Un nuevo VatiLeaks, noticias falsas, escándalos financieros, luchas en la curia. Al Papa se le multiplican los frentes en su afán por reformar el Vaticano. Pero Francisco, lejos de atemorizarse, ha dado un paso al frente. Por Ignacio Ingrao

Todos los días, un maletín con documentos sale del palacio apostólico y es llevado a la residencia de Santa Marta, habitación 201, el apartamento del Papa.

A menudo viaja en manos de Pier Giorgio Zanetti, un exgendarme vaticano que, no por casualidad, ha sido designado como mayordomo personal de Jorge Mario Bergoglio. El mismo maletín es devuelto por la noche, pasadas las siete de la tarde, a la Secretaría de Estado. El ir y venir de papeles se debe a que Francisco ha rechazado vivir en el apartamento pontificio y ha preferido Santa Marta. Sin embargo, al menos hasta hace poco, a pesar de este continuo trasiego de maletines, parecía que los secretos del Papa Francisco estaban a buen recaudo, a diferencia de lo que ocurría en el pontificado de Ratzinger.

El Pontífice argentino toma sus precauciones. el maletín solo se abre en su presencia; no tiene móvil, pero ha pedido una línea telefónica en su habitación para recibir y hacer llamadas al exterior sin pasar por las centralitas vaticanas; la habitación 201 y el estudio contiguo se inspeccionan en busca de posibles ‘pinchazos’. La Residencia de Santa Marta se ha convertido en un fortín. Tanto que algunos monseñores que vivían en ella han preferido mudarse a otro sitio con tal de gozar de mayor libertad de movimientos.

Pese a todas estas precauciones, los ‘cuervos’ han vuelto a sobrevolar el Vaticano. ¿Regresamos a 2012, cuando el mayordomo Paolo Gabriele robó documentos del escritorio de Benedicto XVI? Eso parece. El Papa trata de abrir las ventanas para que entre aire fresco, pero la ‘vieja guardia’ está dispuesta a todo para no ceder en sus posiciones.

El 23 de marzo de 2013, pocos días después de su elección, Francisco visita a Benedicto XVI en Castel Gandolfo y el Papa emérito le muestra un gran sobre blanco. Dentro están las actas de las investigaciones del VatiLeaks, desarrolladas en los meses anteriores por tres purpurados. Julián Herranz, Jozef Tomko y Salvatore de Giorgi. Bergoglio lee varios papeles que describen presiones, maniobras del poder y chantajes. Una dura imagen de los palacios apostólicos. Aun así, Francisco decide mantener en su puesto a todas las figuras, incluso a las más discutidas. Solo cambia a algunas. Si alguien esperaba una limpieza general a la vaticana, se equivocaba. Francisco está convencido de la capacidad de conversión y cambio de los hombres , explican sus más estrechos colaboradores. El Papa prefiere poner de su parte a quienes ya se encuentran en el núcleo del poder, antes que crearse nuevos enemigos. Para algunos se trata de una ingenuidad que le podría resultar fatal; según otros, en cambio, ha sido una extraordinaria astucia jesuítica.

«Los papas pasan, la curia queda»

La vieja guardia, sin embargo, no cede y se alinea con los nuevos descontentos. obispos y cardenales que esperaban otro resultado del cónclave (la elección del arzobispo de Milán, Angelo Scola) o que temen las reformas de Francisco. Se ha formado, así, una tela de araña. Y la tela se extiende. Los papas pasan, pero la curia queda , se oye repetir. De vez en cuando, la araña sale y golpea.

Lo hizo la víspera del sínodo sobre la familia. Entonces, el teólogo polaco Krzysztof Charamsa ‘salió del armario’, se declaró homosexual. No se trataba de un cura cualquiera, llevaba 17 años en Roma y era oficial de la Congregación para la Doctrina de Fe, la encargada precisamente de defender la doctrina. Poco después se filtró a la prensa una carta privada, modificada, en la que varios cardenales se quejaban al Pontífice del método de trabajo del sínodo, que en su opinión equivalía a crear resultados predeterminados . Entre los firmantes aparecía uno de los más estrechos colaboradores de Francisco, el cardenal australiano George Pell. Entretanto saltó a la prensa italiana el escándalo de la parroquia romana de Santa Teresa de Ávila, que presuntamente involucraba a religiosos carmelitas en una historia de prostitución y drogas. El asunto implicaba también al cardenal vicario Agostino Vallini, otro de los hombres de confianza del Papa, al corriente de toda la historia desde meses antes, como acreditaba una carta enviada al purpurado por parte de 110 feligreses. Y, finalmente, se publicó la falsa noticia de que Bergoglio padecía un tumor cerebral.

Pese a todo, Francisco salió victorioso del sínodo. Pero su irritación es evidente. En el discurso de clausura atacó los métodos no del todo benignos utilizados en la gran asamblea. Con sus más fieles bromeó sobre la noticia de su tumor. Y, según dicen, añadió. Si no me dejan trabajar, estaría dispuesto a marcharme. Por ahora, sin embargo, no tiene intención de hacerlo. Y ha comenzado a mover piezas.

Descubrir al que filtra información

El primero que corre el riesgo de sufrir las consecuencias es monseñor Lucio Ángel Vallejo Balda. Español de 54 años y sacerdote diocesano cercano al Opus Dei. Estaba entre los candidatos al cargo de secretario general de la Secretaría de Economía, el potente dicasterio creado por Bergoglio para controlar las cuentas del Vaticano. Pero en el último momento el Pontífice prefirió a su antiguo secretario personal. el maltés Alfred Xuereb. Tal vez, Vallejo haya pagado un exceso de protagonismo y un patinazo. la organización de un desayuno vip en la terraza de la Prefectura de Asuntos Económicos durante la canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII, el 27 de abril de 2014. Un evento mundano que no gustó a Bergoglio. Ahora, el español está siendo investigado para descubrir si fue él quien filtró a la prensa información reservada sobre las finanzas vaticanas y varios rumores contra el jefe de la Secretaría de Economía, el cardenal Pell. Según estos leaks, el australiano sería tan severo en recortar los gastos vaticanos como pródigo en los suyos. Todo está por comprobarse. Pero el Papa quiere saber quién ha sido el ‘cuervo’.

Lo mismo vale para la filtración de la carta de los Padres Sinodales al Papa. Hay quien señala al arzobispo de Nueva York, el cardenal Timothy Dolan, ya criticado durante el cónclave por sucon la prensa. Dolan, como parte del episcopado estadounidense, teme una deriva demasiado liberal del magisterio de Francisco. Entre los firmantes de aquella carta estaba el cardenal Pell. Francisco, en realidad, había respondido públicamente a las observaciones avanzadas por aquel grupo de purpurados. Pero le contrarió el hecho de que la carta, alterada en alguna de sus partes, se entregara a la prensa. Como si alguno de los cardenales hubiese tratado de crear un escándalo mediático.

Además, a Francisco le habría afligido ver, entre las firmas de aquella carta, precisamente la de uno de sus colaboradores más estrechos. la del cardenal Pell. El australiano fue llamado a la curia para poner las cuentas en orden y le ha acompañado el rumor de que protegió a un sacerdote condenado por abusos sexuales cuando era arzobispo de Sídney. El Papa siempre ha defendido a Pell, como hace con todos sus colaboradores. Al igual que siempre ha tolerado su actitud de ‘sheriff’ en la gestión de las finanzas, como secretario de Economía. Encontrarlo entre los críticos del sínodo fue un golpe.

Por otra parte, hay un cerrado enfrentamiento entre las dos figuras más altas de la curia, el citado George Pell y Pietro Parolin, secretario de Estado. La ley papal Fidelis dispensator et prudens , del 24 de febrero de 2014, introdujo en el Vaticano una especie de ‘gobierno dual’ entre el secretario de Economía y el secretario de Estado, pero restando poderes a este último. El decreto otorgaba la gestión de los recursos económicos y el personal al australiano. Al italiano se reservaba la parte diplomática. Pero con el estatuto del 22 de febrero de 2015 el equilibrio de fuerzas ha cambiado. La inteligencia y el estilo suave de Parolin se han impuesto sobre las maneras rudas de Pell. Quizá este asunto no sea del todo ajeno a la firma de Pell de la carta enviada al Papa durante el sínodo.

El papa se prepara para aguas turbulentas

Cuando se habla de ‘vieja guardia’ no se puede olvidar el mundo polaco, sobre todo al exsecretario de Juan Pablo II, Satanislaw Dziwsiz. Muy influyente en la curia. Francisco está decidido a comprender a quien durante años ha defendido y encubierto al antiguo nuncio polaco en la República Dominicana, Józef Wesolowski, acusado de pedofilia y fallecido en el Vaticano mientras esperaba proceso. Mientras tanto, Dziwisz ha trasladado a Cracovia todo el archivo que Juan Pablo II había ordenado destruir. Papeles, cartas, apuntes personales de Wojtyla, que contienen también secretos sobre la curia. Por otro lado, el antiguo secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, parece dispuesto a publicar un libro de memorias, tal vez la ocasión para sacarse alguna china del zapato y revelar tejemanejes de la época de Ratzinger.

Bergoglio, a pesar del éxito del viaje a Cuba y los Estados Unidos, del afecto de la gente y del buen resultado del sínodo, se prepara para aguas turbulentas. Del 25 al 30 de noviembre se lo espera en Kenia, Uganda y la República Centroafricana. Un viaje muy intenso desde el punto de vista físico y pastoral. Baste con recordar las feroces polémicas que acompañaron el viaje de Benedicto XVI a Camerún y Angola en 2009 por sus declaraciones sobre el sida y el uso del preservativo.

Para Bergoglio, el africano es un frente caliente porque la mayor parte de la oposición a los cambios durante el sínodo vino por parte de cardenales y obispos de aquel continente. Quizá parezca paradójico, pero muchos pastores de la Iglesia africana se alinean en defensa de la tradición. A la cabeza está el cardenal de Guinea, Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Para el purpurado, la comunión para los divorciados traiciona el Evangelio . En su intervención en el sínodo alertó contra el riesgo de que Satanás los induzca a asumir decisiones contrarias al magisterio. El africano se ha convertido hoy en referente para los que ya piensan en el ‘post-Bergoglio’. Su reciente volumen Dios o nada, traducido a varias lenguas, es una especie de manifiesto por una Iglesia que vuelve al centro de la doctrina.

Bergoglio prepara, además, un cónclave para designar nuevos cardenales en primavera. reforzará así su equipo pero provocará, inevitablemente, desagrados entre los excluidos.

Las cuentas de la banca vaticana

Otras trampas en el camino para Francisco podrían llegar desde las finanzas vaticanas. El Papa no ha terminado aún de poner orden en el Instituto para las Obras de Religión (OIR) y la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (Apsa). El proceso a monseñor Nunzio Scarano, monseñor 500 euros , el prelado de la Apsa arrestado por la Fiscalía de Salermo acusado de lavado de dinero negro, está aún en curso. Así como la investigación que lleva a cabo el promotor de justicia de la Ciudad del Vaticano, Gian Piero Milano, sobre la actividad del expresidente del OIR Angelo Caolia y el antiguo director Lelio Scaletti. Además, se arrojaría nueva luz sobre algunas cuentas de la banca vaticana ahora cerradas. El Papa no quiere romper la Iglesia, pero tampoco retroceder.

El equipo de seguridad

Francisco no usa el papamóvil blindado, pero eso no implica que su seguridad se haya reducido. Se ocupan de ello un centenar de guardias suizos, 100 gendarmes del Vaticano y 140 policías.

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