A punto de decir adiós a la política, la canciller Angela Merkel se ha convertido en la gran líder europea ante la pandemia. Por Fernando Goitia/Foto: Getty Images

En 2015, Time la nombró Personaje del Año. Desde hace 14 es para Forbes la mujer más poderosa del mundo. Títulos que, probablemente, revalide en 2021 por su actuación ante la pandemia.

Merkel ha ejercido como gran líder europea por sus decisiones políticas, económicas y por su capacidad negociadora. Ella desbloqueó el veto de Polonia y Hungría a los billonarios fondos anticrisis, aunque muchos temen que al precio de reforzar a los antieuropeístas Mateusz Morawiecki y Viktor Orbán.

En cualquier caso, el mantra «todo el mundo debe ser capaz de ponerse en el lugar del otro», pronunciado en julio ante sus colegas europeos, parece acompañar sus decisiones y su defensa como nunca de la cohesión de la UE. Una apelación a la empatía que alcanzó su clímax hace unos días, al borde del llanto en el Bundestag.

«Todos deben ponerse en el lugar del otro», les dijo a sus colegas europeos

«Me duele de verdad en el corazón», dijo en alusión a los padecimientos de sus conciudadanos por las restricciones. A punto de retirarse tras 15 años en el poder, la pregunta es inevitable: ¿por qué la canciller imperturbable muestra ahora su vulnerabilidad? No se sabe, pero reconforta, sobre todo en estos tiempos, ver en un político un atisbo de humanidad.

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