A principios del siglo XVII, Holanda había logrado situarse como una de las potencias navales de la época y estaba decidida a asentarse en las regiones productoras de azúcar de Brasil, país que en esos años pertenecía a la Corona española. Por José Segovia

En 1621, el fin de la tregua que existía entre Holanda y España animó a la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales (la Compañía) a arrebatar esos territorios al monarca español Felipe IV. La guerra del azúcar estalló el 14 de febrero de 1630, cuando una flota holandesa de 67 barcos al mando del almirante Adrian Jansz Pater invadió la provincia brasileña de Pernambuco.

La flota hispano-portuguesa era muy inferior a la holandesa: 21 naves contra 67. La victoria ibérica es todo un hito en la Armada

Felipe IV convenció a Portugal para organizar una flota hispano-lusa al mando del almirante Antonio de Oquendo para recuperar aquella estratégica región. La flota combinada, compuesta por 21 naves, 16 españolas y 5 portuguesas, zarpó de Lisboa el 5 de mayo de 1631. Tras algo más de dos meses de travesía atlántica, esa fuerza naval se enfrentó a los galeones holandeses, cuyo calado y artillería superaban a los españoles.

Viendo el escaso número de navíos de Oquendo y su menor tamaño, el almirante neerlandés pecó de presunción al ordenar que solo 16 de sus buques interviniesen en la lucha. Cabe reseñar que las naves capitana y la almiranta de la flota holandesa eran buques de 900 y 1000 toneladas, con cañones de gran calibre, y que los españoles apenas pasaban de 300 toneladas y contaban con una artillería de menor calibre.

La batalla de Pernambuco, también conocida como de los Abrojos, comenzó con el choque entre las naves capitanas y almirantas de ambos contendientes. El almirante Pater embistió primero con su navío la popa del Santiago, la capitana de la flota española. Los dos barcos abrieron fuego y quedaron unidos en un peligroso abrazo. A partir de aquel momento, otros navíos entraron en la refriega. El combate continuó durante cuatro horas hasta que se inició un incendio en el buque del almirante holandés. Ante el peligro de que estallara, un navío español remolcó al galeón Santiago lejos de la almiranta holandesa, que voló por los aires. Pater murió ahogado y la batalla terminó con la victoria de la flota dirigida por Antonio de Oquendo. Aquel 12 de septiembre de 1631 marcó un hito en la historia de la Armada española.

Óleos para conmemorar la victoria

Oquendo encargó varios cuadros que describían la batalla de Pernambuco para regalárselos al rey Felipe IV. Esas obras se pueden admirar ahora en una exposición del Museo Naval de Madrid.

Título de nobleza

En julio de 1639, el secretario de Felipe IV, Pedro Coloma, notificó a Oquendo que la Corona le había concedido el título de vizconde, un honor que apenas pudo disfrutar el almirante español, ya que murió un año después en La Coruña.

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