¿Sobrevivirá la Unión Europea a la crisis o se convertirá en un club restringido al que solo tendrán acceso Alemania y unos pocos privilegiados? ¿Puede haber una ruptura ‘a la yugoslava’? ¿Resistirá el euro? Por Carlos Manuel Sánchez

La Europa que se desintegra

Se abre un debate en Alemania sobre las consecuencias de las decisiones políticas que se están tomando. Hablamos con Bjoern Hacker, el consultor que coordina el mayor estudio sobre el futuro de la eurozona.

Uno de los más influyentes think tanks germanos la Fundación Friedrich Ebert, fundada en 1925 y vinculada a la socialdemocracia, ha trazado la hoja de ruta más probable para Europa hasta 2020. Un mapa con cuatro destinos. El informe está basado en debates con expertos en 14 países. Alemania, España (donde hubo sesiones de trabajo en Madrid y Barcelona), Portugal, Finlandia, Eslovaquia, Croacia, Bélgica, Polonia, Grecia, Francia, Italia, Reino Unido, Estonia y Eslovenia. El estudio ha sido coordinado por Bjoern Hacker, consultor en economía y política social europea en la unidad de análisis político de la fundación.

XLSemanal. Antes de hablar del futuro de Europa, ¿me puede decir qué está pasando ahora? Porque yo ya me he perdido…

Bjoern Hacker. No es el único. Políticos y economistas están moviéndose en la oscuridad, tratando de manejar una crisis de proporciones gigantescas que apenas comprenden y donde se mezclan crisis de crédito, bancaria, de solvencia, pérdida de confianza en el euro… Todo está enmarañado.

XL. Un lío, vamos

B.H. Una encrucijada, más bien. La eurozona está ante el mayor desafío de su historia.

XL. ¿Puede suceder que a Europa no la reconozca ni ‘la madre que la parió’ en 2020?

B.H. Lo que está claro es que va a ser diferente. Y todo depende de las decisiones que tomen hoy los políticos para salir de la crisis. Básicamente habrá que decidir si queremos más Europa o menos Europa.

XL. ¿Y qué quieren los ciudadanos? ¿Más o menos Europa?

B.H. La nefasta gestión de la crisis está haciendo que los ciudadanos estén perdiendo la fe en las instituciones europeas. ¡Cómo va a tener fe en Europa una generación de jóvenes condenada a un 55% de paro, como sucede en España! Pero esta impresión coexiste con una demanda de mayor solidaridad paneuropea.

«La eurozona está ante el mayor desafío de su historia, y todo dependerá de las decisiones que tomen hoy los políticos. Pero no tienen ningún plan»

XL. Una gestión que es principalmente alemana…

B.H. Sí. Los parlamentos de los países en apuros se limitan a acatar órdenes. España, Portugal y otros Estados solo dicen ‘sí’ a todo lo que propone Alemania, porque si dicen ‘no’ se quedan sin ayudas. Eso no es nada democrático. Y en muchos países hemos detectado que hay cada vez más miedo a la fortaleza de Alemania.

XL. ¿Y los alemanes qué piensan?

B.H. Mis compatriotas piensan que lo que pasa en Grecia, en Chipre o en España no tiene nada que ver con nosotros. No se sienten responsables y no les importa que los demás lo estén pasando mal. No es culpa de Alemania, dicen. Nosotros lo estamos haciendo bien. Todos deberían seguir nuestro ejemplo. Estoy bastante enfadado con esa opinión. Porque Alemania ha hecho también una política económica falsa, con salarios demasiado bajos. Su competitividad se ha alcanzado a costa de sus vecinos europeos. Así no funciona una unión monetaria. Y hoy los alemanes no quieren ayudar a remontar la crisis de manera simétrica.

XL. ¿Y por qué piensan eso?

B.H. Porque aquí todavía no se siente la crisis. Pero los alemanes deben darse cuenta de que, si fuerzan a todos sus vecinos a la recesión, no van a poder exportar sus productos y entonces la crisis también llegará a Alemania.

XL. ¿Cambiará algo después de las elecciones alemanas en septiembre?

B.H. Si gana Angela Merkel, no cambiará nada esencial. Su gestión de la crisis ha sido desastrosa desde que en 2010 aflorasen los problemas de la deuda de Grecia. Y se han repetido las mismas pautas, como si el caso griego fuese el mismo que el español o el irlandés o el italiano. Visto en perspectiva, los problemas de Grecia son un aspecto bastante menor de la crisis.

XL. Pues aquí los políticos nos decían que España no era Grecia. Y ahora que nuestros ahorros son sagrados y están garantizados porque, claro, España no es Chipre…

B.H. Cada dos meses, los políticos nos sorprenden con una nueva declaración. Dan bandazos. Y eso destruye la confianza de la gente. No tienen ningún plan. Se limitan a poner parches y a pensar en el corto plazo.

«A los alemanes no les importa que los demás lo pasen mal. Creen que no es su culpa. No entienden que son competitivos a costa de sus vecinos»

XL. Hábleme ahora del futuro. ¿Qué va a pasar?

B.H. Nadie puede predecir el futuro. Lo que hemos hecho en este estudio es identificar los escenarios posibles y los factores que llevan a cada uno de ellos. Así le damos una herramienta a los gobernantes para que sean conscientes de cuáles son las consecuencias de sus decisiones.

XL. ¿Cuál es el primer escenario?

B.H. Seguir como hasta ahora, haciendo demasiado poco y demasiado tarde. La eurozona es una casa sin tejado. Los países del sur siguen necesitando rescates. La unión económica y monetaria no se completa. Perdemos competitividad ante Estados Unidos y China. En resumen, Europa continúa languideciendo. Los expertos piensan que estamos aún inmersos en esta fase, pero que es insostenible.

XL. ¿Cuánto puede durar?

B.H. Se puede alargar bastante si entramos en una variante de este escenario. la crisis ‘a la japonesa’, es decir, entrar en un bucle de estancamiento, deflación y alto endeudamiento. El consumo cae, y las empresas ven que sus capacidades de producción son demasiado grandes, aligeran plantillas y dejan de invertir. Los precios disminuyen, pero también los salarios. Esto tiene graves consecuencias para las empresas y las familias endeudadas, ya que su capacidad de dión disminuye mientras que el importe de la deuda permanece igual.

XL. Un círculo vicioso.

B.H. Sí. Pero la mayoría de los expertos piensan que estamos en una fase de transición. Y que varias circunstancias pueden disparar el cambio a otros escenarios. agitación social, protestas masivas en las calles Estas podrían acabar teniendo dos efectos diferentes: o bien la desintegración de la eurozona porque los países del sur se plantan ante el camino de austeridad, o bien que un grupo selecto de países del norte complete la unión fiscal y deje fuera al resto.

XL. ¿Entonces cuál es el siguiente escenario?

B.H. La ruptura.

XL. ¿En serio?

B.H. Sí, la desintegración es una posibilidad que se debe tener en cuenta. Las diferencias en los costes de financiación de los diferentes Estados son demasiado grandes y los recursos del mecanismo europeo de estabilidad, demasiado limitados. Así que en 2020 varios países seguirán sumidos en la recesión y tendrán problemas crónicos de crédito. Han desmantelado parcialmente el estado del bienestar. el paro sube a niveles nunca vistos, aumenta la pobreza, los flujos de emigración son cada vez más fuertes

XL. Ese panorama ya lo estamos viendo en España

B.H. No solo en España… Finalmente, algunos países regresan a su moneda anterior y en otros llegan al poder movimientos populistas y antieuropeos. Aumenta la hostilidad entre el norte y el sur. Se crean dos zonas de influencia económica: la alemana y la británica. Y la casa se nos cae.

XL. ¿La ruptura puede ser violenta?

B.H. Sí, sería en el peor de los casos. Pero es un peligro que debe ser tomado en serio. En realidad manejamos tres tipos de desintegración. Una sería ‘a la yugoslava’, que es la peor.

XL. No me asuste.

B.H. Nadie la desea, pero tampoco nadie deseaba el estallido de la Primera Guerra Mundial. También podría ser a la soviética, como sucedió con la disolución de la URSS, si los políticos consideran que el coste de cargar con la periferia es mayor que deshacerse de ella.

XL. Y deciden soltar lastre…

B.H. Sí. Hay una tercera variante que hemos llamado el ‘síndrome Mezzogiorno’. En este caso no son los Estados los que rompen con la unión monetaria, sino las regiones prósperas las que rompen con los Estados.

XL. ¿Se refiere a Cataluña?

B.H. Sí, pero no solo a Cataluña. Hablamos del norte de Italia, de Bélgica, de Escocia… El referéndum escocés en 2014 será decisivo. Basta con que una sola de estas regiones consiga la independencia para precipitar la desintegración. Las demás intentarán seguir el ejemplo.

XL. ¿Y luego qué?

B.H. Entraríamos en la tercera fase. La Unión Europea se convierte en un club selecto, con un derecho de admisión muy restringido.

XL. ¿Y quién formaría parte de ese club?

B.H. Solo Alemania y unos pocos países del norte, los que tengan las economías más sólidas. Los expertos la consideran la hipótesis más probable. Sería una Europa más pequeña y más estable, con un núcleo duro en torno a Alemania que avanza hacia la unión fiscal y política. La Unión Europea sigue existiendo, pero reducida. Y a dos niveles. El resto estaría en una zona de libre comercio, pero sin integración política. Pero aumentan las desigualdades entre el núcleo y la periferia.

«Un final feliz es poco probable. La desintegración es una posibilidad; la otra, que la UE sea un club selecto de Alemania y unos pocos países del norte»

XL. ¿Y un final feliz?

B.H. Es poco probable. Pero es el escenario más deseable y el más difícil de alcanzar. Sería el cuarto escenario. Reparamos la casa y la terminamos. Francia y Alemania dan un salto adelante y lideran un grupo hacia la unión fiscal.

XL. ¿Seguiría habiendo dos velocidades?

B.H. Sí, pero no de una manera excluyente. No sería un club cerrado, sino más bien una locomotora a la que se pueden ir uniendo vagones. Y es muy importante que todos los países de la eurozona formen parte de este grupo para asegurar la supervivencia del euro. Se mantiene la cultura de presupuestos saneados, pero una agencia europea emitiría, si hace falta, bonos de deuda pública comunes. El objetivo sería crear unos Estados Unidos de Europa. Pero estamos hablando de un horizonte más allá de 2020.

Cuatro escenarios posibles

‘A la japonesa’:  salir del paso

Continúan los rescates de países con déficit y cada emisión de deuda es un suplicio. La unión económica y monetaria no se completa. Europa languidece y pierde terreno con Estados Unidos y China. Se corre el riesgo de entrar en un bucle ‘a la japonesa’. estancamiento, deflación y deuda durante años. Es la fase en la que estamos. Pero el malestar de los ciudadanos puede precipitar dos efectos diferentes. o la desintegración de la eurozona, porque los países del sur no pueden soportar la política de austeridad; o que un grupo de Estados liderado por Alemania complete la unión fiscal y deje fuera al resto. Serían los dos siguientes escenarios.

‘A la yugoslava’:  ruptura de la unión

Algunos países abandonan el euro y vuelven a sus antiguas monedas porque no pueden financiarse. Crecen las desigualdades y la hostilidad entre el norte y el sur. Llegan al poder movimientos populistas y antieuropeístas. Aumentan los flujos migratorios y la pobreza. Se desmantela parcialmente el estado del bienestar. La Unión Europea termina por romperse. Puede ser ‘a la yugoslava’ (violenta) o ‘a la soviética’ (más o menos ordenada). El reférendum en Escocia en 2014 puede provocar un efecto dominó en algunas regiones prósperas que quieran romper también con los Estados, como Cataluña y el norte de Italia. Recesión mundial.

‘A la alemana’: club privado

La Unión Europea se convierte en un club más reducido al que solo pertenecen Alemania y las economías más sólidas, que avanzan hacia la unión fiscal y económica. Sería una Unión Europea más pequeña y estable, pero la periferia se queda fuera, en una especie de limbo donde hay acuerdos de libre comercio, pero no una integración política ni fiscal. Europa marcha a dos velocidades muy diferentes. El núcleo duro se defiende bien en los mercados, pero en la periferia el impacto es muy fuerte. ¿Cuál es la periferia? Desde el punto de vista de los países solventes, todos los países en crisis forman la periferia; entre ellos, España.

‘A la americana’:  estados unidos de Europa

Francia y Alemania lideran un grupo de vanguardia hacia la unión fiscal, monetaria y política. Esta locomotora francoalemana tira del resto. Aunque hay dos velocidades y algunos Estados se quedan fuera, se pueden ir uniendo los países que sanean sus cuentas, a lo que ayuda la emisión de deuda común europea si es necesario. Los expertos lo consideran el escenario más difícil, pero el más deseable. Y estiman que sería muy positivo que el bloque de 17 países de la UE que tienen el euro como moneda entren en ese grupo. El objetivo sería crear unos Estados Unidos de Europa.

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