Una imagen vale más que mil palabras, ¿y un gesto? La forma de expresarnos y relacionarnos se ha visto limitada en tiempos del coronavirus. El uso de la mascarilla nos protege frente al virus, pero también reduce a la mitad nuestra comunicación no verbal. Por Isa Espín / Foto: Cordon Press

Antes de la imprenta, las ruedas de prensa, y mucho mucho antes de los whatsapp y las videollamadas, ya existía el lenguaje no verbal. La comunicación no verbal es algo intuitivo, fácil y universal, además de ser una parte natural con la que contamos como seres humanos. Tenemos una serie de emociones básicas: sorpresa, felicidad, miedo, enfado, tristeza y asco; en todas ellas, los ojos, la nariz y la boca son fundamentales. En este contexto, ¿qué supone llevar mascarilla a la hora de comunicarnos?

«Perdemos más de la mitad de la comunicación no verbal con el uso de las mascarillas», explica Cristian Salomoni, vicepresidente de Aconve (Asociación que agrupa a expertos en comunicación no verbal). «Eso sin contar –mantiene- cuando llevamos gafas, ahí perdemos muchísima información de lo que quiere expresar nuestro interlocutor. Así que tendremos que mostrar más atención a la postura, los gestos, el tono de la voz y la forma de arquear las cejas, entre otras cosas».

Nadie nos enseña comunicación no verbal, no le prestamos la suficiente atención y como especie hemos nacido con ella. ¿Se puede modificar o aprender? «Por supuesto –sostiene Salomoni- cuando nos acercamos a alguien es porque nos interesa y cuando nos alejamos es porque no tenemos interés o nos hace daño. Pero esto tiene muchos matices. El lenguaje no verbal se aprende, nosotros somos expertos en ello».

«Eso de que mirar a la derecha significa que estás mintiendo no es cierto», explica Cristian Salomoni, criminalista

En el ámbito policial, durante los interrogatorios, el lenguaje no verbal se analiza para detectar incongruencias emocionales y posibles deslices: «Por ejemplo cuando se enseña el arma del delito en un interrogatorio y la persona se toca los oídos, me puede dar a entender que estaba allí y recuerda los gritos de la víctima, o cuando dicen que había dos personas en el lugar, pero saca tres dedos a la hora de testificar». El criminalista matiza: «Lo de mirar a la derecha cuando estás mintiendo, no es cierto. De hecho se ha comprobado que es al revés, la gente cuando está mintiendo te mira a los ojos y piensa tanto en su mentira que su comportamiento no verbal se bloquea».

«A la hora de ligar, la gente se lo va a pensar dos veces», mantiene Cristian Salomoni

El presidente de Aconve y doctor en Psicología Cognitiva, Sergio Colado, insiste al respecto: «No hay que ser tan estrictos, por ejemplo en las entrevistas de trabajo. Detrás de un gesto puede haber muchas cosas. La pregunta del personal de recursos humanos le ha podido recordar algo al entrevistado o simplemente estar nervioso».

Lo cierto es que llevar mascarilla cambia la forma de relacionarnos y comunicarnos con los demás. En el caso de la comunidad sorda, ya han diseñado mascarillas transparentes para facilitar la lectura de los labios, pero el entendimiento y la empatía se ven mermadas ante una situación en la que debemos guardar distancia social y no podemos tocarnos.

«Esto va a afectar especialmente en la relación médico-paciente», sostiene Colado. Está demostrado que los pacientes que sienten mayor empatía y entendimiento por parte de su médico notan una mejoría y favorece la recuperación. «Cualquier bloqueo, ya sea la mascarilla o no poder recibir un gesto de apoyo, provoca una sensación de indefensión por parte del paciente -explica- eso tendrá que paliarse con un sobreesfuerzo verbal, un entorno calmado o incluso una buena temperatura y luz natural, que son también factores condicionantes».

«En tres meses no se cambian los hábitos», Sergio Colado, doctor en Psicología Cognitiva

¿Y a nivel sentimental cómo nos afecta la mascarilla? Las redes sociales para ligar, tan utilizadas durante la cuarenta, han servido para entretenerse durante el confinamiento, pero ahora que podemos salir a la calle y que llega esa ansiada primera cita, ¿cómo fluye esta situación si no puedes tocarte y debes mantener la distancia social? ¿Cómo será salir de discoteca si no puedes bailar?

«A la hora de ligar, la gente se lo va a pensar dos veces, -mantiene Cristian Salomoni- nuestras relaciones se vuelven más robotizadas. Se va a prestar a malentendidos». Vamos a tener que esforzarnos más y prestar más atención, lo que va a suponer un esfuerzo extra.

¡No nos alarmemos!

Las relaciones con nuestras familias y amigos no van a sufrir tanto cambio. «No es tan fácil que cambie la tendencia natural del ser humano. La especie se acostumbra de una forma muy rápida ante situaciones extremas, -explica el psicólogo Sergio Colado- habría que evaluar cuántos meses se necesitan para cambiar los hábitos, pero si la situación no se alarga mucho, nuestra tendencia a relacionarnos no cambiará de forma significativa porque estamos programados para mantener contacto físico. Si bien es cierto que en esta situación tendemos más a pedir permiso y llevamos más precaución, no creo que vayamos a cambiar completamente. Mientras no tengamos que encerrarnos otra vez un montón de meses, claro está. En tres meses no se cambian los hábitos».

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