El vuelo 370 de Malaysia Airlines desapareció el 8 de marzo de 2014. Casi tres años después, la búsqueda oficial se ha suspendido, pero para quienes perdieron a sus seres queridos la lucha continúa. Lo hará siempre. Ghyslain Wattrelos no ha podido enterrar a su mujer y a dos de sus hijos. Por Gaëlle Legenne / Fotos: Paris Match y Contacto

Mil días, todo iguales entre sí. En el instante en que supo que había perdido a su mujer y a sus hijos, de 13 y 17 años, para Ghyslain Wattrelos el tiempo se detuvo. Desde entonces dedica cada minuto a buscar la verdad. El 4 de diciembre desembarcó, junto con otros seis familiares de víctimas del vuelo MH370 de Malaysia Airlines, en Madagascar. Las olas habían llevado hasta allí unos restos que podrían pertenecer al avión siniestrado.

Malaysia Airlines, vuelo, xlsemanal (2)

Madagascar está en el centro de la búsqueda. Varios restos han sido localizados allí. Ghyslain y otros familiares se desplazaron hasta allí para pedir ayuda

Ghyslain no es el único que continúa, incansable, su investigación. También están Grace, Nathan, Tang, Ng, Jiang Hui y Baishan, chinos y malasios que han perdido a un padre, a una madre, a una esposa, a un marido, a un hijo… 239 personas desaparecidas, entre pasaje y tripulación.

Wattrelos dejó su trabajo como ejecutivo en Lafarge [multinacional francesa de materiales de construcción] para dedicarse a investigar qué pasó. «Tengo un hijo de 23 años que ha perdido a su madre, a su hermano y a su hermana. Le debo respuestas». Wattrelos escucha atento y observa los gestos del inspector malasio, el señor Khan, que se ha reunido con ellos en Madagascar. «La verdad es que es extraño que este hombre haya venido hasta aquí -murmura Wattrelos-. Parece que Malasia está cambiando de estrategia. Se está dando cuenta de que no tendrá ayuda para avanzar en la investigación. Australia, Estados Unidos, Gran Bretaña… estoy convencido de que estos países nos ocultan información».

La noche del 8 de marzo de 2014, el vuelo MH370 cortó todas sus comunicaciones apenas dos horas después de despegar de Kuala Lumpur con dirección a Pekín, pero los satélites de la compañía británica Inmarsat siguieron detectando unos ‘pings’ o señales del avión durante las siguientes cinco horas. Inmarsat es una empresa de servicios de satélite con cobertura en casi todo el planeta. Entre sus clientes destacan las agencias gubernamentales. Los pings son simples señales técnicas que no permiten determinar la trayectoria exacta de un vuelo (es solo un mensaje de ‘estoy encendido’), pero gracias a estas señales se definió un perímetro de búsqueda. Cuando mencionamos Inmarsat, Wattrelos esboza una sonrisa irónica. «Esa compañía está ligada a los servicios de inteligencia y retienen información», dice.

«Australia, Estados Unidos, Gran Bretaña… Estos países nos ocultan información. Estoy convencido de que el avión fue abatido por un estado», dice el padre de las víctimas

El perímetro de búsqueda se estableció cerca de las costas de Australia. Que los primeros restos del avión aparecieran próximos a África era explicable por las corrientes marinas. Sin embargo, de la treintena de restos ya inventariados, solo tres han sido oficialmente atribuidos al Boeing desaparecido. Y esos tres fueron encontrados alrededor de isla Mauricio, la isla Reunión y la isla de Pemba, en aguas de Tanzania.

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Este flaperón encontrado en la isla Reunión en 2015 es uno de los tres restos identificados como parte del Boeing siniestrado

Este último fragmento, un flaperón exterior derecho, fue objeto de una atención especial: estaba en posición retractada y eso significa que el MH370 no habría intentado amerizar, sino que se habría estrellado descendiendo en espiral a gran velocidad. Era una pista, pero insuficiente para respaldar ninguna teoría en concreto. Solo hay una cosa sobre la que todos los expertos parecen estar de acuerdo: lo qué sucedió en el vuelo MH370 aquella noche fue un acto deliberado. ¿Pero de quién y por qué?

Trabajando en ello

En el hotel de Madagascar, el señor Khan pone a disposición de los familiares de las víctimas mapas cubiertos por puntos blancos, los lugares en los que flaperones, alas y alerones podrían encallar, según los datos del oceanógrafo australiano Charitha Pattiaratchi. En agosto de 2014, su trabajo indicó ya una posible concentración de restos alrededor de la isla Reunión. El descubrimiento del flaperón un año después le dio la razón.

L’ex-avocat Blaine Gibson avec les éléments découverts en juin 2016 sur les côtes de l’île Sainte-Marie, près de Madagascar. ©Contacto

Blaine Gibson es un abogado estadounidense que, en su faceta de aventurero, se ha obsesionado con la búsqueda del MH370 y ayuda a las familias

Blaine Gibson también refuerza los datos del profesor. Este antiguo abogado estadounidense, ahora aventurero y hombre de negocios, es un apasionado del misterio del MH370: «Cuando el flaperón se encontró en isla Reunión, en julio de 2015, supe que el avión se había estrellado al oeste del océano Índico -explica-. Desde entonces busco sin descanso».

Los mensajes de otros

Al francés Ghyslain Wattrelos le llegan nuevos mensajes constantemente. «Las familias estamos en contacto permanente -cuenta-. Pero recibo, además, muchos mensajes de gente desconocida. Uno me dice que tiene información confidencial; otro me aconseja que desconfíe de alguien…».

Wattrelos tiene que levantarse temprano al día siguiente. Quiere viajar a Toamasina, una ciudad portuaria al este de Madagascar. Le espera una nueva noche de insomnio. Desde el 8 de marzo de 2014 no duerme. Le da igual, dice que dormitará en el avión. Es el único sitio en el que encuentra algo de serenidad. En Toamasina encadenará conferencias de prensa, reuniones con el alcalde, con los pescadores. «Hay que crear una cadena para encontrar los restos», repite. Su motivación sigue intacta. Wattrelos se acuerda del día en que puso el pie en Madagascar por primera vez. fue hace 30 años, en un viaje de enamorados con su mujer. Su teléfono lo interrumpe.

«Tengo un hijo de 23 años que ha perdido a su madre, a su hermano y a su hermana. Le debo respuestas»

Es Blaine Gibson. Acaban de descubrir un trozo de pecio en Riake Beach, a 122 kilómetros de allí: su estructura en nido de abeja indica que es la de un Boeing 777. El 16 de agosto apareció otro resto similar cerca. «Esperemos que estos trozos no acaben en malas manos -dice Wattrelos-. Me niego a que se lo entreguen a las autoridades malasias. Nunca sabes en quién puedes confiar». Cada vez está más convencido de que no solo cuenta con aliados en esta búsqueda. «Un avión no desaparece así como así -reflexiona-. En mi opinión, fue abatido por un Estado que actualmente se niega a reconocerlo».


Lo que se sabe

malaysia airlines

El vuelo 370 de Malaysia Airlines salió desde Kuala Lumpur con destino a Pekín el 8 de marzo de 2014. Se perdió su rastro en el radar dos horas después del despegue. Además, alguien desconectó deliberadamente los sistemas de comunicación. El aparato cambió de ruta y siguió volando al menos siete horas en un rumbo opuesto al inicial. Cayó al océano Índico en algún lugar al oeste de Australia. Se han peinado 120.000 kilómetros cuadrados de mar. Se han recuperado varias piezas en la costa de África, arrastradas por las corrientes miles de kilómetros, aunque solo se han confirmado tres pedazos, entre ellos un flaperón que no estaba configurado para aterrizar, lo que refuerza la teoría de que el avión cayó al mar después de agotar su combustible.


CUATRO TEORÍAS PARA NO DORMIR

LO QUE SE ESPECULA

La implicación del piloto: ¿el bueno o el malo?

La Policía encontró en casa del piloto malasio Zaharie Ahmad Shah (abajo) simuladores de vuelo con datos sobre cinco pistas de aterrizaje en el Índico; entre ellas, la de la base militar de EE.UU. en Diego García. Esto ha dado lugar a teorías sobre la implicación de los servicios secretos americanos e israelíes, pero los expertos no las consideran.
Otra teoría es que el comandante o su copiloto pudieran querer quitarse la vida, pero nada indica que sufrieran un trastorno. Por otro lado, hay expertos que señalan que el piloto podría haber desviado su ruta a causa de un incendio u otro problema a bordo y habría intentando llevar el aparato a un lugar seguro para aterrizar. No regresó a Kuala Lumpur porque había que cruzar montañas de más de 2000 metros.

La conspiración de los servicios secretos

El ex primer ministro de Malasia, Mahathir Mohamad, se atrevió a afirmar que la CIA conoce la localización del avión o sus restos. El piloto automático pudo ser activado de manera remota por satélites del espionaje de EE.UU. que tomaron el control del aparato, algo factible. Quizá lo hicieron al sospechar un secuestro terrorista. Otra teoría, más rebuscada, relaciona la desaparición con el hecho de que veinte empleados de Freescale Semiconductor viajasen en el avión. Esta compañía americana trabaja en microchips para hacer los aviones ‘invisibles’. El avión sería parte de un experimento que salió mal.

Un ataque terrorista

El avión habría sido ‘robado’ en pleno vuelo. Los ladrones habrían aprovechado la ‘sombra’ electrónica de otro Boeing, de Singapure Airlines. El MH370 se situó cerca y lo utilizó como cobertura para solaparse en los radares. Quizá se dirigía hacia las islas Andamán, un archipiélago de más de 500 islotes. A bordo había dos pasajeros iraníes con pasaportes falsos, aunque se descartó su conexión con grupos terroristas. Se llegaron a filtrar unas fotos del embarque que mostraban a los presuntos terroristas, pero resultaron ser falsas, lo que reforzó las teorías de la conspiración de servicios secretos internacionales que intentan ‘despistar’.

El vuelo zombi

Otra hipótesis, que cuenta con respaldo técnico, sostiene que el avión voló durante horas con el piloto automático. Pudo haber una descompresión, bien por un fallo técnico o porque hubiera disparos a bordo y una bala atravesara el fuselaje. Si hubo una lucha a bordo, esto explicaría el vuelo errático del aparato en algunos momentos, con grandes fluctuaciones de altura. En cualquier caso, fue una despresurización lenta. Las mascarillas caen de forma automática, pero el oxígeno acaba agotándose, y los pasajeros y tripulantes mueren intoxicados por monóxido de carbono. El avión, con todos ya muertos, pudo seguir volando hasta quedarse sin carburante.

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