Son ocho millones, la mayor comunidad cristiana en un país árabe. La revolución egipcia les ha abierto una esperanza para acabar con siglos de discriminación religiosa y social. Sin embargo, no las tienen todas consigo. Temen el empuje de quienes desean instaurar en el país de los faraones una república islámica. Por Ramiro Villapadierna

Cada minuto en tahrir era una vida entera. Jeanette recuerda los días de la revolución de enero y febrero, cuando en esta céntrica plaza de El Cairo se sintió egipcia por primera vez en su vida. No hay un ejemplo igual, añade Fathi, su marido, en toda la historia de un país con 3200 años de política acreditados. Tanto que su nombre árabe, Misr, significaba originalmente la civilización. Podría hablarle durante años de Tahrir y no le habría contado todo, es imposible atrapar un espíritu. Jeanette, que escribe para televisión, y Fathi son pequeños grandes héroes de la revuelta. Ella aseguraba en la calle Talaat Harb que no entraran chicas con armas; él, la logística, y durante aquellos días inciertos en Tahrir hubo que hacer casi el milagro de los panes y los peces. Pero aún más lo son por ello se niegan a fotografiarse por ser cristianos coptos.

«‘Si caemos moriremos por Jesús’, me dijeron. Desde entonces me atrevo a llevar la cruz por fuera. La revolución me ha dado el orgullo», afirma una joven cristiana

En esta capital de 15 millones hay barrios enteros de cristianos que viven de recoger basuras y alimentar a marranos. Tahrir y Jeanette no se ganan así la vida, pero son cristianos conversos, algo muy mal visto entre sus vecinos musulmanes. Cuando esperábamos por fin igualdad religiosa, el Supremo ha confirmado que, suponiendo que el islam sea un perfeccionamiento del cristianismo, deshacer una perfección es un ultraje , dice, acalorado, un jurista que aborda numerosos casos de conversiones secretas.

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En el barrio cristiano de Mokattam, Lamira se hace tatuar en un milenario monasterio. El veterano tatuador pincha y remueve la tinta, los ojos de Lamira se cuajan de lágrimas; los padres contemplan a su hija de siete años con orgullo al ver el resultado: una cruz. Tatuarse es un rito legendario en el viejo Egipto y para los cristianos, todo un ritual. Para evitar conversiones forzadas por las autoridades, explica el oficiante, y para que chicos y chicas se reconozcan y un cortejo inadecuado no lleve a complicaciones. Por algo así mataron los vecinos al padre de una muchacha musulmana el pasado marzo en Helwan, a 25 kilómetros al sur de El Cairo; y, animados por los radicales, la turba se fue luego a la parroquia de Sol y destruyeron la iglesia. Murieron 13 cristianos y hubo decenas de heridos. Los cristianos protestaron durante días ante la televisión pública. La prensa se ha comportado irresponsablemente tras la revolución, aireando las nuevas voces radicales , lamenta Yousef Sedhoum, director del semanario Al Watani.

Tatuarse es un hábito entre las jóvenes cristianas egipcias. Evita las conversiones forzadas por las autoridades y permite que chicos y chicas se reconozcan y eviten un cortejo inadecuado

Los Hermanos Musulmanes han prometido imponer la sharia y los salafistas expulsar a quien se oponga a un Egipto musulmán , añade el abogado Peter Ramses al Nagar, gran batallador de la libertad religiosa.En el nuevo y esperanzado Egipto cunden las amenazas con ácido a las muchachas en manga corta, de castigo a quien no se cubra el cabello, a los barrios cristianos, a la Policía si interviene; los Hermanos Musulmanes sugieren reinstaurar la jizya impuesto otomano contra los cristianos, y tierras de cristianos se están comprando a la baja en el Alto Egipto. La comunidad copta tiene ya al 50 por ciento de su gente en la emigración.

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El miedo y la protesta de la mayor comunidad mundial de árabes cristianos (ocho millones) parecen estar siendo ignorados. Una gran parte de los jefes del Ejército (ahora, a cargo de todo) está con los Hermanos Musulmanes , asegura la hermana Samikha, referida como una de las personas mejor informadas de El Cairo. Ha habido una infiltración constante de décadas, mientras Mubarak decía combatirlos , afirma esta poderosa mujer que dirige el colegio de San José, donde un 75 por ciento de los alumnos son fieles del islam. Llevan décadas urdiendo en las sombras el estado islámico , comenta. A la semana de protestas por las muertes y la destrucción de Helwan, el barrio de Mokattam, hogar de cientos de miles de cristianos de El Cairo, se rebeló y bloqueó la cercana autopista en solidaridad. Entonces se personó el Ejército con tanquetas y balas en la recámara, precedido por otra turba organizada, armada y traída en taxis que la emprendió al grito de. Islam, islam, islam .A la entrada del barrio de la célebre montaña movida por la fe del zapatero Simón, en aquel entonces en que el invasor Saladino retó a los cristianos con esa frase de quien tenga un grano de fe , ahora presiden el paisaje unas ruinas carbonizadas y los retratos de los mártires . Las ruinas son de la casa y de la fábrica de Abu Ide Anwar, dos millones de dólares en pérdidas y principal proveedor de empleo en este miserable barrio de basureros.

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Los mártires son el hermano de Moussa con 24 años, tiene ahora tres familias a su cargo, el sobrino del viejo Adli y así hasta nueve vecinos que bajaron a defender el barrio. Me quemaron la casa con toda la familia dentro , revela el antes rico Anwar, rodeado por sus hijos, asustados, y los rescoldos. Resistieron a las llamas y la asfixia en el último piso. La pared ennegrecida del gran salón atestigua la agonía; sobre el negro han pintado con tiza una gran cruz oriental. Lo bueno es que peor no puede ser dicen quienes refieren su calendario desde la interminable matanza de un millón, por Diocleciano, en el año 284. Y sobrevivimos. Para la Iglesia copta, este es el año 1727. A los muertos de Mokattam se suman los 13 ante la iglesia de Sol, en marzo, que se añaden a la matanza por un suicida de 20 coptos, durante la misa de año nuevo en la iglesia de Los Santos de Alejandría, que el Gobierno egipcio atribuyó a un grupo vinculado a Al Qaeda. Han vuelto tiempos de persecución, repiten con miedo en los ojos; tranquiliza saber que esto ya lo padeció Jesús , dice Om Sema, madre del año en la parroquia de Esbet Nakhl.En Mokattam, barrio de basureros cristianos, la revolución de la plaza de Tahrir ha sido la revancha del Rey del Mundo.

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Las dos hijas de Sema desafiaron a las balas en la plaza. Si caemos, moriremos por Jesús, me dijeron. Desde entonces me atrevo a llevar la cruz por fuera, la revolución me ha dado el orgullo , cuenta una de ellas. No es broma, no dudan explica Giovanni, un misionero comboniano. Saben que la verdad no es averiguable y no pierden el tiempo en preguntas. El mundo de esta primera comunidad cristiana fuera de Galilea es una explosión iconográfica. El joven artista Sami Creda cree, como muchos, que, tras el suicida, la sangre de Alejandría restos humanos salpicaban las fachadas hasta el segundo piso regó 25 días después la victoria de Tahrir. Por primera vez vimos hasta a los Hermanos Musulmanes solidarizarse. Te paraban y ¡te pedían perdón por la calle!, recuerda Creda desde la ciudad mediterránea que fundó Alejandro y cristianizó san Marcos: sobre su tumba se alza la vieja patriarquía de Etiopía y las iglesias orientales.

La presión de los salafistas, denuncian las comunidades cristianas rurales, ha crecido tras la caída de Mubarak

Aquella bomba mostró la novedad de un Egipto unido, que intentaban dividir los siniestros juegos de Mubarak , afirma Reda Ramses, director del colegio de San Gabriel, que desde hace un siglo educa a las élites alejandrinas y que en estos días tiene profesoras que no se atreven a salir sin velo por las amenazas . Los intelectuales cristianos lamentan la política del aislamiento , tradicional hacia la Iglesia copta, y denuncian una nueva política de la discriminación por parte del Gobierno y de las nuevas enmiendas islamistas. Mohamed Abd El Quddus, hijo de un gran autor liberal, se ha convertido en combativo portavoz de estas corrientes. Si la revolución ha evidenciado a dos grupos antes invisibles, la mujer y los cristianos, este intelectual de cabecera de los Hermanos Musulmanes resta todo protagonismo a estas; y de los segundos, un diez por ciento de la población egipcia, dice que son cuatro gatos y reta al patriarca a que, si quiere ser escuchado, que monte su partido . La voz más contundente a favor de la mujer se escucha curiosamente en el oasis de Al Fayyum a una misionera de Foucauld, que trabaja contra la ablación femenina.

El islam solo lo cambiarán las mujeres. Y será cuando rompan con el dominio sexual, cultural y político del hombre, aunque admite que es difícil quebrar tradiciones como este día negro, imbuido desde los faraones. Pero muestra a una de sus primeras mujeres valientes . Milad ha roto a partir de su tercera hija con la mutilación genital y sus otras tres hijas, Samirein, Chirin y Lamira, ya son libres. Frente al reto de unos Hermanos Musulmanes que reniegan de una vía secular a la turca, los cristianos consultados descartan formar un partido propio, solo podemos estar integrándonos codo con codo con los musulmanes moderados. solamente ellos podrían defendernos , dice uno de los iniciadores de la revuelta del 25 de enero, el diputado cristiano George Ishak, fundador del movimiento Kifaya (Basta), significado durante años por su oposición a Mubarak, y que, junto con Al Baradei y Amr Hamzawi dos de las figuras emergentes del escenario político egipcio, favorables ambos a la separación de política y religión, prepara la plataforma política que haga frente a los Hermanos Musulmanes. Mire, yo no conozco egipcios musulmanes ni cristianos, yo solo reconozco egipcios. Y de religión que hable cada cual en su casita , dice Ishak en una declaración que despeja cualquier tipo de duda sobre sus intenciones.

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