La irradian los móviles, las pantallas, las lámparas de nuestras casas… nos parece blanca, pero contiene luz azul, y no es buena: afecta a la retina del ojo y a nuestro ciclo del sueño. Los investigadores estudian soluciones e inventan gafas especiales para evitar que nos dañe la vista. Por Amador Menéndez Velázquez / Foto: Getty Images

• Cómo nos afecta la luz LED: una luz azul nada buena

Cuando llegaron las luces LED, fueron una bendición. Son pequeñas, longevas y gastan poco. Son mucho mejores para la salud del planeta que las bombillas incandescentes. Su aparición fue una noticia extraordinaria porque las bombillas incandescentes eran un desperdicio energético: producían un 95 por ciento de calor y solo un 5 por ciento de luz.

Hace diez años que llegaron las LED y se retiraron las incandescentes. Son mejores para la salud del planeta, pero no para la salud humana. Las antiguas bombillas emitían una luz ambarina, en las LED -a pesar de su apariencia blanca o ligeramente amarillenta- la luz tiene un alto componente de azul y eso puede alterar nuestro ciclo del sueño y puede producir daños oculares.

CUANDO LOS DÍAS NO TERMINAN NUNCA

Hubo un tiempo en el que con las noches llegaba la oscuridad y disfrutábamos de un sueño placentero. Pero eso ya es historia. Con la iluminación artificial pudimos extender la duración de los días. No podemos negar sus ventajas, pero quizá estamos pagando un precio demasiado alto: renunciar a dormir las horas necesarias y a un descanso adecuado. El sueño es necesario y reparador. La llegada de nuevas fuentes de iluminación, como las LED, está contribuyendo a alterar de forma significativa nuestros relojes biológicos que necesitan ‘ponerse en hora’, y lo hacen a través de la interacción con diferentes factores externos.

La luz azul de las bombillas LED puede afectar a la retina, mientras que otras luces que emiten más cantidad de ondas entre el rojo y el infrarrojo tienen efectos beneficiosos para la vista

El reloj biológico central se encuentra situado en el hipotálamo e interacciona con el medioambiente a través de factores como la luz y, en concreto, con la luz azul. Cuando la luz azul llega a nuestra retina, este reloj interpreta que es de día y no se segrega melatonina, la hormona del sueño. En contraposición, cuando no llega luz azul a la retina, interpreta que es de noche y nuestro organismo segrega melatonina.

EL PELIGRO DE ACOSTARSE CON EL MÓVIL

Así debería ser cada noche. Cuando llega el ocaso, nuestro cuerpo entiende que debemos dormir y se prepara para ello. Incluso la luz natural contribuye a nuestra preparación corporal para el sueño. En el transcurso del día, la luz del Sol varía en intensidad y tonalidad. A primeras horas del día tiene un fuerte componente azul. Al atardecer se reduce el componente azul y la intensidad, estimulando la secreción de melatonina.

Pero la exposición durante la noche a fuentes de luz artificial confunde a nuestro organismo. Y más si por la noche lo que nos llega es luz azul, que frena la melatonina.

Esto altera el ciclo del sueño provocando una cronodisrupción o distorsión de los ritmos circadianos con efectos perjudiciales para la salud. No tiene por qué ser algo inmediato. Los efectos de una alteración de nuestros ritmos biológicos se manifiestan a largo plazo. Si un peatón fallece atropellado por un coche, la relación causa-efecto es clara. Pero decir que un determinado cáncer o enfermedad neurodegenerativa puede estar ligado a una exposición excesiva a la luz a horas inadecuadas no es tan evidente. No obstante, diferentes estudios científicos presentan evidencias de que varios tipos de cáncer (incluido el de mama y próstata), diabetes, trastornos neurodegenerativos, enfermedades cardiovasculares y obesidad pueden ser causados -al menos parcialmente- por la cronodisrupción.

El problema cobra especial relevancia tras la llegada de las fuentes lumínicas LED -presentes tanto en iluminación de entornos como en las pantallas de los dispositivos electrónicos- por la cantidad de luz azul que emiten. Mantenerse alejados de tabletas electrónicas y luces LED intensas unas horas antes de dormir es un buen consejo para disfrutar de una noche saludable y preservar nuestros ritmos circadianos.

No todas las luces LED emiten el mismo tipo de luz. En las últimas horas del día es más conveniente el uso de las luces LED cálidas (de tono amarillento), frente a las frías (de tono blanquecino). Y es que las luces LED frías tienen más componente de la luz azul -inhibidora de la melatonina- que las luces LED cálidas.

Ahora se están creando bombillas que imitan la luz del Sol para preservar nuestros ritmos circadianos y la calidad del sueño. Se trata de bombillas dinámicas cuyo espectro varía a lo largo del día, siguiendo los patrones del Sol. Por las mañanas emiten luz fría, con una fracción considerable de luz azul, y así nos mantenemos activos. Al atardecer, la luz cálida -con menos componente azul- va desplazando a la fría.

¿DAÑAN LA RETINA?

Otro serio inconveniente de las luces LED es que su luz azul puede dañar el ojo al emitir una radiación altamente energética capaz de destruir fotorreceptores y otras células de la retina. Y lo que es más preocupante: es, además, un factor de riesgo para glaucoma, degeneración macular asociada a la edad u otras patologías que pueden derivar en ceguera.

La luz roja, sin embargo, lejos de ser perjudicial, presenta beneficios terapéuticos. Varios estudios de investigadores del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega y la Universidad de Oxford ponen de manifiesto que la luz con longitudes de onda comprendidas entre el rojo y el infrarrojo cercano tiene efectos beneficiosos, llegando incluso a estimular la regeneración de las células de la retina.

En el laboratorio del Centro Tecnológico Idonial -en colaboración con el Instituto Oftalmológico Fernández-Vega- se investiga el desarrollo de filtros que bloquean la luz UV-azul y la convierte al rojo-infrarrojo cercano, y lo hacen sin alterar significativamente la calidad visual. Para el desarrollo del filtro oftálmico se usan nanomateriales luminiscentes, que absorben y luego reemiten la luz.

El uso de filtros no es nuevo en oftalmología, pero con este nuevo tipo de filtros -que se denominan luminiscentes- se consigue una redistribución de la luz con un doble efecto: por un lado, es neuroprotector (al bloquear la nociva luz UV-azul) y, por otro, terapéutico (al proporcionar luz roja-IR cercana, que estimula la regeneración de las células de la retina).

Hoy en día existe un debate abierto sobre si la luz LED de nuestras casas, oficinas o de las pantallas de los dispositivos electrónicos es de suficiente intensidad como para provocar daños oculares. La respuesta rápida sería ‘no’, pero es necesario añadir algunos matices.

En general, la luz de estos dispositivos no tiene suficiente intensidad como para provocar daños oculares en un ojo sano. Pero sí puede provocarlos en un ojo en un estado comprometido de salud, como podría ser el caso de los pacientes con ojo seco, un problema más frecuente precisamente por nuestro uso permanente de pantallas.

En una conversación cara a cara parpadeamos unas 25 veces; ante una pantalla solo lo hacemos 5 veces, y eso favorece la sequedad del ojo

Parpadear de vez en cuando permite mantener el ojo lubricado, evitando la sequedad. Usted mismo puede probar a parpadear ahora varias veces y notará como su ojo se humedece. En una conversación cara a cara con otra persona, podemos parpadear un promedio de 25 veces por minuto. Delante de la pantalla, el parpadeo puede llegar a reducirse a 5 veces por minuto, promoviendo así la sequedad del ojo.

CUIDADO CON LOS NIÑOS

Debemos prestar especial atención a los niños. Nuestros ojos son bastante eficientes a la hora de bloquear los rayos ultravioletas para que no alcancen la retina, pero no sucede lo mismo con la luz azul. Casi toda la luz azul atraviesa la lente y la córnea y llega a alcanzar la retina. La lente cristalina de los niños es aún más transparente a longitudes de onda corta, como las correspondientes a la luz azul. Ello significa que son más sensibles que los adultos a los efectos de este tipo de radiación.

No podemos afirmar rotundamente que la luz azul de nuestros dispositivos LED provoque daños oculares, pero sí que es un factor de riesgo que se debe considerar. Y por ello no está de más tomar las debidas precauciones.

TRUCOS PARA MIRAR PANTALLAS

No es conveniente utilizar móviles y tabletas en recintos oscuros. Cuando los utilizamos en entornos iluminados, nuestra pupila está contraída y así bloquea en gran medida la entrada en el ojo de la luz azul que emiten. Sin embargo, cuando los consultamos a oscuras, la pupila se dilata, permitiendo la entrada de mayor cantidad de radiación lumínica.

Cuando estamos ante dispositivos electrónicos, otra estrategia que se puede seguir es la regla del 20-20-20: apartar la mirada durante 20 segundos cada 20 minutos enfocando a una distancia de 20 pies (seis metros). Esto permitirá relajar nuestros ojos. Hace poco más de un siglo, la mayoría de la población realizaba tareas al aire libre en espacios abiertos que requerían de una visión de lejanía. Eso ha cambiado. Mirar una pantalla durante muchas horas seguidas supone un sobreesfuerzo considerable para nuestro sistema visual.


 

Un sencillo experimento casero

Los peligros de la luz LED 1

Aunque la luz emitida por un dispositivo LED la percibamos como blanca o con un tono ligeramente amarillento, esa luz está compuesta por varias longitudes de onda o colores; entre ellos, el azul. Cualquiera puede comprobarlo mediante un sencillo experimento casero. Para ello se hace incidir la luz de una bombilla LED (la linterna del smartphone puede servir) sobre la cara trasera de un CD. Se puede ver cómo la luz blanca se descompone en una especie de arcoíris con varios colores, entre los que se encuentra el azul (el efecto se puede apreciar mejor en una habitación oscura).

PARA SABER MÁS

Light, sleep and cancer: why circadian rythms matter. Conferencia del investigador Manolis Kogevinas, del Barcelona Institute for Global Health (ISGlobal) en el European Educational Programme in Epidemiology.

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