiendo que lo haga; no le veo ninguna necesidad. Hago novela de humor, utilizando cada vez menos el patrón de la novela policiaca, sin ninguna pretensión de que funcione como novela policiaca.

XL. Algo así como una sitcom llevada a la literatura.

E.M. ¡Exacto! A mí lo que me gusta es eso y que el personaje vaya apareciendo con la excusa de sacarlo a pasear y que se dé una vuelta por Barcelona.

XL. Y siempre con marginales, desclasados, medio locos pero cultísimos y hábiles seductores de la situación.

E.M. ¡Ja, ja, ja! Es lo que me gusta. romper cualquier tentación de lectura en clave de realismo. Son personas miméticas que han aprendido el lenguaje de la tribu. A veces lo usan bien y otras, muy mal; pero la voluntad está ahí [se ríe].

XL. En la primera mitad, tras la muerte de Franco, los personajes están ilusionados con el futuro. progreso, turismo, inversión, modernidad En la segunda parte, 40 años después, están decepcionados

E.M. Es el resumen del argumento, sí; Barcelona estaba tocando fondo antes de convertirse en una de las ciudades más prestigiosas del mundo. No sé si el desencanto viene por la evolución de la ciudad o por la de cada uno de nosotros, porque 40 años después todos estamos desencantados.

XL. No deja títere con cabeza. corrupción en Generalitat y Policía, chufla con autobuseros que conducen con copas, periodistas sensacionalistas, turistas estafados

E.M. Es lo que todo el mundo sabe, lo único que varía es el punto de vista. en vez de fingir que me escandalizo con el mundo de engaños en el que vivimos, lo doy como normal. Lo que me importa es no quedar como un moralista crítico de la sociedad. Digamos que soy un espectador perplejo.

XL. El Papa Francisco es el único personaje de actualidad que no es objeto de su socarronería en esta novela.

E.M. No me gusta este papa; a lo mejor se me ocurre sacarlo en otro momento, aunque nunca busco blancos tan fáciles [se ríe]. El humor debe ir acompañado de buen rollo. Me he metido casi con todo el mundo y no hay nadie que se haya enfadado conmigo en serio. Todo lo que escribo es tan inverosímil que es evidente que no quiero ofender a nadie.

XL. ¿Se ha tomado ya algo con la alcaldesa de Barcelona?

E.M. No ha habido ocasión. Estaba en Londres cuando fue elegida y no hemos coincidido.

XL. ¿Le sorprendió su elección?

E.M. No esperaba nada. Normalmente las elecciones no las gana uno, las pierde otro. Yo creo que, por las circunstancias, tocaba un cambio, y se ha producido en tantos sitios como para que sea significativo. Madrid, Barcelona, Valencia, Baleares Hacia dónde iremos, no lo sé.

XL. Parece que nada le sorprende, ¿ni siquiera que Volkswagen trucara motores? 

E.M. Los alemanes son igual de golfos que el resto de los europeos. No me ha sorprendido, aunque no me lo esperaba. Basta con residir un tiempo allí para ver que todos los países funcionan igual y que una empresa decida hacer pirulas es parte del acuerdo. Lo que me extraña es que no se haya detectado antes. Que el periodismo siga a Vargas Llosa a la salida de un restaurante y deje que Volkswagen contamine sin advertirlo eso sí me parece muy mal.

XL. Y si le pregunto por los presuntos chanchullos fiscales de su adorado Messi, ¿qué me dice?

E.M. Que tampoco pasa nada. Que en el negocio que mueve más millones de dinero, personas, entusiasmo y fe más que El Vaticano no hubiera maniobras sería realmente sorprendente. Seguiré yendo a ver jugar a Messi y si tiene dinero en otro sitio que lo arregle. Si yo ganara tanto como él, también intentaría hacer ingeniería financiera [se ríe].

La dama del teatro y el autor

La actriz Rosa Novell, fallecida el pasado febrero víctima de un cáncer de pulmón, a los 61 años, fue el gran amor de Eduardo Mendoza. Juntos tuvieron dos hijos.

El año del detective sin nombre. El escritor en una foto de 1979, año en que publicó El misterio de la cripta embrujada, la primera novela de la saga del detective anónimo, cuya quinta entrega acaba de llegar a las librerías.

Privadisimo

  •  Nacido en Barcelona en enero de 1943, de niño tenía un espíritu aventurero y soñaba con ser torero, explorador o marino.
  •  Uno de sus juegos favoritos era atar a su hermana Cristina al radiador mientras le contaba una historia inventada sobre la marcha.
  •  Su padre era un gran aficionado al teatro. La primera vez que vio una representación tenía cuatro años.
  •  De familia ‘mixta’, en su casa se hablaba castellano. Creció entre clásicos literarios españoles, tebeos, películas de Disney y las coplas de Concha Piquer.
  •  Su padre, notario, lo obligó a estudiar Derecho. Llegó a ejercer como letrado y trabajó en una asesoría jurídica.
  •  Fue traductor de la ONU e intérprete oficial de las conversaciones entre Felipe González y Ronald Reagan en la Casa Blanca.
  •  Le gusta el transporte público, ir al mercado, hablar con los taxistas y discutir sobre fútbol.

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