Ganó el oro en los Juegos Olímpicos hace dos años y se vino abajo. La resaca del éxito y una lesión le hicieron perder la confianza. Pero con tesón y el incondicional apoyo de su equipo, la recuperó. ¡Y cómo! Carolina Marín acaba de ganar el Mundial de Bádminton por tercera vez: la primera mujer en lograrlo. Por Ricardo Uribarri / Fotos: Antón Goiri y Getty Images 

«¿Pero esto qué es? ¡Esto se me va a caer!», ríe Carolina mientras mira el vestido, que efectivamente no es fácil de colocar. «Nunca me he puesto un vestido así», dice. Lo que parece ser cierto a juzgar por la cara de asombro de su entrenador. «¡Qué!, ¿no me vas a decir nada?», le reta ella divertida. Y es que la tricampeona mundial de bádminton nos cita para la sesión de fotos en la misma cancha de entrenamiento. No quiere perder tiempo en traslados y solo se ha cogido una semana de vacaciones antes de recuperar su rutina de entrenamiento.

«Claro que tendría más facilidades en Asia, pero no necesito más dinero del que tengo. Y no me cambiaría de nacionalidad por nada. ¡Yo voy con España hasta la muerte!

Es esa constancia y ese sacrificio los que le han permitido llegar con 25 años a lo más alto en la historia de su deporte. Y no ha sido fácil. Tras ganar un oro olímpico hace dos años, en Río, vivió un 2017 muy complicado por una lesión. Pero para disgusto de sus rivales asiáticas, Carolina ha vuelto. Y lo ha hecho a lo grande. Con su reciente triunfo en China, se ha convertido en la primera mujer en ganar tres Mundiales. La onubense ha hablado con XLSemanal de los problemas que tuvo que afrontar y del camino recorrido para volver a ser la que era.

carolina marin, ganadora badminton mundo

XLSemanal. Ha ganado un oro olímpico, tres Mundiales y cuatro Europeos. ¿Está superando la realidad a esos sueños que tenía hace unos años?

Carolina Marín. La verdad es que sí. El sueño de todo deportista es lograr un oro olímpico y, a día de hoy, estoy yendo mucho más allá de lo que imaginé.

XL. Muchos la consideran la mejor jugadora de la historia. ¿Se siente así?

C.M. Yo no me siento la mejor de la historia. Hay muchas jugadoras de bádminton mejores que yo. Es verdad que llevo muchísimas cosas conseguidas, pero creo que me quedan más por ganar.

XL. ¿Qué tiene de diferente Carolina Marín? ¿Cómo ha superado a imperios de este deporte como China o India?

C.M. Yo me caracterizo por la competitividad, es algo innato en mí. Pero sin el equipo que tengo sería imposible. Primero, mi entrenador, Fernando Rivas, que ha buscado un método innovador, fuera de lo normal, que no es el que siguen en Asia, porque si no, siempre iríamos detrás de ellos. Haber perseguido nuevos caminos es lo que nos ha hecho superarnos a nosotros mismos y a los demás. Con todo el apoyo, además, del segundo entrenador, Anders Thomsen; del fisio, que siempre está disponible; de mis compañeros de entrenamiento… Sin cada una de esas piezas fundamentales, para mí sería imposible llegar a donde he llegado.

XL. Recurre a psicólogos, optometristas, a técnicas como la acupuntura… ¿Para ganar es imprescindible recurrir a estas ayudas?

C.M. Siempre hay que ir puliendo detalles. Si hay aspectos que no mejoran intentamos buscar otros métodos con especialistas de fuera que nos puedan ayudar en la pista. La relación personal con la deportiva va muy unida. Si tengo algún problema personal que me está afectando tengo que solucionarlo para que no se note.

XL. Llamaron mucho la atención los parches negros que llevaba en el Mundial en la mano. ¿Qué fin tenían?

C.M. No se puede contar mucho. Está relacionado con la medicina tradicional china y sirve para ayudarme con la energía.

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Carolina conoció a su novio, Alejandro Carrasco, en la residencia para deportistas Joaquín Blume, en Madrid. Él trabaja como osteópata, masajista deportivo y kinesiólogo. «Fue amor a primera vista», dicen. Foto: Instagram

XL. Nos tiene tan bien acostumbrados que sorprendió su bajón de resultados en 2017. ¿Qué le pasó?

C.M. He pasado un año y medio complicado. Después de ganar los Juegos Olímpicos era difícil encontrar la motivación. Además pasé cuatro meses con una lesión en el sacro y no mejoraba nada. Venía a los entrenamientos desmotivada, sin ganas, sin ilusión, y cuando vas así a tu trabajo, no hay resultados. Me costó mucho encontrarme conmigo misma, con la Carolina de antes. Hasta tres semanas antes del Mundial no encontré la esencia, esa fortaleza mental que yo tenía antes. Ahora estoy mejor que nunca.

«Siempre hay que pulir detalles. Si algo no funciona, busco otros métodos. Los parches que llevaba en la mano en el Mundial son de la medicina tradicional china»

XL. «Hemos tenido que mirar a la cara al miedo», dijo su entrenador. ¿Temió no volver a ganar?

C.M. Sí, claro. He tenido miedo, mucho miedo. Después de haber conseguido las cosas más importantes, llegas a un periodo de año y medio en el que no ganas nada y entonces te preguntas, ¿voy a volver a ganar algo alguna vez? Nos tuvimos que enfrentar al miedo porque lo que yo llevaba a los torneos era el miedo a perder, y así era imposible. Al equipo también le ha costado volver a encontrar esa motivación. Pero en este último Mundial ha salido todo redondo.

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XL. Con la experiencia de los años, ¿sabe ya decir si es más difícil llegar a lo más alto o mantenerse ahí?

C.M. Siempre lo he tenido muy claro, y más desde que llegaron los éxitos. Es muchísimo más complicado mantenerse.

XL. Entre mentalidad, entrenamiento y cualidades, sabría decirme los porcentajes de los que se compone la Carolina Marín campeona?

C.M. Uf, a ver, diría que un 40 por ciento de mentalidad, otro 40 de entrenamiento y un 20 de cualidades. Yo no destaco por ser una jugadora muy buena técnica y tácticamente. Las asiáticas me sacan mucha diferencia en eso, porque desde muy pequeñas están jugando al bádminton. Yo destaco por mi parte física y mental. Eso es lo que me hace ganar partidos. Esas dos cosas son fundamentales y van de la mano.

XL. Para ser campeona y hacer historia en un deporte, ¿hay que sacrificar la vida personal hasta más allá de lo deseable?

C.M. Sí, muchísimo. Yo creo que la gente no es consciente hasta que no conoces la vida del deportista o no eres pareja de él, de todo lo que esto supone. Ni mis padres lo saben todavía. Están a 600 kilómetros de mí y muchas veces les digo que no puedo hablar con ellos. Cuando estoy en periodo de mucho trabajo solo los llamo dos o tres veces a la semana porque acabo reventada y no me apetece ni hablar. Pero quien lo vive más día a día es mi pareja, que es quien tiene que aceptar muchas cosas que creo que ni yo aceptaría si fuera la pareja de un deportista de alto nivel. Supone muchísimo.

XL. ¿Qué ha aprendido del bache que tuvo para no repetirlo?

C.M. Sobre todo el tema de la comunicación con mi equipo. Yo soy una chica que me callo mucho las cosas, creo que también porque soy hija única y me cuesta decirlas. Muchos problemas que he tenido no se los he contado, y eso te lleva a problemas dentro del entrenamiento. He aprendido que la comunicación con ellos es fundamental.

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Carolina entrena con Fernando Rivas desde los 14 años. «Es la persona que más me conoce -dice ella-. Mejor que mis padres y mejor que mi pareja. Pasamos muchas horas juntos. Con solo vernos ya sabemos cómo estamos o si nos pasa algo»

XL. Hay gente a la que le molestan los gritos que da mientras juega. ¿Qué explicación le daría para que entiendan por qué lo hace?

C.M. A todo el mundo hay cosas que le gustan de un deportista y otras que no. Yo soy dos personas muy diferentes. Una cuando está en la pista y otra cuando está fuera, no tengo nada que ver. Cuando estoy jugando me siento como una leona. Es verdad que en algunos momentos de mi carrera deportiva hemos utilizado esos gritos un poco a nivel táctico, porque les presionaba a las rivales y he jugado con eso. Sé que hay gente a la que no le gusta, y lo único que puedo decir es perdón. Lo siento mucho por ellos, pero es como me destaco yo como jugadora.

XL. ¿Qué piensa cuando le ponen al mismo nivel de otros pioneros de nuestro deporte como Santana, Nieto, Ballesteros, Alonso…?

C.M. Me supone mucho, porque esa gente es legendaria, son deportistas increíbles. Que me igualen con ellos hace que se me ponga la piel de gallina. Es verdad que yo he sido un poco pionera de mi deporte. Lo digo orgullosa y con palabras grandes, porque me gusta que cada vez se hable más de bádminton en España.

carolina marin badminton

XL. ¿Una campeona olímpica y tricampeona del mundo recibe la recompensa económica que debe obtener alguien con ese currículum? ¿Si fuera asiática tendría más patrocinadores y ganaría mucho más?

C.M. Más facilidades seguro que tendría porque el bádminton en Asia es muy mediático. Pero yo no me cambiaría de nacionalidad, ni mucho menos. ¡Yo voy con España hasta la muerte! Me siento orgullosa de ser española y, cada vez que suena el himno, me pongo a llorar. Me siento afortunada de decir que vivo gracias a mi trabajo, que es el bádminton. Yo no necesito más dinero del que tengo a día de hoy, no lo necesito porque no me va a dar felicidad. Lo que me da felicidad es hacer lo que hago y tener la recompensa de ganar los grandes torneos.

«He tenido mucho miedo de no volver a ganar»

XL. Muchas personas, entre ellas su madre, creen que reúne suficientes méritos para que le concedan el Premio Princesa de Asturias. Si tuviera que defender su candidatura, ¿qué les diría a los miembros del jurado?

C.M. Uf, es que eso para mí significa mucho. Para todo deportista su sueño es conseguir unos Juegos Olímpicos; pero, cuando eres español, también lo es conseguir el Premio Princesa de Asturias. Yo no quiero decirle al jurado que me elijan a mí, tienen que escoger al mejor deportista. Si ellos deciden que la mejor deportista ese año soy yo, pues yo más feliz que nada. Me sentiría muy orgullosa. Sé que hace mucho que no se lo dan a una mujer, y si me toca a mí, pues bienvenido sea.

XL. Es una cara visible del despegue del deporte femenino en España. ¿Cómo se explican tantos éxitos en los últimos años?

C.M. Tiene que ver con el trabajo individual que hacemos cada una de las deportistas. Nos marcamos los retos igual que los hombres y se está demostrando que estamos capacitadas para conseguir grandes resultados, mejor incluso que ellos en los dos últimos Juegos Olímpicos. Me siento muy orgullosa de aportar mi granito, de ser una más de esa lista de mujeres que consigue medallas para España.

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