En la década de 1980, el Gobierno de Ronald Reagan decidió resarcir a las tribus nativas por la expropiación de sus mejores territorios en el siglo XIX… Por José Segovia

Impulsó una política que favoreció la puesta en marcha del gran negocio de los juegos de azar en las reservas indias, que apenas tenían recursos para la supervivencia.

Los casinos en las reservas provocan discordias entre tribus. Algunas creen que favorecen la prostitución y la delincuencia

Gracias a la Ley para la Reglamentación del Juego en las Tierras Indígenas de 1988, las tribus nativas pudieron poner en marcha todo tipo de establecimientos dedicados a los juegos de azar, un negocio redondo ya que, además, las tribus no pagan impuestos por esta actividad. En 2006, las distintas tribus tenían en funcionamiento 350 casinos, que ingresaban anualmente unos 20.000 millones de euros, lo que permitió que la renta per cápita de los indios se disparara un 27 por ciento.

Con el objetivo de reducir las tasas de pobreza de la población india, las leyes federales han decretado que al menos un 60 por ciento de los beneficios de los casinos debe ser destinado a proyectos que mejoren las condiciones de vida en las comunidades. Pero los abogados de los clanes indígenas utilizan argucias para sortear estas leyes. De las 560 tribus indias de Estados Unidos, 224 han puesto en marcha establecimientos que se dedican al juego y las apuestas.

El casino Foxwoods es el más grande de Estados Unidos, dentro de una reserva india

El mayor casino del país es Foxwoods, en manos de la tribu mashantucket pequot en Connecticut. Los cahuillas poseen el casino Morongo de Palm Springs, en California, que ingresa anualmente unos 10.000 millones de euros. Según datos de la Comisión Nacional del Juego Indio, el volumen de negocio en 2006 duplicó el de cinco años atrás, en 2001. Algunas voces críticas señalan que los casinos han provocado cambios culturales y la aparición de una nueva élite que está propiciando discordia en las tribus más ortodoxas. Critican lo que se mueve en torno a los casinos, como la prostitución, el aumento del alcoholismo y las bandas.

Otros reconocen que el negocio que se mueve alrededor del juego está paliando el paro en la población nativa, que años atrás llegó a cotas inaceptables. Además, arguyen, la concesión de licencias para casinos es una forma de compensar el expolio de tierras que sufrieron en el pasado. Y añaden que el juego ha promovido el turismo, lo que ha incrementado los hoteles, restaurantes, tiendas y centros comerciales.

No todos tienen casinos

Los indios onondags rechazan los casinos porque sus leyes prohíben el juego y la prostitución. Pero reclaman al Estado de Nueva York su derecho a proteger y visitar los lugares sagrados de sus ante-pasados.

Tierras frente a Nueva York

Una tribu descendiente de los mohicanos y encabezada por el jefe Águila Dorada reclamó en 1997 ante los tribunales de Albany la propiedad de las islas Liberty y Ellis, situadas frente a la ciudad de Nueva York. La petición fue denegada.

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